Museo Maja, el ágora de Jericó

Museo Maja, el ágora de Jericó

"Este lugar es el punto de concentración de la cultura y el arte. Es donde las personas convergen alrededor de la posibilidad de deslumbrarse y vivir un momento inolvidable"

Por: Víctor Andrés Álvarez Sánchez
agosto 14, 2019
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Museo Maja, el ágora de Jericó
Foto: museomaja.com

En la Atenas del suroeste se erige majestuoso el Museo de Antropología y Arte de Jericó (Antioquia), mejor conocido como el Maja. Es esa espléndida edificación el tesoro más grande del municipio. Su importancia artística, cultural e histórica es incalculable. Al ingresar al espacio, dentro de sus muros se puede sentir la exaltación del alma, todo bajo su amparo y cobijo. Además, es imposible no deslumbrarse con las maravillas que guarda como custodio.

Es allí, en donde se desarrollan una variedad inigualable de eventos artísticos y culturales; en un promedio de dos meses y medio o tres se lleva a cabo sagradamente, cada primer sábado de mes, la inauguración de exposiciones, las cuales resultan ser colosales. Un espectáculo visual impresionante, exquisito y único, acompañado siempre de un concierto musical deslumbrante, sea cual sea el instrumento a tocar, sea quien sea su intérprete y sea cual sea su recital. El concierto de las inauguraciones del Maja es un deleite acústico sin precedentes, ayudado por la inigualable acústica del teatro del museo. Este teatro es sin lugar a dudas un lugar de ensueño, un recinto sobrio y clásico, arquitectónicamente hermoso y culturalmente encantador.

Dentro del museo igualmente se desarrollan otros eventos que tienen lugar en el teatro, programas como Zoom al arte o el cineclub, que cada lunes y jueves de forma quincenal aprovecha las magníficas instalaciones para degustar del séptimo arte de manera inigualable y deleitarse con una gran variedad de proyecciones. Este último es importantísimo, hasta tiene su cuartel y su lugar de encuentro al interior del museo Maja.

Atravesar la gran puerta roja que oficia de entrada al museo es olvidarse por completo del mundo exterior y permitirse navegar y regocijarse en cuerpo, alma y mente entre las grandes salas y los históricos pasillos que componen, lo que para mí es, el gran tesoro de Jericó. Al pasar la puerta te encuentras con un solemne espejo de origen francés (si la memoria no me falla). Allí, en ese imponente espejo, te puedes vislumbrar perfectamente. Es tan imponente que no descarto la posibilidad de ver a través de él el alma que me acompaña desde el nacimiento.

La recepción es una inmensa sala, decorada maravillosamente. Después de pasar por allí, inicias tu travesía, tu viaje por cada una de las siete salas de exposiciones que componen el museo: salas que albergan una exposición diferente, salas que guardan la historia de Jericó. Entrar en ellas es rememorar vivamente nuestros orígenes como pueblo, es descubrir las incontables riquezas que poseemos en nuestro amado nido de amores en el que el alma feliz se recrea —y sí que se recrea feliz cuando ingresa y se deslumbra ante la majestuosidad que compone el museo—.

De las siete salas, dos están dispuestas para la historia de Jericó, para el viaje al pasado a través de la memoria y los recuerdos. Las otras cinco salas están siempre dispuestas para cobijar toda una diversidad de obras, de todo tipo y de todos los lugares de Colombia y del mundo. Sé que por estas salas han pasado las mejores obras de artistas colombianos y extranjeros, obras que se han impregnado en la memoria de cada uno de los que han conseguido observarlas, contemplarlas y admirarlas.

Después de las siete salas están los pasillos, los corredores, con su entablado pulcramente limpio, con su resonar al caminar, ese que nos rememora la antigüedad, la historia, los tiempos pasados. Además de las salas de exposiciones está la tienda, una despensa multicolor de artesanías impresionantes, el teatro y el patio empedrado adornado con una modesta pero no menos hermosa fuente.

El Maja para mí es el punto de concentración de la cultura y el arte, es donde las personas propias y extrañas convergen alrededor de la invitación y de la posibilidad de deslumbrarse y vivir un momento inolvidable. Entre sus muros se sienten las almas refulgentes de felicidad, los cuerpos acompasados al ritmo de la noche, los ojos deslumbrados ante la radiante manifestación de belleza, la mente embargada en un viaje delirante y exuberante por medio de los sentidos.

Para mí el Maja es como el ágora que compone esta hermosa Atenas del suroeste, recordando plácidamente la composición de la venerable polis griega. Si Jericó es la Atenas, debe de tener su ágora, su Partenón... y eso es el Maja, el lugar, el hermoso museo enmarcado en la antigüedad y en la historia, en lo clásico y lo contemporáneo, en lo moderno y lo antiguo. Entre sus muros cada día se construye Jericó, un pueblo sujeto a la memoria y a sus tesoros, que no se deja arrastrar por el ritmo frenético de la era moderna sino que desea ser y estar infinitamente enmarcado entre la pulcritud de su tranquilidad.

El museo no sería lo que es sino fuese por su director, el doctor Roberto Ojalvo Prieto, quien ha transformado el Maja en uno de los museos más importantes del país, lugar obligatorio de paso para cualquier expositor, quien se engalana al saber que su obra adornará las paredes del imponente Maja. Junto a él está un excelentísimo grupo de trabajo, del cual formé parte en algún momento de mi vida, aunque mi paso como guía voluntario fue más corto de lo deseado. El tiempo en el que estuve allí, sirviéndole al Maja, ha sido imborrable en mi memoria, lleno de gratas experiencias y conocimientos. Le agradezco al destino el haber pasado por allí y el haber tenido el privilegio de conocer al doctor Ojalvo, de compartir con él y su sabiduría en la misma mesa y de deslumbrarme ante sus inagotables conocimientos.

Es entonces para este servidor el mayor de los orgullos haber oficiado como guía del museo Maja en un tiempo pasado venturoso. Es un placer tener la dicha de poder disfrutar de cada evento que se concibe en los interiores de ese gran museo. Es una bendición ser de Jericó y que justo aquí tengamos semejante imponencia de museo. El Maja es un tesoro, un don, lo más importante que tenemos en nuestro municipio, forjado a pulso, superando todos los obstáculos impuestos en el camino. El Maja es una luz, una guía, un lugar placentero en donde el jericoano se vuelve delirante ante su magnificencia. Es la cuna del arte y la cultura, es la polis, la Grecia antigua, el ágora, la babilonia inolvidable, el Egipto faraónico, el Jericó colonial.

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