Mujeres escogiendo hombres-nido
Opinión

Mujeres escogiendo hombres-nido

Vale preguntarse qué tanto de suficiencia económica y social, estabilidad laboral y emocional, edad, salud y fuerza es aplicable hoy en las decisiones de las mujeres al escoger su pareja

Por:
julio 11, 2017
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Un pájaro africano, conocido como el tejedor, construye con mucho esfuerzo su nido a la espera de la temporada de apareamiento. Llegada la hora, la hembra lo visita no sin antes mirarlo con altiva coquetería; el macho nervioso y apresurado se cuelga patas arriba y sujetándose de la parte inferior del nido, mueve sus alas con frenesí para demostrarle a la hembra que el hogar que ofrece es seguro y duradero. La hembra –incrédula-  luego de finalizar el espectáculo del macho revisa con cuidado el nido. Lo pisa y picotea sin reparo. Mientras tanto el macho entona preciosas melodías de conquista. Si el nido resiste y cumple sus requisitos y exigencias, la hembra se quedará con el macho; en caso contrario, buscará a otro con un mejor nido. El macho rechazado y con la vanidad herida, deshará el nido para luego reconstruirlo  a la espera de otra hembra que esta vez –con fortuna- lo escoja. La hembra escoge al macho por el nido y este no es el único caso: las mujeres siguen el mismo cálculo.

Aunque hoy en día la reconocida teoría de la evolución desarrollada por Charles Darwin sigue siendo criticada y calumniada, la misma ha sido pieza fundamental  para entender el funcionamiento de los hilos invisibles de la naturaleza y de su más sofisticado producto: el ser humano. Gracias a esta teoría, incluso, se ha tratado de explicar la asombrosa mente humana como lo detalla el sorprendente libro Sicología Evolutiva de David M. Buss. Al parecer nuestros comportamientos y decisiones tampoco escapan de esas persistentes huellas que el tiempo ha tallado en nuestro porvenir. Somos lo que fuimos y las lecciones que aprendieron nuestros ancestros.

Según Buss la sencilla teoría de la evolución de Darwin también brinda respuestas a una pregunta que invade las angustias de los hombres desde temprana edad y no los abandona sino hasta sus lechos de moribundos: ¿qué quieren las mujeres? ó más bien: ¿qué quieren las mujeres de los hombres?

 

La mujer busca amor en el hombre nido,
pero no como la simple expresión poética de la vida,
más bien como síntoma y evidencia del compromiso de su pareja

 

Para el caso de una relación larga con un hombre -con planes de reproducción-, una mujer busca –dictan innumerable estudios y hallazgos- algo muy simple y específico: un nido. Un hombre nido –por así llamarlo- y todo lo que esto representa: suficiencia económica y permanencia social, estabilidad laboral y emocional, madurez y edad, salud y fuerza. También buscan belleza pero prefieren el carácter.  Además la mujer busca amor en el hombre nido, pero no como la simple expresión poética de la vida, más bien como síntoma y evidencia del compromiso de su pareja. Hace miles de años una mujer fue abandonada por un hombre, poniéndola en  riesgo a ella y a sus hijos. Por cuestiones de supervivencia, esto no podría seguir sucediendo, la lección debía ser aprendida. Evolución pura.

En otras palabras, este proceso de selección de pareja parte de una actitud  altruista: la defensa de la cría  – aún aplicable  en nuestros días- pero incluye un cálculo irreductible: un hombre-nido reduce  el alto costo que la mujer invierte en la reproducción de otro humano (al menos nueve meses de gestación y al menos un año de lactancia). Un compañero bien seleccionado “amortiza” esa inversión que de otra forma podría convertirse en una experiencia traumática o mortal para ella y sus hijos. De nuevo, simple supervivencia.

Vale la pena preguntarse qué de esto ya no es aplicable en la actualidad en las decisiones de las mujeres a la hora de escoger pareja a largo plazo. El escenario de la “mujer proveedora e independiente” es cada vez más común y frecuente. Porque  aunque es imposible negar el impacto de millones de años en donde el hombre ha funcionado como un recolector-cazador, hoy el precio de esa concepción le ha salido muy costoso a las mujeres en términos de ser percibidas como simples incubadoras o esclavas de un hogar. Milenios después la mujer se enfrenta a un nuevo despertar de sí misma, una nueva identidad en la sociedad.

No obstante también sería muy difícil negar que esos hilos invisibles siguen sujetando el comportamiento de la mujer, más aún considerando que a la hora del apareamiento humano con fines reproductivos, libre e informado, son ellas las que escogen. Y a partir de esa decisión de  quién, cuál y cuándo es el mejor nido determinan la supervivencia de nuestra especie. Una mujer que sabe escoger con prudencia a un hombre es protegida por una fuerza inmediata: la evolución y por efecto decide, sin saberlo, el porvenir de la humanidad.

@CamiloFidel

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