Si mueren los símbolos se vacía la memoria

Si mueren los símbolos se vacía la memoria

Si cambian con facilidad al Che, que representa 50 años de lucha, dentro de 5 años será más fácil cambiar a Jaime Garzón por Uribe, o por el reciente premio nobel

Por: Omar Barrera Mejía
octubre 31, 2016
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Si mueren los símbolos se vacía la memoria

Si mueren los símbolos se vacía la memoria, si muere la memoria, se pierde todo el sentido de la lucha, sería como reivindicar una víctima sin conocer el hecho que la victimizó o como un cuerpo al que se le sale el alma o la muerte misma. El nombre de la plaza es un símbolo y ese símbolo es importante porque en ella se reconocen las voces y los gritos de lucha de incontables generaciones.

Así el hecho no pretenda ser definitivo, así se deba a la inofensiva pretensión de un grupo, de montar un reemplazo fugaz e itinerante, borrar la imagen del CHE GUEVARA de su lugar de marras, es un atentado a la historia. La grandeza de Ernesto, no es argentina, se cosechó en Cuba para fortuna del mundo; los hombres cuando son grandes superan los nacionalismos, sino es así, renunciemos a Jesucristo, a Aristoteles, a Marx, a Ghandy. Si se quería homenajear a otra víctima, bienvenido el gesto, pero ]¿por qué no en otra plaza de las tantas que abundan en la ciudad blanca? por qué no en otro muro de los tantos que conforman el claustro? El nombre de la plaza, lejos de ser el discrecional derecho de una sola generación de estudiantes, es el patrimonio vital, ritual y ceremonial de las muchas que como la mía, han pasado por su acervo. Vienen a mi memoria entre otras: la de Marcelo Torres y el movimiento estudiantil del 71; la de los paros cívicos del 77; la de aquellos que en la frontera de los 70s con los 80s, aupó desde el exilio de sus paredes que le propinaba el estatuto de seguridad de Turbay, la toma de la Embajada Dominicana; la que forjó la campaña presidencial de Jaime Pardo Leal; la generación hiperactiva que en 1982, arrancó el año en una asamblea multipropósito en el edificio 303 de Arquitectura(hoy demolido), con Álvaro Bravo, Edilberto Zapata y otros, que luego lloró en la mañana del 20 de agosto al Maestro Alberto Alava Montenegro, vilmente asesinado por el MAS, y que ocasionó que un grupo de estudiantes enardecidos encabezados por José Cuesta Novoa, Rafael Herrera y otros, levantaran el cuerpo sin vida del Profe, en la calle 26 y lo llevaran hasta la Plaza Che, para velarlo durante 24 horas en el León de Greiff, y que días más tarde cerró con broche de oro el agitado año, en la mañana del 22 de septiembre, con la toma de residencias estudiantiles de Gorgona y Camilo Torres.

Son muchas, las generaciones que inspiradas bajo la egida orientadora de la memoria del CHE, orgullosas y honradas llegaron, se nutrieron, vivenciaron, y al final, dejaron indemne el ya, indeleble nombre de su más importante ágora, como homenaje a quien en vida se caracterizó por su honestidad, entereza, integridad, altruismo y desprendimiento de los privilegios propios de su origen burgués, para convertirse para siempre en el guerrillero heroico y entregarse por completo a la búsqueda del bienestar de los demás. Ernesto CHE Guevara, desde el segundo lustro de los sesentas, cuando fue capturado y luego, cobardemente asesinado en

Bolivia, se erigió en un símbolo de los oprimidos latinoamericanos y mundiales, en sus luchas por emerger de la postración a la que los había condenado la historia. Mientras tanto, el alma matter del país, se convertía en la válvula de escape de las clases populares, subsumidas por el ostracismo cultural y connatural de siempre, para prepararse, emanciparse y superar la pobreza. Su plaza principal se constituía así mismo, en el espacio físico del debate y de las luchas estudiantiles, no sin antes, mostrar desde ella y a través de enérgicas manifestaciones espontaneas, la realidad de una tragedia colectiva que vivían y siguen viviendo las víctimas inherentes a una nación violenta.

Lo que fraguaron aquí los años, no una coyuntura, no una generación, no una minoría; no es entonces, producto del azar, no! es el resultado de una simbiosis dialéctica donde una sucesión decantada de generaciones le impuso al hecho físico, arquitectónico y urbano, un inamovible semántico llamado CHE, una férrea representación de unidad consciente en el imaginario del país, que ha caminado incólume durante décadas enteras y que no se puede desvanecer ahora, ante la volátil arrogancia de una corriente de viento reaccionaria que si la toleramos pasajera, se volverá permanente. En otras palabras, si cambian con facilidad al CHE, que representa 50 años de tradición de lucha para poner a Jaime Garzón; dentro de 5 años será más fácil cambiar a Jaime Garzón para poner a Uribe, o Vargas Lleras o al reciente premio nobel. Sera que esta degradación simbolica o cambio gradual de símbolos, aparentemente inofensivo, es el remate y etapa final de la derechización del alma matter, que en el tema económico ya ha avanzado bastante, desde la orilla pública a la privada? Será que este es el verdadero fondo de las cosas? El relicto de extracción de clase proletaria que ha quedado dentro de la generación actual, independientemente de la proporción y el tamaño a que haya sido reducida en el contexto universitario, no puede sucumbir a la derechización que el estado y el pacto de elites, le está imponiendo a la educación pública y por su conducto a la paz de Colombia! No pasarán!!!

*OMAR BARRERA MEJIA

Arquitecto

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

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