Más allá de las manifestaciones llevadas a cabo el viernes anterior en el país y el mundo en defensa de la vida y en rechazo al asesinato de líderes sociales que se han hecho más visibles en los últimos días, lo importante es que los colombianos desde todas las esquinas del país le pidamos al gobierno nacional que se va y al que llega que:
1. Deje anuncios y discursos y articule trabajos para proteger la vida de las personas, especialmente la de esos colombianos que en zonas apartadas, sectores rurales, caseríos, veredas, corregimientos, pequeños municipios o comunas de difícil acceso se rehúsan a acallar sus voces y dejar de exigir que el Estado los proteja y cumpla con lo que le toca.
2. Cumpla con su deber de proteger la vida, bienes y honra de los ciudadanos a su cargo; asegure las condiciones básicas para tener una vida digna; suministre servicios domiciliarios, pero también de salud y educación de calidad; cumpla con facilitar las posibilidades para desarrollarse como ser humano y mejorar las condiciones económicas y calidad de vida; y, por supuesto, que cumpla con lo acordado en cuanto a recuperar las tierras tomadas a sangre y fuego por los grupos ilegales de todo pelambre.
3. Ah, y lo más importante, que no incumpla los mandatos ciudadanos en defensa de la vida, el medio ambiente y el territorio que han tomado forma de consultas populares contra la extracción minera o de materias primas que arrasen fauna y flora e intoxiquen el medioambiente.
De eso se tratan este tipo de expresiones colectivas ciudadanas —llámese velatón, oratón, plantón, cruzatón o cualquier nombre terminado en ton—, de recordarle a las autoridades que tienen una obligación y un deber ser con todos nosotros, pero en especial con quienes han asumido por convicción o necesidad un liderazgo en defensa de sus validos intereses,
Lo importante es que estas manifestaciones no pueden ser flor de un día. Más bien pensemos que de alguna manera ya hemos alcanzado una especie de talante moral que nos permita volverlas una actividad permanente de reacción ante cualquier acto de violencia contra líderes y voceros sociales de cualquier grupo, movimiento, partido o colectivo o de alguno de sus integrantes.
Con estas expresiones hacemos patria, construimos país desde un tejido social renovado. Estamos sin duda en un momento coyuntural de despertar de la indignación contra todo tipo de abusos, hegemonismos políticos, castas y clanes enquistados en el poder administrativo; rígidas y arcaicas estructuras de poder social en el país que por sus propios errores, horrores y oprobios parecen estar enormemente agrietadas en sus bases y merecen desplomarse.
No podemos olvidar ni por un segundo que como dicen los campesinos “el animal es más peligroso cuando está herido o acorralado” y estos grupúsculos de 100 años en el poder lo están sintiendo. Por eso, nada raro que en los próximos meses o años se incrementen los asesinatos y sean más cruentos, porque tratarán de utilizar la vieja táctica de mermar el fervor popular con miedo puro y duro. Si pasado ese coletazo estas manifestaciones y posturas de respeto frente a la vida y cero tolerancia a la violencia se mantienen, la tarea está hecha y el cambio hacia un nuevo país mucho más cerca.
