Metro de Bogotá: ¿superficial, elevado o subterráneo?

Metro de Bogotá: ¿superficial, elevado o subterráneo?

La discusión se ha orientado a lo jurídico, ignorando las consecuencias prácticas de la decisión que se tome

Por: German Peña Cordoba
febrero 08, 2023
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Metro de Bogotá: ¿superficial, elevado o subterráneo?

En la discusión sobre el metro de la capital se observa una prelación más hacia el tema jurídico que a las consecuencias estéticas y funcionales desde la óptica del urbanismo y la eficiente movilidad.

Se observa demasiado énfasis en la posibilidad de que si se modifican las condiciones iniciales del contrato la ciudad de Bogotá podría verse abocada a posteriores y cuantiosas demandas; pero a su vez no se denota igual preocupación por las fatales consecuencias de una mala decisión sobre las alternativas de diseño que se escoja. Aclaro que no son despreciables las consecuencias jurídicas que se puedan derivar de un cambio contractual, pero habrá que sopesar la decisión con las consecuencias urbanas, estéticas y funcionales. Una mala apuesta en este sentido afectaría a varias generaciones de colombianos

Hasta ahora, en el tráfico vehicular se conocen tres formas de desplazarse: de forma superficial, elevada y subterránea. La superficial es la más instaurada, pero colapsa en los cruces y su dinámica es administrada por semáforos que disciplinan al conductor, pero evitan la continuidad del sistema. Esta forma de desplazarse tiene poca movilidad y frena la fluidez vehicular. De la obsoleta horizontalidad se derivan las fallas que generan las dos formas de solución: el desplazamiento por estructuras elevadas y el desplazamiento por estructuras subterráneas.

En las ciudades colombianas prima lo elevado sobre lo subterráneo o su combinación. Lo superficial, representado por un cruce vial de importancia, con el tiempo se colapsa, porque confluyen dos arterias viales vitales. Un ejemplo representativo de esto es Cali: el cruce de la Luna con Autopista Sur, la Cra 44 o la Cra 42 igualmente con autopista o la salida hacia Jamundí. Ante este colapso, que es una muestra válida para todas las ciudades, la solución ha sido lo elevado, representado por un puente o anillo vial.

El elemento estructural que se desprende del suelo arranca de cero, avanza con una significativa pendiente, normaliza su nivel en un tramo y arranca su descenso hasta llegar nuevamente al nivel cero, desde donde comenzó. Lo anterior es alternativa, porque soluciona el colapso que produce lo superficial horizontal. Es una solución puntual que no surge de manera holística frente al problema de la congestión especifica, porque en una malla vial reticular rápidamente la dinámica crea otro punto y así sucesivamente hasta eternizar el problema. Se necesita una solución radical.

Otro ostensible problema de lo elevado es que crea un problema de deterioro de su entorno próximo. Por las condiciones sociales de inequidad se crean espacios proclives a ser refugio, y ante esto las administraciones locales ofrecen soluciones como la de votar el sofá cuando se presenta la infidelidad: instalar piedras puntiagudas para que no logren estadía prolongada los homeless o instalar rejas que impidan el comercio informal. Todo lo anterior crea unas condiciones urbanas de desvalorización de los predios del entorno que visualmente quedan taponados y el comercio muere irremediablemente.

Un metro elevado independientemente de su eficiencia eventualmente podría producir el mismo deterioro urbano que el puente elevado construido para solucionar el colapso puntual de un cruce vial; la diferencia es que el deterioro del metro elevado se da en toda su extensión y no en un punto específico, como sucede con el puente o anillo vial. Queda la solución subterránea que es la opción preferida por el gobierno Petro y que demanda una modificación de las condiciones contractuales iniciales. Entre lo superficial y lo elevado... prefiero lo subterráneo.

Todo contrato de obra es susceptible a tener obras adicionales, imprevistos y modificaciones, incluso cambios sustanciales a través de un otrosí. No es prudente atreverse a opinar de un megacontrato de estas dimensiones sin conocerlo. Sin embargo, contextualizando la opción subterránea, es de Perogrullo pensar cuál opción es mejor. A todas luces la subterránea es la más funcional: la movilidad subterránea es fluida y el paisaje urbano no se ve afectado, se conserva intacto.

En el suelo de una ciudad como Bogotá subyace una infraestructura de alcantarillado posiblemente obsoleta; igual su sistema hidráulico, redes eléctricas y redes de comunicaciones. Son instalaciones antiguas que afectan cualquier programación de obra, por los imprevistos que eventualmente causan, pero en construcción todo es subsanable y superable.

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