Medidas desesperadas en medio del caos

Medidas desesperadas en medio del caos

"Si el maltrato empieza con golpes e insultos, no espere a darle otra oportunidad, el problema seguirá creciendo y muy probablemente con resultados trágicos"

Por: Camilo Insuasty
mayo 04, 2017
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Medidas desesperadas en medio del caos
Foto: Lifewire.com

Los feminicidios están disparados en Colombia, Argentina, México, Brasil, y esto solo por citar algunos ejemplos de esta parte del mundo. Si nos remitimos a países como Arabia Saudita, Pakistan, Irán, entre otros, el panorama es mucho más gris.

Se han hecho esfuerzos institucionales, hay que reconocerlo, la mayoría de estos derivados como efecto de alguna tragedia más no como una política preventiva. Pero peor es nada, me digo a mí mismo con frialdad, teniendo en cuenta el accionar de la justicia en países como el nuestro.

No obstante, los feminicidios no cesan y cada vez somos testigos de más brutales y despiadados métodos de tortura psicológica y asesinatos cometidos hacia mujeres totalmente indefensas. El meollo del asunto es este: ¿cómo protegerlas?

Este artículo de opinión carece de conocimientos técnicos y burocráticos del aparato judicial y policial colombiano, por lo cual me remito más a un análisis cotidiano de los hechos que enlutan familias y preocupan a las autoridades y organismos de derechos humanos. Para empezar, percibo un error de procedimiento de quienes se manifiestan contra los feminicidios, ya sea de forma individual o en algún colectivo. Siempre se hace pidiéndole acciones concretas al gobierno, a las instituciones del Estado y eso en el papel está muy bien, el Estado debería velar por la seguridad de las mujeres, pero la realidad es como siempre un tanto irreal.

Mientras los colectivos le escriben al gobierno la naturalidad de su ineficacia, hay otros quienes formulan una reconstrucción cultural de la sociedad en donde el anacronismo del machismo quede atrás. Esta intención también es válida y necesaria, pero es un proceso que tomará al menos unas cuantas décadas o por qué no un siglo o más (en caso de lograrse). En resumidas cuentas entre reclamarle al gobierno e idear formas educativas de erradicar el machismo las vidas de las mujeres se siguen apagando día a día. ¿Qué hacer entonces al corto plazo?

Cuando Claudia Jhoana Rodriguez fue asesinada el mes pasado en el Centro Comercial Santafe al norte de Bogotá, la policía manifestó que le era imposible prever el ataque ya que se dio en su lugar de trabajo, más no en su lugar de residencia. En realidad es imposible que haya un policía por cada mujer en condición de riesgo, prácticamente porque no hay abasto de personal.

El asesino de Claudia Jhoana ya tenía antecedentes por haber asesinado a otra mujer hace unos años, pero la justicia colombiana es tan pintoresca que el hombre estaba libre por las razones que ustedes ya conocen. Así que de la justicia esperemos poco, ya que medidas cautelares, citaciones de conciliación y demás procederes no son solo insuficientes sino muy endebles ante el instinto asesino de los psicópatas. De nada le sirvió a Jhoana trasladarse de ciudad y cobardemente su vida fue segada en una crónica de una muerte anunciada.

Sin extenderme más ni resaltar sobre los inconvenientes impensables e inimaginables de la justicia colombiana, hay que hacer algo, ¿pero qué? Formulo bajo este contexto algunas ideas quizá un poco difíciles de concebir, pero que corresponden al título de esta opinión “medidas desesperadas en medio del caos”. Quizá estas tengan un sinfín de trabas, pero su aplicación, probablemente, salve algunas vidas, aunque en realidad sea incierto.

Defensa personal

Que cada mujer amenazada tome un curso de defensa personal, en el cual se le indique además de como defenderse físicamente, ciertas precauciones de movilidad, comunicación e incluso en redes sociales. Sería ideal que el Ministerio de Defensa o la Policía Nacional impartieran estos cursos, pero al decir ideal, quiero decir que estaría sujeto a todo tipo de impedimentos burocráticos y hasta de “presupuesto”. Que esta idea la retomen las organizaciones de mujeres y defensoras de derechos humanos, o que estudien al menos su viabilidad. Si en última instancia ni el Estado ni las organizaciones no gubernamentales toman la batuta es esta abstracta pero no del todo descabellada idea, pues mujeres considerénlo por ustedes mismas. Tal vez sus chances de sobrevivir frente a un ataque de algún potencial asesino sean mayores.

Dotación de armas no letales

¿Por qué no letales? Colombia es un país tan extraño que un homicidio en defensa propia no es válido para que la justicia te indulte y vas para la cárcel quizá por mucho más tiempo que quienes matan indiscriminadamente. Estas armas, o artefactos, o como quieran llamarlos siguen la línea de la primera idea: defensa personal. Con un teaser, gas pimienta u otro implemento se puede neutralizar al menos momentáneamente al atacante. ¿Y si el Estado provee a las mujeres en peligro estos implementos? De nuevo, entramos en un limbo especulativo. Mujeres, si el gobierno y las organizaciones no se ponen de acuerdo, mientras tanto, ¿por qué no considerar llevar un implemento para su seguridad personal?

Rodear a las mujeres

Este punto es más realizable, por decirlo de algún modo. Que la mujer que sea asechada por un maltratador se haga lo más visible posible, que las empresas en las que trabajan estén al tanto, desde sus empleadores hasta sus compañeros, que no la dejen sola, que la acompañen al paradero de bus, que estén en constante contacto, en este mundo gris y egoísta esas pequeñas acciones pueden significar mucho. Que el circulo social de estas mujeres tengan muy claro quien es el maltratador, su nombre, sus facciones, no permitirle ni la más mínima chance. Lo mismo las familias, rodear a la mujer, no dejarla sola, tener canales de comunicación certeros, en pocas palabras, estar atentos entre todos y así minimizar riesgos, que la mujer no se sienta sola en su lucha.

Por último, quisiera mencionar un punto un tanto controvertido. A las mujeres les hago un llamado de escoger mejor a sus compañeros, y decir esto no es echarle la culpa a la víctima como me lo han dicho cada que planteo esta reflexión. Si el hombre tiene antecedentes judiciales (como en el caso de Claudia Jhoana) evitar a toda costa entablar relación con una persona de pasado violento, estas personas dan sutiles señales que deben estar al tanto. Si el maltrato empieza con golpes e insultos, no espere a darle otra oportunidad, el problema seguirá creciendo y muy probablemente con resultados trágicos como lo hemos visto a menudo. No le tengan miedo a la soledad, aferrarse a la vida significa muchas veces tomar decisiones. Estas palabras fueron escritas por un ciudadano el cual de un modo u otro quiere ayudar frente a esta problemática que nos compete a todos.

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