Me hubiera gustado que me abortaran. Sería feliz

Me hubiera gustado que me abortaran. Sería feliz

¿Se ha hecho un estudio del estado psicológico de los niños, hoy jóvenes o adultos, no deseados y nacidos en contextos precarios? Hubieran querido ser abortados

Por: Hernando Copete Ortiz
febrero 23, 2022
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Me hubiera gustado que me abortaran. Sería feliz
Foto: Leonel Cordero

Entender las diferentes modalidades del aborto es clave para conocer sus diferentes formas de materialización: existe el aborto espontáneo, que simplemente es natural; el aborto retenido, cuando el embrión o feto muere dentro del útero; el aborto indirecto, causado por otras condiciones relacionadas con las enfermedades, infecciones, tratamientos médicos o las diferentes formas de accidentes por los cuales puede pasar la madre; y el aborto directo, asociado a la toma de decisiones de orden personal o médico: por malformaciones o problemas congeniticos, traumatismos de nacimiento, infecciones, riesgo de la propia vida, acceso carnal violento, incesto, precariedad económica (pobreza absoluta), o formas de racionalizar o ver el futuro.

Es así que conociendo su propio modus vivendi (madre), y la esperanza, como calidad de vida, es posible que piense que ese nuevo ser va a tener o no una vida exitosa, o no tendrá significado y mucho menos un contexto colectivo o social que sirva como catalizador para potenciar a ese ser.

Demos una mirada muy superficial e histórica sobre este tema. En la revista cubana de medicina general integral volumen 26 número 1 de enero-marzo de 2010, se encuentra el artículo titulado “El aborto dentro del contexto social”, de Ariana Isla Valdés y otros. De allí extraje textualmente lo siguiente:

“En los pueblos primitivos con patriarcado absoluto, el jefe de la familia podía vender e incluso matar a sus hijos, aún antes de que estos hubieran nacido. En esas circunstancias, el aborto no era punible; se pensaba que el feto pertenecía al cuerpo femenino y dado que se entendía que la mujer era propiedad del hombre, también lo era el fruto de la concepción, sobre el cual el jefe masculino de la familia tenía así absoluto derecho”.

Adicional a ello, allí se plantea que en la América precolombina se hizo uso de hierbas abortivas o medicinas tradicionales y en Grecia; las prácticas abortivas eran abiertas, y en especial con el incesto o para limitar la cantidad de hijos por familia.

La prohibición del aborto surge con el cristianismo. En consecuencia, se puede deducir que el aborto es un problema de orden sociocultural. En consecuencia, las relaciones humanas deben ser muy claras y respetuosas de las diferentes concepciones de vida.

Lo anterior me trae a la memoria cuando alguna vez visité una iglesia en Bogotá del siglo XVII, ubicada sobre la carrera octava con calle novena, hoy conocida como el museo Santa Clara, cerca de la residencia del señor presidente. Me comentaban, en ese entonces, que en los antiguos conventos en Polombia (comunidades religiosas, de dominicanos y franciscanos), y especialmente allí, llegaban mujeres que, “supuestamente”, las había llamado Dios a integrar sus filas.

La verdad es que eran mujeres de estrato alto, que estaban embarazadas, y allí tenían a sus hijos o los abortaban. Después de estas acciones, volvían a sus hogares y sustentaban, junto con su familia, que realmente no tenían la devoción para ser monjas, reintegrándose a su vida social.

Tomado de Sixirei, Carlos. Sexualidad, Razas Impuras y Control Religioso en la Colombia Colonial. Psicología Política, 13 (26), 25-36. 2013). Extraje textualmente lo siguiente:

“En la Nueva Granada colonial, como en el resto de los territorios hispanos del Nuevo Mundo, la pérdida de la virginidad de la mujer blanca ocurría dentro del matrimonio. Si la mujer había mantenido relaciones con anterioridad y esto llegaba a oídos de su familia, acababa, por lo general, en un convento o en un matrimonio a la fuerza en el mejor de los casos, o en el cementerio en el peor. La deshonra caía sobre toda su parentela que era objeto de habladurías y burlas y las mujeres procuraban, en consecuencia, ocultar por todos los medios que ya no eran vírgenes y más aún si la pérdida de tan valorada condición iba acompañada de un embarazo, de ahí la multiplicación de componedoras y arregladoras de virgos descompuestos, expertas en provocar abortos, en buscar familias de adopción que callaban y cobraban respetables cantidades por los servicios prestados, o en depositar recién nacidos en los tornos de conventos”.

Los cementerios tenían una clasificación, unos hechos para enterrar cadáveres de suicidas y asesinos, los demás iban a parar, como se dice popularmente, a las iglesias, templos, capillas de conventos (Monika Therrien); claro, sÍ tenían y podían pagar sus costos, fúnebres. A la calle solamente llegaban los cuerpos de la gente pobre y menores de edad no bautizados.

Se encontró un cementerio para niños, en el convento de San Francisco, Cartagena (El tiempo 22 agosto de 2019), dicen que por enfermedades, falta saber sus cantidades y cuántos de ellos fueron por orígenes abortivos.

En consecuencia, nos enfrentamos a un dilema, paradoja a la vez. ¿Es más importante el ser humano, como tal, y su libertad?; o es con la muerte que se encuentra la liberación, ¿de un futuro incierto? (antes de nacer). Lo otro sería un suicidio, decisión tomada por una persona en forma racional o emocional. Es el futuro y la felicidad que entra en juego para el feto.

Sería muy interesante adelantar un estudio, sobre el acoso, abuso y la explotación sexual, al igual que los contenidos de los discursos sexistas y de peso patriarcal elaborado por nuestros “políticos”. Una cosa es lo que dicen y otra es lo que aplican. Es evidenciar cuántos embarazos son por actitudes dominantes, de poder y cuántos por inmadurez de sus actores.

Alejandro Ordóñez Maldonado (ordeña y es mal donado) dijo: “Un Estado que decide eliminar una porción de los seres humanos, desde el primer día o hasta la semana 24, se convierte en genocida y totalitario. Duele ver cómo la sociedad es sometida por la cultura de la muerte”.

Cultura de la muerte que se encuentra generalizada, en este país (líderes, niños, “homicidios colectivos”, etcétera). Es como decir “estoy vivo y listo para morir”. Nosotros, sociedad, definimos y permitimos las técnicas, procedimientos, justificaciones, vulnerabilidades, victimas y espacios, para acabar con la vida de un ser humano. ¿Esto no es también totalitarismo, no permitir tomar mi propia decisión sobre mi vida? Lo triste es que para ello no existen límites de tiempo.

Sara Jimena Castellanos Guerra (pastora, que dará guerra a su propio género), antes de escribir lo que dijo sobre el aborto, me recuerda a Sara de la Ciblia, pues era esposa de Abraham y lo provocó para que tuviera un hijo con su esclava Agar, que luego la expulsó con su hijo Ismael. Madre soltera, cabeza de hogar.

Esto fue lo que expresó: “No se puede hablar de libertad sin el derecho a vivir. Despenalizar el aborto hasta la semana 24 es legalizar el asesinato”. A mi pastora le falta entender que vivir, no es simplemente respirar. Se requiere un contexto sociopolítico, donde los enfoques críticos, como este, la pluralidad cultural, permita construir lo jurídico, desde los procesos sociales, que nos den cabida a todos para criticar y ser aceptados.

David Alejandro Barguil Assis: “¡La decisión de la corte produce dolor! El aborto no puede convertirse en un método anticonceptivo. ¡No lo permitiremos! Provida. Lo peor, creo, no entiende el dolor de la mujer, que no se genera por su propia decisión o acompañada por su pareja. Ella o ellos visualizan es su futuro. Y en cuanto a los métodos anticonceptivos, eso es lo que se tiene que enseñar. Nos debemos anteceder a los acontecimientos, ser prospectivos con la vida.

Los anteriores personajes son religiosos y en consecuencia recurren a la fe religiosa, pues la creencia sobrenatural y sin fuentes empíricas o su demostración se convierten en un dogma y aprovechan la cultura religiosa de nuestro país. No olvidemos que los españoles mataron nuestra religión muisca, que habla de la creación, civilización (politeísta).

La siguiente información fue tomada del documento titulado “Diversidad religiosa, valores y participación política en Colombia”, de William Mauricio Beltrán y Sonia Patricia Larotta Silva, producto de una encuesta aplicada en 2019.

El 57,2 % de los colombianos practican el catolicismo, como su credo. El resto son evangélico/pentecostal (19,5 %), creyente no afiliado (13,2 %), agnóstico (3,3 %), testigo de jehová (1 %), adventista (1 %), protestante (0,9 %), otra (0,9 %), ateos (3,3 %). En resumen, el 97 % de la población colombiana, profesa alguno de estos tipos de religión y desde esta perspectiva, es fácil de persuadir.

Debemos tener con claridad y diferenciar qué es ser pro-abortista (exigir condiciones legales y seguras); y qué es ser defensor de la moralidad del aborto.

No es una decisión azarosa, como la de lanzar una moneda. Lo que se debe responder es: ¿quién garantiza que esa va ser una vida valiosa? Lo que podemos ver es que nuestro contexto lleno de privatizaciones de bienes comunes, donde el embrión (ser en potencia) será víctima de espacios tóxicos (lugares donde no se encuentra la solución a su misión) como la salud, alimentación, educación, vivienda, libertad, trabajo, conocimiento, familia disfuncional, etcétera. Podríamos, preguntarnos si estas condiciones le van a garantizar un crecimiento, ausente de riesgos y con condiciones para potenciar sus habilidades.

Entiendo, y de manera muy clara, por qué los jóvenes hoy día (algunos, que van creciendo en cantidad) prefieren criar a los animales, a cambio de unos hijos. Existe la frase popular que dice: “Mientras más conozco al ser humano, más quiero a mi perro”. Se podría decir que ellos elaboran unos análisis o estudios de costo-beneficio. Los hechos afortunados no tienen valor ni realidad. Estos pensamientos de la clase pobre como: “Cada niño nace con un pan bajo el brazo” y lo peor estaba asociado al varón, quien era la fuerza de trabajo, es un sofisma de distracción. Ya no tiene credibilidad. Frente a esta posición dirán que esa persona no tiene sentimientos. El hecho es que los sentimientos no prolongan la vida, ni la hacen exitosa, ni le da de comer.

La toma de decisiones más importante, antes de presentarse el aborto, es evitar los embarazos no planeados, azarosos. Las relaciones sexualeS no se deben tomar como una actividad, divertida, deportiva o si da papaya, toca aprovechar. Esta relación es un trabajo en equipo, dentro del cual cada uno es igualmente responsable. Esto significa que la responsabilidad de lo no deseado (ineficacia) y su proporcionalidad es de dos. No olvidemos que “el amor no se condena, sino se encondona” y el condón debe ser revisado previamente (evitar defectos).

Se debe tener muy claro si la relación de pareja está cargada de verdadero amor, es estable y la comunicación, es sincera. Tener hijos es una decisión mutua y no producto de una noche de placer. Para mí, tener hijos por debajo de los 25 años de edad es ser irresponsable, pues falta madurez. Se requiere saber enfrentar las diferentes circunstancias que se le aparecen en la vida. Lo anterior requiere que exista una independencia personal, valerse por sí mismo, saber compartir, tener confianza mutua; saber manejar las discusiones, como fuente de empoderamiento de pareja. Estos son elementos o factores esenciales, para una buena y exitosa relación de pareja. Claro, debemos meter la mano en los bolsillos y no esperar el pan bajo el brazo. Por último, no se debe mezclar el dinero con el amor. Son cosas totalmente independientes.

Con el aborto, actualmente no se sabe si son o no castigados los victimarios. ¿Qué se dice de las violaciones, incestos, de menores de edad, jóvenes? La víctima es la que lleva del bulto. Aquí surge el dicho popular “La justicia es para los de ruana”. Se aplica es a los pobres y se les niega sus condiciones, justificaciones y argumentaciones. Parecido a castigar a una persona de la tercera edad (86 años) que roba para alimentarse ella y su familia. Otros roban millones y no les pasa nada, sus justificaciones son escuchadas, dándole validez.

Ahora bien, se ha hecho un estudio de ¿cómo es el estado psicológico de los niños, niñas, hoy jóvenes o adultos, no deseados? A mí no me gustaría estar en esa posición. Me hubiese gustado que me abortaran y estaría muy agradecido con esa madre y padre que tomaron la decisión. Creería que analizaron muy bien cómo podría haber sido mi futuro, y más en Polombia, donde las condiciones de vida y esperanza, son para unos muy pocos.

Qué feo sería que le dijeran a uno que fue recogido de “chimba” (golpe de suerte) o gracias a Dios, al borde de un río o en un basurero y con el cordón umbilical; y con el tiempo, ser famoso, a través de los canales públicos y privados de televisión donde el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) busca mis padres o familiares de algún grado de consanguinidad.

Volvemos con paradojas; si encuentran a alguien, le hacen el estudio para verificar si tienen o no buenas condiciones de vida, para suministrarme. Es decir, si en ese hogar no existen condiciones de riesgo, en campos como la salud, nutrición, educación, vestuario, vivienda (no hacinamiento), núcleo familiar estable, ingresos, psicológicos, etcétera, me devolverán allí. De lo contrario seré donado a familias extrañas y posiblemente extranjeras.

Esta es una sociedad deprimida, juegan con nuestro dolor. El obstáculo al cambio social por parte de unos politiqueros es muy grande. Son inteligentes,. pues se valen de la ignorancia del pueblo, fortalecidos por las creencias religiosas, donde el patriarcado se impone sobre los cuerpos de las mujeres, y ser madre es una obligación. Se dice que nacieron para eso.

Nuestros dirigentes no critican, sino censuran este tipo de muertes; cerrando los ojos ante cuántas muertes dejan otras situaciones, en escenarios como la salud, transporte, protestas, atracos, vías públicas, centros comerciales, desnutrición, etcétera. A eso si le podemos llamar vida.

Para finalizar, las decisiones no deben ser si se castiga o no el aborto. La decisión, real, clara, es que nos existirán los abortos directos personales por cuanto la educación sexual traerá el compromiso de tener unas relaciones sexuales responsables.

Los indicadores de una excelente vida sexual se debería medir con el cero abortos directos. Significa que las personas han entendido que la calidad de la vida sexual estará dada por la calificación que ellos le den a la cantidad de veces que lo hagan, cómo expresan su placer, los lugares preferidos, vestimenta, aromas, etc. y, en especial, la eliminación del riesgo a quedar embarazados o la decisión mutua, racional, de tener hijos. Hijos no producto del placer, del instinto. Lo racional debe estar por encima de lo instintivo. Lo malo es que no sé cuál debería ser esa medida.

Para terminar y como se dijo anteriormente, las parejas de hoy y futuristas no tendrán hijos, no abortarán, solo se dedicarán a criar animales domésticos. Se vendrán sociedades viejas donde el Estado entrará a premiar a las familias. Los hijos del futuro no nacerán por amor simétrico, sino porque los gobiernos pagarán por cada uno de ellos y espero que no tengan más valor los hombres que las mujeres. Para ese tiempo, pueden crecer los abortos y no por decisión moral, sino por decisión económica, prefiriendo un sexo.

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