"Me cansé de la frivolidad del Carnal de Barranquilla"

"Me cansé de la frivolidad del Carnal de Barranquilla"

La inseguridad, la incomodidad de conseguir un palco, hartaron a este ciudadano de evento más importante de la Costa

Por: Andrés José de la Concordia
enero 22, 2017
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

Toda la vida he ido al carnaval de Barranquilla: Desde el vientre he escuchado las carrozas, la cumbia, el festival, entre otros desfiles y performances propios de la ciudad donde me honra haber nacido. Parece más "El Carnaval del Desorden", uno que por objeto te saca todo el tiempo de la monotonía, y no sólo los cuatro días que, de distracción y libertad (y de paréntesis existencial) te brinda su festividad: "¡El Carnaval de Barranquilla, vamos todos a gozar!".

Mas, este año no voy a gozar, y ello se debe a la única pero sustancial razón de que, ¡Me cansé!

Me cansé de tener que aparentar "estar bien" cuando, en realidad, son innúmeras las razones que te da tu propia tierra, la tierra en que naciste y creciste entre tantos problemas, para aún en estas fechas esconderte detrás de las fiestas.

Desde la consolidación de un tratado de paz que los mismos "beneficiarios" rechazaron, hasta el alza del IVA, producto de una "inexistente" reforma tributaria, Colombia navega perdida en el mar de las Apariencias

Es mentira que todo el tiempo no puedas estar mal, así como que, a cada instante, no te encuentres sumergido en tu zona de confort, porque, precisamente, el carnaval es la zona de confort de todo aquel que, aunado a la costa, haya creado un modelo de vida, gracias a este tipo de tradiciones populares, que sin importar tu raza, cultura o posición social, te incluye en sus fiestas a cambio de tu alegría.

Entiendo el carnaval como una condición moral a la cual están sujetas las personas como un paroxismo que, necesariamente, se revela ante las dificultades cotidianas del ser barranquillero, y que así, nos aleja de la realidad.

Por otro lado, me cansé de tener que rebuscar un lugar donde fuese posible observar, más allá de los palcos y demás negocios elitistas, los disfraces que, de niño, tanto me cautivaron por el brillo de sus colores, que acompañados de la incesante música de los pick-up, te ponían a bailar en mitad de la carretera, porque no habían conflictos que obligaran a delimitar la zona carnavalera.

Sin embargo, también es verdad que antes (y todavía) en la celebración de estas fiestas sin igual, hasta el menos "pegoste" se puede sumar, e incluso, recrear en su propio hogar, todas aquellas pachangas extracurriculares que se explayan durante el eterno carnaval; quizá, de ellas, la más famosa sea "la guacherna", que desde un segundo plano (antes de los bazares, y otras rumbas callejeras) propone la continuación de una "lectura del bando" que da inicio a la bartola. 

Hoy en día hay mucha delicadeza manifestada por parte de las personas que, del carnaval, han hecho un culto mediante el cual, en lugar de rendirle tributo a "Changó" o"Joselito", se lo rinden a sí mismos, apelando merecerlo después de tanto trabajar.

No es mi intención declarar que la sociedad barraquillera se merezca o no su carnaval (o que unos lo merezcan más que otros), sino que muchas veces dejamos escapar ciertas particularidades que nos disgustan, y que precisamente, salen de las manos de quienes adoran su carnaval, hasta el punto de "pasarse de piña". 

Ejemplo de lo anterior, son las personas que, contra cualquier mal que de ellas no venga, mantienen al maximo el volúmen sus equipos de sonido hasta altas horas de la noche, a las cuales, como se ha mencionado, se trata de tolerar a toda costa; se evita incomodar que las personas piensen que eres un aguafiestas, o que eres un "aguacatado" por el hecho de ser más quienes te replicarán que, en carnaval, y sobre todo en la arenosa, "quien lo vive es quien lo goza".

Me cansé de las apariencias, de la frivolidad, de estar viendo cómo nuevamente la televisión da su opinión novela a novela de los barranquilleros; me cansé de la inseguridad, de estar corriendo el riesgo que hoy existe de ser robado o agredido a mano armada por un grupo de desadaptados sociales, que ahora, durante estas fiestas, sólo aprovechan el desorden para hurtar las pertenencias de los demás. 

Entre la mezcla de malas experiencias carnavalezcas tanto personales como de segundos y terceros, me cansé de estar a la espera de "algo nuevo", algo que después de navidad, y de año nuevo, me traigan consigo los carnavales; enseñando que disfruto de la gente, del ambiente, de las pequeñas pero exclusivas vacaciones que se toma esta bella (aunque compleja) ciudad, cuando, detrás de todo, solo son apariencias. 

 

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