Marquitos Figueroa, un bandido vuelto predicador

Marquitos Figueroa, un bandido vuelto predicador

El guajiro pasa sus días a la cárcel Picaleña de Ibagué dedicado a la oración y a predicarle arrepentimiento a los presos, queriendo olvidar su sanguinario pasado

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julio 09, 2020
Marquitos Figueroa, un bandido vuelto predicador

La primera vez que Marcos de Jesús Figueroa supo de la muerte tenía cinco años.  Su papá era un campesino que vivía de vender ganado en Conejo, corregimiento de Fonseca, Guajira y se convirtió en uno de los arroceros más prósperos de la región. Incluso la finca donde está ahora el ETCR del excomandante de las Farc Joaquín Gómez, es de propiedad de su abuela, a quien el estado le paga arriendo. Creció pues con muchos coterráneos que tomaron el camino de la política y los negocios, unos legales y otros, como los suyos, ilegales.

Desde niño, era indomable. Siempre más bajito que los demás, siempre vestido de vaquero, como uno de esos protagonistas de Bonanza, la serie que tanto le gustaba. Le pusieron Marquitos por eso, por su estatura. Con dos de sus hermanos montaron una oficina criminal, ellos le cobraban las deudas, cuando apenas tenían 20 años, a los capos más duros de la Guajira. A los 24 ya estaba encerrado en una cárcel en Santa Marta, un lugar en donde estaría unas cuantas semanas antes de volarse en una volqueta.

Ya, en 1996, era uno de los bandidos más temidos de La Guajira. Era tanto el poder que tenía en Conejo, Guajira que las mamás de los hijos que se portaban mal lo iban a buscar para que los reprendiera. Desde esa época viene su otro apodo, el de El perrero de los malcriados. También, desde esa época, data su relación con Salvatore Mancuso y las Autodefensas Unidas de Colombia. Combinaba sus movidas al filo de la ley con empresas legales como la que fundó : la Sociedad Guaymaral Ltda, a la que vinculó a otros poderosos como Jorge Gnecco Cerchar, uno de los empresarios más poderosos de la Costa.

No solo fue su amigo sino también su jefe de seguridad. Junto a Gnecco, dueño de extensas plantaciones de palma africana, vivió una de las guerras más encarnizadas que recuerde La Guajira. En el enfrentamiento entre Jorge 40 quien buscaba arrebatarle el corredor de  la Alta Guajira y la Sierra Nevada de Santa Marta al otro paramilitar de la zona Hernán Giraldo, el sanguinario Taladro –poderí que heredaron sus hijos, los Pachenca-, Marquitos Figueroa escogió el bando de Taladro. Y ganaron.

Pero no quiso quedarse solo en el frente de la guerra y el control territorial. También buscó jugar en la política, de la mano del clan de los Gnecco. Jorge  financió el Grupo Organizado ¿? Popular Liberal, con el que consiguió sacar gobernador del Cesar a su hermano Lucas y que su otro hermano Pepe,  llegara al congreso. Mientras los Gnecco se ocupaban de la política, Marquitos se convertía en el  gran traficante de gasolina de La Guajira. Sabía de todas las rutas. Conocía todos los caminos.

El 10 de agosto del 2001 un crimen cambió el rumbo del mundo delincuencial de La Guajira. Jorge 40 mató a Jorge Gnecco después de tenderle una trampa. Lo invitó  a una reunión en una finca en Fundación, Magdalena para aprovechar y cumplir la orden del jefe de las AUC Carlos Castaño, y asesinarlo .

El golpe para Marquitos fue tan inesperado como duro. Se supo propuso superarlo pero con más sangre y más plata. A la gasolina se le sumó el negocio de la coca, hasta convertirse en uno de los  poderosos de la región y puso a los políticos a hacer fila para hablar con él. Entre los que llegaron estaba Kiko Gómez. Fraguó un pacto con Marquitos que le sirvió para llegar a la gobernación de La Guajira en el 2008. Formaron la banda Los Curicheros y se dedicaron a despejar el camino a punta de bala. Kico Gomez está condenado a 55 años por haber asesinado a Henry Ustaris esposo de la exalcaldesa de Barracas, Yandra Brito,. y Marquitos Figueroa está acusado de hombre señalado de ser la cabeza de una organización dedicada al contrabando de gasolina, narcotráfico y servicios de sicariato en La Guajira.

Durante años Marquitos le sacó el quite a la justicia.  Estuvo desde el año 2000 en Venezuela y por eso se le perdió el rastro en Colombia, hasta que el  22 de octubre del 2014 fue capturado en Boavista, Brasil. Dos años después, el  27 de abril del 2016 , fue extraditado por el gobierno de Vilma Roussef y entregado a la justicia, con Nestor Humberto Martinez ¿? en cabeza de la Fiscalía, quien le  activó su dossier criminal.

Su nombre volvió  a sonar, y con volumen por cuenta de la Ñeñe Politica. El pasado 25 de febrero un juez especializado de Bogotá detectó que el el ganadero  Ñeñe Hernández, asesinado en Brasil, había inyectado dinero a la organización criminal de Marquitos Figueroa, y el ganadero a su vez había sido financiador de la candidatura del Presidente Ivan  Duque. Identificaron bienes que pertenecían a un nucleo familiar y societario y la orden de extinción de dominio del 29 de abril del 2020. Tocó los bienes de Carlos Garcías Castaño, alias La Penca, integrante de la estructura criminal de Marquitos Figueora, especializado en extorsionar a comerciantes venezolanos y de La Guajira. Ese hombre habría tenido contacto directo con el Ñeñe Hernández.

Pero Marquitos Figueroa pareciera estar en otra parte, desprendido de los bienes terrenarles por los que tanta violencia desplegó, como lo deja ver en este video en el que se muestra como predicador arrepentido, de Biblia en mano, en la cárcel de alta seguridad Picaleña de Ibague. Las expecatitivas de convertirlo en un testigo clave de la ÑeñePolítica pueden terminar frustrada porque indica que ahora la única cita que quiere cumplir es con Dios.

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