En 2012, a Manolo Cardona le cambió la vida. Decidió ponerle fin a su etapa de rock star cuando las mujeres más cotizadas del país peleaban por estar a su lado. Escogió a una, Valeria Santos, y se casó con ella ese año.
Aunque era la sobrina del presidente en ejercicio, Juan Manuel Santos, el matrimonio se hizo en un mood hippie con ceremonia indígena en el teatro Adolfo Mejía y la recepción fue en el baluarte San Ignacio.
Muchos decían que iban a durar poco como suele ocurrir a las parejas más deseadas del país, pero ya son once años, dos niñas y una vida en México. Valeria es una de las periodistas más prestigiosas de Colombia, al lado de Julio Sánchez Cristo en la W Radio. Valeria es hija de Felipe, el más rebelde y bohemio de la familia y de Gina Benedetti, quien ahora es esposa de Enrique, el otro hermano Santos.
Para Manolo Cardona mucha agua ha corrido desde sus inicios. No tenía un año cuando hizo de Niño Dios en los pesebres navideños de su casa familiar en Popayán. En aquel entonces, su papá, Javier Enrique, era el Alcalde de la ciudad, estaba dedicado a la política e intentaba sacar adelante cinco hijos.
El Alcalde soñaba con que Manolo estudiara finanzas y negocios internacionales para que tal vez, algún día, siguiera sus pasos en la política o se convirtiera en empresario. Nunca pensó que Manolo terminaría en la actuación, algo que para ese entonces, no era considerado una carrera sino ‘cosa de hippies’.
La familia terminó mudándose a Cali mientras Manolo estudiaba con los jesuitas en el Colegio Berchmans. Su pinta le abrió la primera puerta para ganarse una plata, pues lo contrataron para hacer una publicidad de zapatos.
A escondidas de su papá, pero motivado por su hermano Frank, se presentó a una agencia de modelaje en Bogotá y de nuevo, la pinta le ayudó. Lo llamaron para hacer casting en la serie Padres e Hijos, compitió con 600 actores y sin inexperiencia, pero con ganas de comerse el mundo, se quedó con el papel. Desde entonces no ha parado, lleva más de veinte años en la televisión, el cine y ahora es productor.
Fue el rostro de eventos para People en Español y rápido se hizo conocido en toda Latinoamérica. Como era ambicioso y aspiraba a incursionar en el cine, debutó en Hollywood junto a la ganadora del Oscar, Hilary Swank, en Prueba de Fe (The reaping) y junto a Sharon Stone en Border Run. No demoró en que Disney lo llamara, lo querían de inmediato en el film Un Chihuahua en Berverly Hills.
Manolo alcanzó el éxito en la televisión y el cine, pero quería más. Junto a sus hermanos Frank y Juancho, creó la productora 11:11. El proyecto era ambicioso, quería darla a conocer por todo lo alto y llevó a las salas de cine El cartel de los sapos, su esfuerzo se reconoció cuando la película fue escogida para representar a Colombia en los premios Oscar a mejor filme en lengua no inglesa.
Con su productora, Manolo le provee contenido al Canal RCN, pronto se extendió a México para TV Azteca y Claro Video, ha ganado terreno en República Dominicana y así ha ido ampliando el horizonte del mundo de la actuación al del empresario de la televisión.
Mantiene la sencillez con la que fue criado en una familia normal de provincia a la que el apellido Santos no la descoloca ni los deslumbra. Valeria, su esposa, es simplemente su esposa. La fama es una palabra que no existe en su vocabulario, ni siquiera ahora, cuando acaba de firmar un contrato de exclusividad con Telemundo para protagonizar telenovelas y lanzarse al ruedo como presentador.
Siete años lleva la pareja en México. Valeria se fajó con el cubrimiento que hizo para W radio y Manolo sigue haciendo lo que muchos actores sueñan y no pueden: poder transformar sus ideas en proyectos reales. Mientras la mayoría de los actores piensan cómo carajos van a sobrevivir, Manolo tiene su futuro asegurado, lejos de las angustias que genera trabajar en los dos principales canales y en México transformó su destino al lado de la mujer que adora.
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