Luis Eduardo Ramos Badel
Opinión

Luis Eduardo Ramos Badel

In memoriam

Por:
julio 13, 2019
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A manera de obituario empezaré diciendo que Luis Eduardo Ramos Badel (Sincé 1952-Medellín 2019) pertenecía a ese minúsculo ejército de perseguidores de las utopías que tanto se necesitan en estas tierras de impuros, acostumbrados a la desesperanza y a la desazón cuando pocos son los sueños que se cumplen o se hacen cumplir en estas sabanas del Caribe nuestro.

Lo encontré la primera vez desde la academia en Sincelejo en una universidad pequeña (acá no hay cosas grandes) y en horario nocturno, donde apenas empezaban a llegar estudiantes que buscaban salir del atolladero al que la vida los había conminado. Vertical y austero impartía sus directrices y al mismo tiempo dejaba asomar un aire eterno de tranquilidad absoluta combinado con una ambigua madre aflorando entre la permisividad y la disciplina.

Desde esos momentos de encuentros académicos por allá por los inicios de los 90 del siglo pasado hasta estos días en lo que gozaba de una merecida pensión arañada entre las infamias de los fondos privados, manteníamos siempre un contacto en la medida que las circunstancias y los aquelarres institucionales de la región lo permitían y nuevamente renovábamos votos de amistad y querencia sabanera en cada encuentro.

Luis Eduardo anduvo cerca y lejos del poder en diferentes instancias, porque los perseguidores de utopías tienen el sagrado derecho a equivocarse varias veces. Pertenecía a esa masa generosa de sinceanos (dícese de los nacidos en Sincé – antigua comarca de Mexión para los Cenúes y actual departamento de Sucre) que por gracia de la inteligencia y los buenos contactos, accedieron a cargos públicos y académicos desde donde aportaron mucho en la construcción de sucreñidad. Por ejemplo, Luis Manuel Espinosa, Elmer De la Ossa, Miguel Iriarte y Omar Castillo Núñez entre otros.

En cargos del sector privado (hasta fungió de empresario de escuela de conducción), en la academia y en el sector público, Luis Eduardo estuvo al tanto de muchos acontecimientos que marcaron la gestión de la planeación en el Sucre que no para de sufrir. Hasta un fugaz paso por la gerencia de Telecaribe donde se enfrentó al “momiato del Canal” en Barranquilla. Cuéntese también una fallida aspiración popular a la alcaldía de su Sincé de las entrañas.

Pero fue la planeación como actividad lo que más le gastó esfuerzo y concentración a sus sueños de sinceano no renegado. Tanto en la Gobernación como en la Universidad de Sucre pudimos compartir escenarios y discusiones para develar los misterios que las utopías le tenían reservado a este extraño territorio de “gentes de malas”. Los Planes (con mayúscula) ocuparon sus insomnios y reposos y en ellos quedaron a medias y sin medias, las realidades sin transformar y las decepciones que produce el muro de la desolación de lo público en un Sucre de nadie.

En últimas después de los sueños y las utopías no queda sino el cansancio de la persecución y el convencimiento de que seguiremos caminando.

Coda: hasta siempre Luis Eduardo Ramos Badel, nos quedamos debiendo unos vinos extraviados en las promesas de la palabra y en la falsa quietud de un mediodía. Ah y saludos al viejo Alejandro Mieles en la dimensión donde deambule.

 

 

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