Los toros ahora en manos de oportunistas políticos

Los toros ahora en manos de oportunistas políticos

La reapertura de la Plaza de Toros de la Santamaría dio ara que militantes de izquierda, y de derecha, entrelacen espadas

Por: David Morris
enero 28, 2017
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Los toros ahora en manos de oportunistas políticos

La reapertura de la Santamaría de Bogotá después de 5 años de clausura para la fiesta brava, significó una gran pérdida para el movimiento animalista y para aquellos que consideran que la tauromaquia es una viva expresión del maltrato animal.

El regreso de la temporada taurina a Bogotá, dejó entrever, las pasiones tan exacerbadas que este tema genera dentro de la sociedad. Evidentemente, la mayoría de la población capitalina repudia con frenesí esta práctica heredada de los españoles, pero hay otra, la cual no renuncia a perder la heredad de una actividad a la cual consideran tan propia y legítima como cualquier otra.

Antes que nada, válgaseme mencionar que no toda la tauromaquia busca la muerte del toro. Usualmente, la defunción del toro se produce en las corridas de estilo español, es decir, las lidias a las cuales estamos acostumbrados, donde aparecen las figuras del matador y del rejoneador.

Dentro de la tauromaquia, existen un sinnúmero de estilos y, no en todas, su fin es darle muerte al toro. Uno de los estilos más aplaudidos por la bravía de los toreros y por el uso nulo de la violencia sobre el animal, se da en las recortadas, un estilo novedoso en donde los saltos y regates milimétricos sobre el animal le convierten en un entretenido espectáculo para los amantes de la tauromaquia y, de tranquilidad para quienes abogan por el respeto a los derechos del toro. (https://www.youtube.com/watch?v=AukHt8_N1zs)

Asimismo, existen el estilo portugués, los forcados, las capeas y los courses cuyo objetivo no es matar al toro (Tercer tiempo) y, en alguna de ellas, el maltrato físico es inexistente. Entonces, ¿Qué se debiere hacer al respecto? ¿Prohibir, regular o llegar al consenso?  Tomar cualquier decisión, afectará de gran manera la convivencia entre las partes, por ello, no creo que la solución deba ser la prohibición o la regulación del tercer tiempo de las corridas, novilladas o becerradas. Por el contrario, tanto taurinos como animalistas, han de procurar la búsqueda de un punto medio en donde pueda permitirse las corridas sin maltrato al toro.

Por ello, la Corporación Taurina ha de prescindir de las concepciones carpetovetónicas, mediante las cuales, se ha inhibido la posibilidad de replantear la fiesta brava. Pretender la perpetuación de la muerte del toro, aduciendo a la herencia hispánica y, lo peor, negar cualquier intento de reformación por ser estilos ignotos para una parte de los espectadores taurinos, resulta ser un punto de vista egoísta y poco conciliador para todos aquellos que quieren la protección y defensa de los derechos del toro.

De la misma manera, los animalistas han contribuido con lo suyo, para evitar cualquier intento por reformar la tauromaquia. Si bien, no ha de desconocerse la violencia y crueldad que en algunos espectáculos los toros sufren, empero, si existe la probabilidad de reformar la tauromaquia haciéndola capaz de eliminar la violencia física sobre el toro, entonces, por qué ha de entorpecerse este intento so pretexto de maltrato. Si los animalistas arguyeren que el maltrato al toro radica en el uso del animal para usufructo y diversión humana, esto, sería un argumento que se caería en su propio peso; pues, bajo la lógica de ese argumento, sacar a un perro a eventos caninos o amaestrarlo para que nos den la mano cada vez que lo requerimos debería ser parte de un maltrato, pues ello, se hace pensando en el usufructo humano antes que el animal.

Otro argumento falaz al cual se está recurriendo, es dividir a la sociedad, en torno a una dicotomía que presupone enmarcar a los taurinos como fidedignos exponentes y símbolos de la oligarquía y la derecha. No habría mayor insania que creer las falacias, mediante las cuales, algunos tratan de dividirnos como sociedad, tanto la tauromaquia como el animalismo, no buscan el plácet de determinados grupos ni pretenden circunscribirse alrededor de una ideología. Por ello, buscar asociar a los taurinos con la derecha o asociar a los animalistas con la izquierda son argumentos ad ignorantiam, a lo sumo, la algidez de este tema en la agenda política saca a flote el oportunismo político, de aquellos quienes hacen propia una causa cuando ni siquiera la sienten.

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