Hacia la medianoche del domingo 26 de enero, los colombianos conocieron a Mauricio Claver-Carone. Había sido la figura clave para superar la crisis diplomática con Estados Unidos que había puesto en vilo la economía de Colombia. El enviado especial del Departamento de Estado para América Latina, a seis días de su posesión fue el interlocutor principal en el impasse entre los dos países que comenzó en la madrugada de ese día cuando el presidente Gustavo Petro dio la orden de devolver un avión y dejar otro en tierra con migrantes deportados de Estados Unidos, y el presidente Donald Trump ripostó con aranceles de 25 % para productos como café, petróleo, flores y textiles y la revocación de visas para altos funcionarios colombianos y sus familias.
Tras varias horas de negociación entre Claver-Carone y el canciller Luis Gilberto Murillo, el embajador en Estados Unidos Daniel García Peña y la hoy canciller Laura Sarabia el conflicto se resolvió esa misma noche con el anuncio conjunto de la Casa Blanca y la Cancillería colombiana.

Claver-Carone tiene una relación de confianza con Donald Trump que fue construyendo desde su primera presidencia (2017-2021), cuando se desempeñó como director de Asuntos para el hemisferio occidental del Consejo de Seguridad Nacional. Abogado de 49 años nacido en Miami y de origen cubano fue presidente del BID y tras dejar el organismo en un sonado caso de acoso, volvió a la Casa Blanca para concretar la deportación masiva, lidiar con Venezuela de Nicolás Maduro y tratar de frenar la influencia de China en la región.
Es uno de los alfiles políticos de La Florida que han logrado, uno a uno crear un poderoso círculo alrededor de Trump. Entre ellos el secretario de Estado, la Fiscal general, el asesor de Seguridad Nacional y la jefa de Gabinete. La “floridización” es el término acuñado en los círculos políticos de Washington para significar el predominio de los nacidos en La Florida en los más altos cargos de la administración de Donald Trump.
Los periodistas dan cuenta de las decisiones claves que Trump toma bajo una monumental lámpara de cristal que ilumina el salón de su mansión en Mar-a Lago, desde la cual mueve y está moviendo los hilos de la política desde un escritorio con faldones negros frente de un televisor. En ese cuartel político convertido refugio invernal, Trump analizó el fin de semana pasado las grandes decisiones relacionadas del cese al fuego entre Rusia y Ucrania, y por distintos medios se comunicó con Marco Rubio su secretario de Estado y Mike Waltz, jefe de Seguridad Nacional, dos de los floridanos más cercanos y más prominentes de su administración.

Marco Rubio, también tiene cercanía con Colombia. Hijo de inmigrantes cubanos, como su esposa Jeanette Dousdebes, de ascendencia colombiana, hoy es literalmente su mano derecha. Con él la relación es más política que amistad de vieja data. Rival dentro del Partido Republicano, se ganó los apodos de Trump, “pequeño Marco”, el más conocido.
Es el primer hispano en manejar la diplomacia estadounidense, y el primero en más de un siglo que puso a América Latina como el primer destino a visitar por un secretario de Estado de Estados Unidoshoy , en una gira centroamericana acompañado de Claver-Carone. En 13 años como senador, Rubio se destacó por la firmeza contra los gobiernos de izquierda y su cercanía con líderes de derecha en la región. Es crítico acérrimo de Nicolás Maduro en Venezuela, y en Asia ve a China como una amenaza que hay que contrarrestar en áreas clave como tecnología, comercio y defensa. Estados Unidosno puede permitirse ser pasivo frente a un adversario que busca remodelar el orden global a su favor, es una de sus posturas más conocidas.
En su visita a Panamá, frente al presidente José Raúl Mulino, dio buena cuenta de ella. Se plantó contra la operación de los puertos Balboa y Cristóbal de entrada u salida del canal por la empresa china CK Hutchinson. Poco después, la presión desde la Casa Blanca terminó con la venta a la poderosa banca de inversión BlackRock.
El otro frente candente es la guerra de Ucrania, en la que Rubio ha estado en el trasfondo del frágil acuerdo telefónico entre Trump y Putin. Los temas conflictivos por resolver están siendo discutidos desde ayer en Arabia Saudita dónde está reunido junto a Mike Waltz y Steve Witkoff, enviado especial a Medio Oriente, con los representantes oficiales de Zelensky y de Putin mañana, con la mediación del príncipe saudita Mohamed bin Salmán.

Mike Waltz es otro floridano, un halcón anti-China, cuyo currículum no se construyó en aulas de universidades elitistas sino en los campos de batalla de Afganistán, África y Medio Oriente. Nació en Boynton Beach, y creció en Jacksonville, Florida. Se graduó de la escuela secundaria Stanton en 1992 y del Virginia Military Institute en 1996. En el mismo año se enlistó en las fuerzas armadas de su país y sirvió desde entonces, por más de 24 años. Diputado republicano y miembro de las Boinas Verdes, su nombre levanta tanto respeto como polémica para una Casa Blanca enfrentada a enemigos tan dispares como China, Rusia e Irán.
En su papel actual Waltz tiene diálogo directo con los principales asesores de Putin -Zelenski, y la información que recogió en Kiev y Moscú terminaron de convencer a Trump respecto a la estrategia de negociación que debería implementar para terminar la guerra en Europa.
Dos supermujeres

El que se considera más alto cargo después del presidente en la administración es el de Fiscal general, que está en manos de Pam Biondi. Floridana de Temple Terrace, 59 años, graduada en Justicia Criminal de la universidad de La Florida, es la amiga más fiel y más leal de Trump. Ha estado durante mucho tiempo en su órbita.
Lobista, la primera mujer fiscal de Florida ocupó el cargo durante 18 años, entre 2011 y 2019. Su lealtad a toda prueba quedó confirmada en marzo de 2016, víspera de las primarias republicanas cuando respaldó a Trump en un mitin, por encima del candidato de su propio estado, el entonces senador Marco Rubio. Porque Trump nació en Nueva York, creció en Nueva York, pero ahora es residente y votante en Florida. Después de que Biden ganara las elecciones presidenciales de 2020, Bondi apoyó las falsas afirmaciones de Trump sobre fraude electoral.
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La otra mujer con alto vuelo en Washington es Susie Wiles, que no nació en Florida sino en New Jersey, pero nadie duda que es parte de Florida. La jefa de gabinete es una veterana agente de Florida que dirigió las dos primeras campañas de Trump en ese estado y ha sido durante mucho tiempo una de sus principales asesoras. Se cree que parte de la influencia de Florida fue impulsada por ella porque fue quien contrató los diputados de confianza y antiguos asociados para completar la campaña y la transición. La gran cantidad de floridanos que han ido al gobierno se debe en gran parte a ella. Eso es vox populi en el llamado estado de sol.
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