Los extremos intereses políticos ponen en peligro la paz en Colombia

Los extremos intereses políticos ponen en peligro la paz en Colombia

"La paz no debe ser un campo de disputa, sino un derecho natural que a los seres humanos nos asiste conservar y defender por nuestro bienestar"

Por: Martin Nicolas Barros Choles
noviembre 20, 2017
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Los extremos intereses políticos ponen en peligro la paz en Colombia
Foto: narino.info

¿De qué sirve un sofisma de paz quimera?  La paz requiere: voluntad y desprendimientos radicales, personales y grupistas; participaciones indiscriminadas y excluyentes, por no tratarse de un derecho exclusivo y de beneficios compartidos. La paz se garantiza con: justicia legal, equitativa, social y hechos de buena fe. Donde no hay justicia y predominan los intereses particulares, políticos, personales, el abandono social, el inconformismo, la indiferencia colectiva, la insolidaridad, en defensa de derechos e intereses, generales y las amenazas, a los contradictores y cuestionadores, provocando intimidaciones y generando miedo, nunca habrá paz. ¿Para qué emocionarnos con el espejismo de la paz?

No es que sea pesimista, sino realista. Administraciones de justicia implicadas en graves escándalos de corrupción y partidos políticos torcidos y desacreditados que giran al vaivén de las circunstancias, conveniencia y criminalidad constituyen causas para demostrar que nos falta mucho para consolidar la paz globalizada. Se necesita transformar y tecnificar la educación, comenzando desde preescolar hasta superior. Facilitar vivienda y medios de trabajos remunerados para amparar la manutención familiar y practicar la cultura anticorrupción.

A propósito del proceso de paz en Colombia entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la organización guerrillera Farc, el que está en curso con el ELN debe ser objeto de apoyo antes que de saboteo, así adolezcan diferencias puntuales y errores subsanables. En igual forma, como se plasmaron con otros acuerdos de paz con organizaciones guerrilleras y las AUC paramilitares que suscribieron acuerdos con virtudes y defectos, pero se han materializado, conjuradas las operaciones bélicas y hostiles. Es importante lograr que se desmonten las estructuras militares, deponiendo gran parte de las armas con las intenciones de cambios concertados en reinserciones hacia la vía civil.  El segundo desarme es desvanecer los sentimientos revanchistas, odiosos y vengativos para trascender a los asentamientos pacíficos estabilizantes, consolidar las exigencias, condiciones y promesas que se suscriben en los acuerdos de paz, que nunca se cumplen a cabalidad, ni en forma total; no debe ser motivo para amenazarla, torpedearla, ni claudicarse.  La comprensión, el diálogo y el entendimiento deben prevalecer para mantener las comunicaciones y relaciones cordiales y armónicas, que contribuyan vivir en paz, mejorando los desfases y las diferencias con proyecciones y construcciones de obras y hechos positivos que generen progreso y desarrollo.

La paz no debe ser un campo de disputa, sino un derecho natural que a los seres humanos nos asiste conservar y defender por nuestro bienestar. Participando, interviniendo, apartando e ilustrando ideas y medios útiles que sirvan para encender la llama que nos ilumine para reflexionar, disipar y emprender las acciones pertinentes para hacer posible la paz, alejando los espantos endemoniados que persiguen las guerras en procura de provecho personales, a costa del terrorismo, intimidaciones y ejecuciones selectivas y colectivas.

Las Farc están inconformes porque no se cumplen los acuerdos pactados en La Habana (Cuba) al pie de la letra y el Centro Democrático, en alianza con los sectores conservadores y de derecha, anuncian que harían trizas las leyes y actos legislativos que convalidan los acuerdos. ¿Cuándo podremos lograr paz de esa forma? La paz no puede mantenerse en condiciones subjetivas, ni pretensiones radicales, sectarias, caprichosas y temerarias.

Como está la situación sobre la paz a los colombianos en nada nos convendría alinearnos en ninguno de los dos extremos políticos. Más bien marginado de conflictos y disputas, de manera neutral, en las próximas elecciones de congreso y presidencia. Un gobierno en poder de los extremos, izquierda o derecha, no sería nada conveniente, ni de una, de otra parte, por rivalidades agrestes, sometimientos y persecuciones, originando reacciones de confrontaciones, conflictos y disputas armadas, suficientes para desbaratar el proceso de paz que tanto anhelamos. Necesitamos un gobierno moderado que maneje imparcialidad con los partidos y organizaciones políticas, a fin de mediar las diferencias de polos opuestos radicales. De ahí que no debamos dejarnos embriagar y arrastrar de las pasiones y emociones en este país polarizado y afectado por la corrupción, con responsabilidad atribuida a los poderes públicos y órganos de controles. Repetir con quienes notoriamente no han causado daños y perjuicios no podrían considerarse víctima, sino cómplices del victimario corrupto, que poco o nada le interesa la paz, sino el beneficio personal. La armonía, cordialidad, respeto a las diferencias y libertades, la buena fe, la solidaridad y la justicia social condimentan la paz.

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