Los desaparecidos de Claro
Opinión

Los desaparecidos de Claro

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febrero 06, 2015
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Durante enero se realizó la migración de la página de la Fundación Karisma a un nuevo servidor ubicado en Europa. El cambio no debía representar mayor problema. Sin embargo, empezaron a llegar reportes de personas que no podían acceder. Todas ellas tenían un denominador común: estaban conectadas desde una red de Claro. Luego de realizar las pruebas de rigor y de comunicarnos con el servicio técnico de esta compañía, nos confirmaron que el error no era nuestro.

El servidor estaba bien instalado. El error era de Claro y eran ellos quienes debían solucionarlo. En medio de la investigación, el intercambio de correos, llamadas telefónicas y mensajes por Twitter, entendimos que el problema realmente es causado por una mala práctica de ellos. Desde hace años, Claro ha desaparecido de la faz de Internet algunas direcciones IP públicas de servidores europeos (las 5.x.x.x) para utilizarlas arbitrariamente en su red privada.

Para entender el problema y por qué nos preocupa, necesitamos explicar antes, a grandes rasgos, cómo funciona Internet.

Imaginemos Internet como cualquier país, una serie de ciudades, pueblos y veredas conectados por carreteras. En las ciudades, pueblos y veredas hay casas y cada una tiene una dirección que la identifica. Las casas están comunicadas a través de una infraestructura vial esencialmente pública, aunque también existen algunas vías privadas y conjuntos cerrados. En el caso de Internet, las casas son los equipos que se conectan a la red, incluidos los computadores, celulares, servidores y demás dispositivos. Los intermediarios como Claro son empresas que administran el acceso a la infraesctructura y a quienes pagamos por ello (algo semejante al sistema de peaje). Idealmente, los intermediarios mantienen la infraestructura vial, en Internet hacen lo mismo, mantienen la infraestructura de la red, los cables por donde debe circular la información. La principal diferencia es que en Internet el peaje no se paga en la mitad de la carretera sino para poder salir de la casa. Una vez estamos en la carretera somos libres de ir casi a cualquier lugar que queramos del país. Cualquiera puede ir por la carretera hacia cualquier sitio, una vez que haya pagado su peaje. Sin embargo, pueden existir algunas áreas privadas, zonas restringidas donde solamente ingresan quienes están autorizados para acceder, redes privadas. Esa es la teoría.

Evidentemente, la infraestructura no es infinita. Es un recurso limitado y, por tanto, uno de los retos de los intermediarios es administrarla correcta y eficientemente. Dado lo intangible de Internet, se ha desarrollado el principio de neutralidad de la red, que, precisamente, obliga a que los intermediarios actúen como tales sin interferir con su tráfico, reconociendo que tienen un negocio que deben explotar.

Ahora, imagine lo que pasaría si aprovechando que hay una carretera poco frecuentada el intermediario decide clausurarla y en ese extremo colocar una zona privada, incluso para esa zona privada utiliza la misma dirección que tiene la ciudad a la que debería llegar esa carretera. Si el intermediario hace esto, habrá zonas que desaparecen para sus usuarios. Cuando intentan ir, se encuentran con zonas restringidas, pues no aparece el sitio del que tiene la dirección, o incluso podría ser llevado a otro sitio como, por ejemplo, a publicidad.

Digamos que el lugar que desaparece sea Cali. En el mapa aparece —puedo googlear su nombre—, conozco la dirección, incluso podría ver fotos de la ciudad. Sin embargo, cuando tomo la carretera que dice Cali, si mi intermediario ha decidido que, quizá por su poco tráfico, las direcciones de esa ciudad pueden ser utilizadas para un conjunto cerrado que administra, el resultado es que nunca llegaré a Cali. El camino termina en la mitad de la nada o en la puerta del conjunto cerrado. Aun teniendo la dirección correcta, la carretera me lleva a otro lado. Eso es lo que parece que sucedió con la página de Karisma.

Existen reportes desde 2013 de este problema. De la respuesta dada por Claro, ahora sabemos que efectivamente toman las direcciones asignadas a algunos servidores europeos, en contra de todos los protocolos establecidos mundialmente, y las utiliza para sus equipos locales, por ejemplo, los ‘routers’ de sus usuarios. Cuenta el reporte de 2013 que cuando un usuario residencial de Claro trataba de visitar el sitio http://videos.floqq.com/ en su navegador, veía la página de un cable modem Cisco.

En el caso de la página de Karisma, luego de aceptar su responsabilidad en el problema, Claro lo resolvió con un enmascaramiento de la IP para la dirección de la página de Karisma, lo que les permite distinguir las dos direcciones en conflicto. Esto es equivalente a que cuando alguien pasara por el peaje, el encargado del puesto le preguntara para dónde va, y si contesta “para Cali”, le de las indicaciones para que llegue a Cali, si dice “para la zona restringida”, le de las indicaciones para llegar a la zona restringida. El problema es que se tenga que preguntar. En una red libre, como debe ser Internet, el intermediario no debe decidir hacia donde viaja la información, ni debe monitorear la actividad de sus usuarios. En este caso, al preguntar y cambiar la ruta deja de ser un intermediario neutral. Se espera de cualquier intermediario que respete la neutralidad de la red y que no utilice recursos de la infraestructura que no le pertenecen (las direcciones de las casas de Cali). Además, se confía en que tenga especial cuidado en la forma como administra su red privada.

El último Reporte de Industria TIC de la Comisión de Regulación de Comunicaciones dice que en el país el número de suscriptores a Internet de Claro con accesos dedicados es de 1.558.462, el 32,93 % del mercado. Me pregunto, ¿cuántos de los equipos locales necesarios para proveer de Internet a ese más de millón y medio de suscriptores están usurpando direcciones de otros servidores? ¿Cuántos sitios estarán desaparecidos?

@mapisaro

 


 

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