Los cultores del odio y del miedo

Los cultores del odio y del miedo

"¿Que las Farc cometieron crímenes? ¡Claro que sí! ¿Que secuestraron? ¡Claro que sí! ¿Pero no serán también criminales y secuestradores quienes saquean nuestros recursos?"

Por: ALBERTO OSPINO PEREA
diciembre 20, 2017
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Los cultores del odio y del miedo

A estos personajes, no les ha bastado más de 50 años de guerra, más de 300.000 muertos y más de ocho millones de víctimas. No les ha bastado poblaciones enteras arrasadas por la furia demencial de unos cuantos, quienes dejaron a su a su paso centenares de muertos. No les ha bastado haber sembrado de cadáveres nuestros campos y ríos, a los que sus familiares nunca más sabrán de ellos.

La desmovilización y dejación de armas de las Farc, el principal actor del conflicto, solo ha sido un saludo a la bandera. Nada les basta, ningún argumento es válido, ni siquiera el silencio de 8.000 fusiles, ni las 3.000 muertes evitadas hasta ahora, por la vigencia del proceso de paz. Es una sed insaciable de odios y venganzas sin fin, la consigna es que la barbarie continúe. Y quienes sigan poniendo los muertos, siempre serán los mismos, los hijos de los pobres, los que marchan en la primera línea de combate, carne de cañón. Mientras los hijos de los que ostentan el poder económico y político, felices, relajados, sentados en confortables aulas de las mejores universidades del mundo, preparándose para “reclamar” la herencia del Palacio de Nariño –los famosos delfines— o una curul en el Congreso, una gobernación, o una Alcaldía, como si tales entidades  estuviesen escriturados al reducido número de familias que por décadas, les hemos permitido que nos gobiernen, corrijo, nos mal gobiernen. Las cifras no mienten, a corte de 2016 y según el DANE —cifra que debe ser mayor— más de 17 millones de colombianos se debaten entre pobreza y pobreza extrema.

Lo triste y paradójico es que estos personajes actúan en nombre de la violada y hoy prostituida democracia para llegar al poder y desde allí están empeñados en hacer trizas el acuerdo de paz. Además, a la vez, como ha venido sucediendo, haciendo trizas el presupuesto de alimentación escolar, de educación y de salud, solo por citar estos tres que son los que más golpean a los pobres.

¿Que las Farc cometieron crímenes? ¡Claro que sí! ¿Que secuestraron? ¡Claro que sí! ¿Pero no serán también criminales y secuestradores quienes saquean nuestros recursos? Pienso que mucho más, comparados con los que andan en el monte con un fusil y en cambuches, a los que en cualquier momento una bomba o una bala  acabará con sus vidas. Mientras los los de cuello blanco, con escoltas y carros blindados pagados con nuestros dineros, actúan desde lujosas oficinas y “democráticamente” condenan a nuestros niños más pobres –casos de la Guajira y lo mismo con el resto del programa PAE— a que se mueran de hambre, o les cierran las puertas de las universidades a nuestros hijos,  que por sus costos, cuando debería ser gratis, no pueden acceder a la educación superior quedando secuestrados en la ignorancia.

¿No será un acto criminal, dejar morir a niños y ancianos en las puertas de los hospitales y EPS, bajo la mirada indolente y canalla de quienes con los recursos de la salud compraron y compran lujosos apartamentos, condominios y automóviles  en Miami? Mientras nuestra gente más necesitada, continúa muriéndose por falta de atención, y los que milagrosamente sobreviven deben arrastrarse mendigando un medicamento, un tratamiento  o un procedimiento, porque ya ni los fallos de tutelas son acatados. Lo triste es que nosotros mismos contribuimos a ello, saliendo a votar por los mismos cada vez que se da una elección, que entre otras cosas, es cuando aparecen, visitando nuestros pueblos que ni siquiera sabían que existían, pero llevados por los gamonales y caciques del pueblo, para tomarse una foto con nuestros niños desarraigados y famélicos, simulando solidaridad y posar de “humildes”. Mentiras, solo son “sepulcros blanqueados” decía mi profesor de español, “hipócritas de siete suelas” decía mi padre.

Ya es hora que nosotros los desposeídos, los que andamos a pie, los que no tenemos escoltas ni carros blindados, hagamos valer nuestro único y verdadero poder,el voto, para derrotar la clase politiquera, a quienes hay que responsabilizar  de haber sepultado los más elementales principios de decencia, de decoro y de respeto. La ética, la moral y la honestidad fueron borradas de sus conciencias, llegando al más bajo nivel de degradación que una sociedad decente pudiese imaginar. La honra de la palabra empeñada al juramentarse en cada cargo, hoy ha sido reemplazada  por el pillaje inmisericorde a que han sometido a un pueblo  hambriento y sin oportunidades. El día de las elecciones será la gran batalla y  nuestra trinchera será la conciencia de cada uno de nosotros para para cambiar la historia de Colombia, no votando por los mismos corruptos de siempre.

 

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