Los colegios de los jesuitas donde han estudiado muchos de los que han mandado en Colombia

Los colegios de los jesuitas donde han estudiado muchos de los que han mandado en Colombia

Han pasado cuatro siglos de la llegada desde España de los misioneros y en sus colegios se han formado presidentes, empresarios y curas que se hacen oír en el país

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septiembre 17, 2023
Los colegios de los jesuitas donde han estudiado muchos de los que han mandado en Colombia

Los colegios de Jesuitas han tenido una larga tradición en Colombia. Apenas un siglo después de que las carabelas de Colón atracaran en este nuevo mundo apareció la Compañía de Jesús. En Colombia los primeros reportes afirman que en 1589 ya estaban en Cartagena de Indias. De ahí siguieron a Santa Fé de Bogotá y continuaron a Pamplona y llegaron hasta Pasto, siempre fundando instituciones educativas, una vocación a la que siempre han sido fieles.

Ya allí siguen en pie sus colegios formando generación tras generación como ocurre con el  colegio San Francisco Javier en Pasto, con casi tres siglos de historia,; el San Pedro Claver de Bucaramanga, cuya primera clase se dio en 1897, el San Ignacio de Loyola de Medellín, cuya fecha de arranque es 1887, el Colegio San José de Barranquilla, el San Luis Gonzaga de Manizales que es el más reciente, que es de los años cincuenta del siglo XX, el Berchmans de Cali que es de la décado del 30 y el emblemático San Bartolemé en la capital de la república.

Colegios que han sobrevivido contra viento y marea, en medio de crisis y tormentas políticos contra los enviones de laicos y radicales . En 1848 dentro del ideario del partido Liberal se levantaron voces para expulsar a los jesuitas del país y quitarles la hegemonía educativa que tenían. Ellos habían creados colegios en ciudades como Santa Fe de Antioquia, Mompox Buga, Panamá –que fue territorio colombiano hasta 1903- y, Bucaramanga, Ocaña, Pamplona, Popayán, Tunja y Mompox.

Sin embargo una de las aventuras más peligrosas que vivieron los jesuitas fueron misiones en la Colombia con su naturaleza indómita y con poblaciones raizales, que entonces identificaban como aborígenes, para intentar catequizar. Las enfermedades, la humedad, la locura que siempre acompañó las expediciones de los españoles en América diezmaron febrilmente a estos sacerdotes. Y su tarea no era fácil: suplantar la cultura original y por eso hicieron diccionarios en donde se consignaban los secretos de lenguas perdidas como los Betoyes, la Sálivas, los Achaguas y los mismos Chibchas.

Pero fue el presidente José Hilario López, presidente en 1850, quien decidió expulsarlos. En medio de múltiples dudas López expidió un decreto que decía “Que una de las cuestiones que más se agitaron, y más fervorosamente se sostuvieron durante la gran disención nacional que preparó  la última elección de Presidente de la República, fué  la conveniencia de confiar el Poder Ejecutivo a un sujeto que por sus principios y enérgica decisión republicana dictase las providencias convenientes para hacer cumplir la citada pragmática de Carlos lll..." Dispuso finalmente en forma contundente, en el artículo primero, que los jesuítas "salgan del territorio de la República por la via que los mismos gobernadores designen...". Igual las corrientes liberales radicales en Colombia no duran tanto. Los jesuitas regresaron porque, en el fondo, jamás se fueron completamente.

Era la segunda vez que habían sido expulsados de este territorio, después de la del rey Carlos III en  1667 cuando Carlos III, cuando se vivía en España una ola de secularización que petendió qitarles la riendas de la educación. Pero como una compañía con misión y disciplina casi militar, los militantes de esta orden religiosa estaban listos para replegarse pero no para retirarse. Y asi fue.

A un costado de la plaza de Bolívar está erigida su cúpula. Y ha estado ahí tan eterno como los mismos cerros orientales, inmutable desde que esta ciudad es ciudad. En 1604 dieron su primera clase. Los jesuitas, empezado por los fundadores, los padres Francisco Perlín y Hernando Nuñez, arrancaron con las siguientes materias: gramática, letras, lengua chibcha y ciencias físicas. Es de abonar que dentro del pensum se intentara, desde la Compañía de Jesús, abrirle un campo a lo que este lugar alguna vez fue. Tierra chibcha.

A la apertura del  colegio de San Bartolomé siguió, para completar el ciclo de la educación universitaria la Universidad Javeriana en 1622. Interesados por todo lo que les rodeaban los jesuitas en esa época lideraron muchos cambios. Fueron revolucionarios en su momento y reaccionarios dependiendo del momento histórico que les tocaba afrontar. El poder del colegio fue tan grande que Bolívar, en su huida final a Santa Marta, afirmó que había sido vencido por San Bartolomé. Un colegio que ha estado atravesado por la historia de Colombia y que Uno de sus graduados, el presidente Laureano Gómez, en 1950, le devuelve a los jesuitas el manejo del colegio San Bartolomé. Nombra en ese momento a uno de sus rectores más recordados: el físico matemático Carlos Ortiz Restrepo, sacerdote jesuita. A comienzos de este siglo el colegio decide romper su historia y se vuelve mixto, una decisión que ya han tomado otros colegios de la orden.

La lista de bachilleres de colegios de jesuitas que han terminado con roles de liderazgo en Colombia es larga. Son michos los presidentes del país y dirigentes que han tenido el sello de la educación de los jesuitas, en el que el colegio de San Bartolomé ha jugado un papel clave como se ve en esta lista de egresados citada en un articulo de El Tiempo publicado en 1992, a propósito de sus  400 años:

“Lucas Fernández de Piedrahíta, Nariño, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, Custodio García Rovira, José Manuel Restrepo, Liborio Mejía Gutiérrez, Félix de Restrepo, Antonio Ricaurte, Francisco Antonio Zea, Pedro Alcántara Herrán, Rufino José Cuervo, Santos Gutiérrez, José Eusebio y Miguel Antonio Caro; Jesuitas como José Gumilla, Vicente Leza y Santiago Páramo; José María Vergara y Vergara, Mariano Ospina Rodríguez, Ezequiel Rojas, Julio Garavito, el astrónomo que aparece en los billetes de 20 mil. No se puede olvidar el de  los pobres José María Campoamor; a Roberto Urdaneta Arbeláez, Jorge Leyva, Alvaro Gómez Hurtado, Mariano Ospina Perez, Misael Pastrana, Guillermo Hernández de Alba, Abelardo Forero y tantos más que al llegar al siglo XXI permiten 5 mil bachilleres”.

Siempre, en los listados de los mejores colegios del país aparecerá el sello de los jesuitas. La Compañía de Jesús sigue marcando el paso , igual de potente así el suelo que pisaron hace 400 años ya no le tenga tanto temor de Dios.

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