Los bazares de Fedegán por la paz
Opinión

Los bazares de Fedegán por la paz

Por:
octubre 16, 2014
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A la hora de contribuir con los bazares para “recoger vacas para San Isidro”, no es que resulten muy dadivosos los ganaderos, sobre todo aquellos cuyas tierras y ganados son parte del paisaje de los pueblos del Caribe, sabanas de Córdoba, Bolívar y Sucre, en los que aún se llevan a cabo tales convocatorias religiosas y económicas de tradición ancestral.

Igual que cuanto se hace en estos pueblos para recoger vacas en nombre de San Isidro, Fedegán, el gremio de los ganaderos, cada año convoca a sus asociados, pero en el Club El Nogal, para que donen una vaca por la Paz de Colombia.

No importa que el patrón del gremio sea de los que tira el lazo y deja mamar el ternero para que no haya ningún tipo de acuerdo que conduzca a la paz, cierra los portillos del diálogo y se opone cerrero a la mesa de negociación con las Farc y demás guerrillas alzadas en armas.

Más allá de la “expresión del compromiso social de los ganaderos colombianos”, ni ellos ni los industriales ni los textileros ni los floricultores ni los cañeros y arroceros ni los cafeteros y paperos, por decir de entre tantos gremios, tienen la obligación de resolver el problema de pobreza y miseria en Colombia como no sea generando empleos de calidad, pagando salarios justos, tributando sin trampas, promoviendo la inclusión productiva, entre otras tantas acciones sociales por emprender que demandan su concurso activo y responsable.

Eso sí, la responsabilidad moral de Fedegán y los ganaderos con los pobres del campo colombiano debe corresponderse con acciones y realizaciones efectivas que vayan más allá de su interés por “construir la memoria colectiva para hacer visibles a las victimas ganaderas de la violencia”.

Está bien que éstas, que son colombianos privados de su derecho a la vida se visibilicen y hagan parte activa de esa memoria histórica, pero igualmente es imperativo reconocer, visibilizar y reparar, a las miles de víctimas del desplazamiento, despojo y violencia, que en los campos colombianos han sido y siguen siendo.

E igual que algunos ganaderos, menoscabados en sus vidas y derechos.

Y no es con una vaquita de bazar como se repara y repone el despojo, el desplazamiento, el crimen, la exclusión y aniquilamiento de quienes comparten con los asociados de Fedegán buena parte del paisaje rural colombiano.

Es con hechos de paz que se materialicen en justicia, reparación y restitución de tierras y derechos, como de verdad se logra hacer efectiva y visibilizar, para usar el término de Fedegán, la “proyección social de la ganadería colombiana”.

No es oponiéndose a la mesa de negociación con las guerrillas de las Farc y ELN, aterrorizando a sus agremiados con una ficticia reforma agraria expropiatoria y enfrentándolos con el “empresariado citadino” y “sectores urbanos”, como pueda el patrón de Fedegán insertar a sus asociados de la ganadería en la promisoria proclama por la paz del presidente Santos, las guerrillas y millones de colombianos de todas las clases.

Ni rifando vacas entre los desplazados y despojados del campo colombiano que nunca van a poder cumplir la primera condición del reglamento del bazar: “ser propietaria, la asociación o familia beneficiaria, de un predio con capacidad de albergar los animales objeto de la donación”.

Y no lo van a cumplir por una potísima razón: la escasa tierrita que compartían, en colectivo o individualmente, les fue despojada sin misericordia por bandas paramilitares, narcotraficantes, señores de la tierra y, quien iba a creerlo, fondos ganaderos, como acaba de confesarlo a la Fiscalía quien en Córdoba fungió como director del correspondiente allá.

Para la próxima versión de una Vaca por la Paz, esperamos que el “compromiso social ganadero” sea más efectivo, visible y cuantificable, en el número de paletas que levanten los ganaderos de verdad verdad, pues si nos atenemos a los informes presentados en el segundo bazar de Fedegán, el grueso de las donaciones corren por cuenta de otros; por quienes en su vida y actividades jamás se han tropezado con una vaca.

Y por si los lectores lo asaltan dudas, levanto la paleta con el número de vacas por donante: Gobernación de Cundinamarca: 200; Telefónica: 67; Claro: 47; Ecopetrol: 33; Seguros Confianza: 20, Autopartes de los Llanos: 20; Promigas: 20.

Quizá por eso, porque los ganaderos no alzan muchos la paleta, fue que alguien, muy cabal y atinada, proclamó arrobada, entre un bocado y otro: “a los pobres de Colombia no hay que salir a buscarlos, existen y están entre nosotros”.

 Poeta
@CristoGarciaTap
[email protected]

 

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