Lo que oculta el día sin carro y moto

Lo que oculta el día sin carro y moto

¿Cómo se espera que quienes usan vehículos quieran hacer un cambio tras soportar TransMilenio en el peor de sus momentos o sentir la contaminación a pie o en bici?

Por: Sebastián Rojas
febrero 14, 2019
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Lo que oculta el día sin carro y moto

Ni por la movilidad ni por el ambiente. La iniciativa, que cumple 19 años, se vendía entonces y ahora por Peñalosa como una novedosa estrategia para hacer reflexionar a los habitantes de la capital sobre su uso excesivo del carro, en línea con lo que prometía TransMilenio. Sin embargo, hoy parece un sinsentido.

En el 2000, alrededor de 600.000 carros se quedaron en los garajes en el día “Sin mi carro en Bogotá”. Hoy, en el “Día sin carro y sin moto”, se habla de 1,7 millones de carros (de los casi 2,3 millones que hay). Lo anterior significa un aumento del 65%, mientras la población solo aumentó menos del 12%. Este resultado es consecuencia no sólo de la inefectividad del día sin carro, sino también de un sistema que fracasó como estructurador de la movilidad a pesar de su expansión, de que se promovió con esta y otras medidas, y de que su uso exclusivo de las vías y la estructura de troncales casi que obligan a muchos a usarlo. El aumento del uso de las motos y otros medios particulares y contaminantes, y la creciente impopularidad del sistema, refuerzan lo dicho (clic para más detalles).

Incluso, TransMilenio movió el pasado 7 de febrero menos viajeros que el promedio diario de 2018 y muchos menos que en 2017. Es decir, ni en el día sin carro y moto recupera lo que viene perdiendo sistemáticamente. Si hay algo para lo que sirve mucho es para demostrar una y otra vez que en Bogotá el transporte masivo no funciona. No hay peor día que este para experimentar sus atestadas estaciones y paraderos, sus groseros tiempos de espera, y su asfixiante incomodidad.

El propósito de desincentivar el uso del carro particular se enmarca en uno propósito superior, el cuidado del ambiente y por ende de la salud, que por supuesto también fracasó. Pero los genios del Palacio de Liévano cuando no la ganan la empatan. Desde hace unos años y hasta el día de hoy, la medida se ha defendido por el supuesto beneficio inmediato para el ambiente y la salud (es decir, durante al medida, por lo que además se pretende hacer con mayor regularidad). Pero no sólo eso, se cree la medida sirve contra el cambio climático.

Veamos qué tan cierto es. Si bien se logra que durante parte de un día la mayoría de los vehículos particulares dejen de circular y esto reduce la combustión de gasolina, aumenta la combustión de diésel, que es el que propulsa el sistema masivo y la carga, en alrededor de un 13%. Los residuos de esta combustión son los principales responsables de las partículas de suspensión PM y de los óxidos de nitrógeno en el aire NOx. Las PM son agentes cancerosos de tipo uno (como el asbesto) y son también producidas por el desgaste de los neumáticos, que en buses articulados como los de TransMilenio por el arrastre de los ejes es superior. Los investigadores de la Universidad de los Andes se sorprendieron en 2018 cuando encontraron deterioro en el índice de calidad del aire durante el día sin carro y moto, pero era de esperarse.

Por el lado del cambio climático, Colombia apenas contribuye con el 0,36 % de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo. Y aunque se cree que la combustión de diésel genera menos CO2 que la de la gasolina, esto no es así, lo que ocurre es que estos motores consumen menos combustible, pero las emisiones son mayores. Sin embargo, ese menor consumo empieza a aumentar conforme avanza la vida útil del motor y dependiendo del nivel de mantenimiento. Hoy en Bogotá tenemos buses que hace rato pasaron la década de servicio y que circulan haciendo un consumo excesivo de combustible por el pobre mantenimiento.

¿Cómo se espera que quienes usan el carro, al ser obligados por un día a caminar y rodar en bici en medio de una mayor exposición a la contaminación o a montar en TransMilenio en el peor de sus días, van querer hacer el cambio? El sistema que apostó por reemplazar el metro fracasó en su propósito, no fueron suficientes ni la cultura ciudadana ni la repetida medida “reflexiva”. Hoy se puede decir que no es un asunto de reflexión, y que por el contrario la medida puede incluso desalentar a cambiar de modo de transporte. Además de traer variedad a la vida de la ciudad, el otrora día “Sin mi carro en Bogotá” no tiene ninguna utilidad. El tema, fue ya causa de un rifirrafe entre el Secretario de Salud y Manuel Rodríguez Becerra (reconocido ambientalista y el más reciente profesor emérito de la Universidad de los Andes):

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