Lo bello de una muerte
Opinión

Lo bello de una muerte

Por:
noviembre 16, 2014
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Nuestra amiga tomó la valiente decisión de no hacerse tratamiento —de ningún tipo— para el cáncer. Decidió, seguramente, —porque nunca habló de ello—, que había cumplido su cometido de vida y era hora de partir a sus sesenta y pico. Sí, dijo que quería trabajar hasta el último día que pudiera y así lo hizo; después pasaron solo diez días hasta su muerte. Su cuerpo le sirvió a ella, a Patricia, hasta donde más pudo, que fue mucho. Su cuerpo se alió con ella para permitirle, mientras se extinguía, dar los últimos aportes a la facultad que recibió su sabiduría por más de treinta años. Bello entre lo bello, y es la muerte la que nos lo recuerda.

El legado se ve reflejado en la gran cantidad de exalumnos y alumnos que acompañan hoy su cuerpo y su alma en esta transición. Se nota en las canciones que le cantan en la funeraria, en la alegría mezclada con tristeza que se refleja en los rostros. La muerte tiene su cara bella. Este es un homenaje a ella, la muerte.

Tuve el privilegio de estar junto a Patricia en los últimos tres días de su vida terrenal, el honor de acompañarla a ella y a su familia viendo como las emociones pasaban por todos sus matices, hasta llegar hacia el final, a cierto relajamiento y paz, siendo la gratitud por lo que pudimos darle a ella en vida lo que en parte sirvió a este efecto. Sí, gratitud por lo que ella recibió de nosotros y no solo a la inversa, ya que ella al recibir nos permitió cumplir con nuestra misión de servir. Si no hay quien reciba, no hay dador. Y somos dadores, servidores por naturaleza. He aquí otra belleza de la muerte, reconocer lo que le dimos en vida.

La mirada profunda de Patricia en esos tres días, mirada sin dolor, sin rencor, sin tristeza e incluso sin miedo, es tan bella como la más hermosa de las flores que acompañan su ataúd. La reconciliación entre amigos mutuos que se da en el marco de estos días, fue patente para quienes conocen a las dos personas que acercaron sus corazones —nuevamente— a raíz de esta muerte, muerte que produce bellezas como esta.

Si como dicen por allí, la muerte es la graduación de la vida, Patricia se graduó con honores. Para ello produjo sonrisas y decepciones, hubo momentos en que sus amigas íntimas la estimaron y otros en que le tuvieron rabia, malestar. Amados sus actos cotidianos o rechazados, con ambos produjo impacto, con ambos dio vida a su legado académico. Perdonen que insista, esto también es bello, producir los dos polos en que estamos inmersos, la muerte es uno de ellos.

Una muerte con sentido, sentido de dar el paso adelante, de adentrarse en la siguiente etapa de vida espiritual y dejarnos para que quienes quedamos sigamos aportando nuestro grano en la construcción de la humanidad, con el buen ejemplo que nos dejó. Bello continuar con ella, con Patricia presente en nuestra memoria y corazones, la honramos al no dejarnos abatir por su ausencia. La honramos al no querer ser ella, sino ser nosotros mismos, al construir sobre lo que ella dejó, pero con nuestros materiales, ya que ella vivió y murió a su manera. Bello.

La belleza de la muerte reside en ella misma, en la muerte con sentimiento, con emoción, con bondad, con reconocimiento. Gracias Patricia, por tu bella muerte.

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