El pasado 23 de mayo se celebró el día internacional del fútbol femenino. Fue oportuno para felicitar a todas las jugadoras por su entrega en cada partido, por defender los colores de sus respectivos clubes o selecciones con pasión y amor. Sin embargo, esta celebración no ha logrado visibilizar por completo las dificultades y los escándalos que han permeado al fútbol femenino, más específicamente a la selección cafetera y a una de sus grandes figuras (quizá la mayor), a la santandereana Yoreli Rincón, quien ha sido vetada del equipo de mayores.
Si bien las "superpoderosas" han logrado grandes triunfos que van desde medallas de oro en los Juegos Bolivarianos, en los Juegos Panamericanos y en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, hasta dos subcampeonatos en la Copa América Femenina, lo que no han podido concertar es que les den un trato y una remuneración económica que vaya a la par con la del equipo masculino.
Estas diferencias se evidenciaron con más fuerza en el 2019, cuando las futbolistas Melissa Ortiz e Isabella Echeverry, a través de un video en sus cuentas de Twitter, denunciaron presuntas irregularidades en torno al manejo que le da la Federación Colombiana de Fútbol al combinado femenino: "Nos sentimos amenazadas. No nos pagan. Ya no nos dan vuelos internacionales. Los uniformes son viejos y usados. La Federación ha cortado jugadoras por hablar. Un empleado trató de venderme mi propia camiseta. Ya no tenemos miedo. Estamos aquí para hablar". A esto se suman las declaraciones de la también futbolista Daniela Montoya, quien en 2016 denunció que en el Mundial de Canadá 2015 le prometieron a cada una 3.200 dólares por avanzar a octavos de final, pero nunca les dieron el dinero. Como consecuencia, en los siguientes Juegos Olímpicos de 2016 el director técnico de ese momento, Felipe Taborda, dejó por fuera a la antioqueña que en ese entonces militaba para el Levante en la Primera División Femenina de España, en aquel momento era titular indiscutible en la escuadra nacional.
Ahora, el caso de Yoreli Rincón es el que lo deja a uno más perplejo. Esta magnífica 10 fue la primera futbolista profesional que tuvo el país, además, ha tenido un recorrido por ligas importantísimas como la de Brasil, Italia y Suecia; también, un palmarés que cómodamente es superior al de un jugador del fútbol profesional colombiano. El título de la Copa Libertadores de América Femenina 2018 con el Atlético Huila es su logro más reciente y el que marcó su veto en la Selección Colombia Femenina. Tras ganar el torneo, la Conmebol (ente que regula el fútbol sudamericano) le entregó un premio al cuadro opita, pero este iba a ser destinado para el equipo masculino, a lo que Rincón, con toda razón, se opuso. A través de su cuenta de Twitter dio a conocer la situación: “Por ser campeonas nos ganamos 55 mil dólares, pero ese dinero nunca llegará a nosotras. Lastimosamente, eso llega al Atlético Huila Masculino, quien tiene un presidente diferente al nuestro. El fútbol femenino da plata, pero no llega a nosotras" las anteriores declaraciones la pusieron en el ojo del huracán. El presidente de la Dimayor Jorge Enrique Vélez salió a desmentir las afirmaciones de la jugadora, mencionando que las palabras de ella eran descartadas y que testimonios como ese le hacían mucho daño al fútbol colombiano. Finalmente, llegaron a un acuerdo y a cada jugadora se le otorgó 2.000 dólares. Para la creativa, exigir los derechos y los pagos suyos y de sus compañeras le costó evidentemente su puesto en la selección, lugar que le correspondía por su nivel y liderazgo.
Es el momento de darle al fútbol femenino el lugar que merece. En estos tiempos de cambio y de lucha por la equidad de género es urgente que le demos importancia y atendamos las demandas de nuestras jugadoras; además, de reconocer sus logros. Para estas profesionales del balompié, así como para muchos hombres que viven del fútbol, este deporte ya no es solo un hobby, es la manera de ganarse la vida. Se necesitan nuevas normas que aseguren a las mujeres paridad en el trato, equidad salarial, contratos y seguridad social digna dentro de los equipos profesionales y la selección Colombia. Es hora de reivindicar el fútbol femenino. Es la hora de romper paradigmas.
