Las gerenteces en el Atlético Nacional

Las gerenteces en el Atlético Nacional

"Sorprende que el ejercicio de un liderazgo participativo, democrático y exitoso como el que caracteriza a Reinaldo Rueda no haya sido correspondido en la confianza y lealtad"

Por: Carlos Eduardo Vargas Olarte
junio 22, 2017
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Las gerenteces en el Atlético Nacional
Foto: Futbolred.com

En menos de una semana el Club Atlético Nacional nos brinda las sorpresas más grandes y desconcertantes como organización deportiva con ribetes de empresa de entretenimiento. De ser considerada un caso de éxito y modelo de gestión deportiva, económica y social, ha pasado a evidenciar las contradicciones de las naturales sinergias entre el espíritu deportivo y el espíritu empresarial: el trabajo en equipo, el juego limpio, el liderazgo, el estilo de dirección y la toma de decisiones.

Que en medio de la cadena de éxitos y coronando con un titulo los esfuerzos de recuperación del alto nivel de rendimiento en lo físico-técnico, táctico y estratégico, se anuncie la salida del entrenador más exitoso del fútbol colombiano en cuanto a distinciones nacionales, internacionales y mundiales, no deja de llamar la atención y advertir que algo está fallando en los sensibles terrenos de la alta dirección. La analogía de dirigir una organización como si fuese el equipo de una Regata/ Vela, atento al entorno interno y externo, manejando las velas, acomodando las “cargas” para aprovechar las corrientes de viento y lograr el propósito colectivo de avanzar y ganar parece que no se está cumpliendo en las toldas del flamante campeón del fútbol colombiano.

Sorprende que el ejercicio de un liderazgo participativo, democrático y exitoso como el que caracteriza a Reinaldo Rueda no haya sido correspondido en la confianza y lealtad por parte la institución y de un colaborador/ consultor muy cercano a la Junta directiva, a quien a comienzos de año el mismo Reinaldo Rueda con motivo de la incapacidad clínica producto de la intervención quirúrgica que le fue realizada a comienzos de este año, le encomendó responsabilidades junto al equipo de trabajo. Las divergencias de conceptos y de trabajo de Juan Pablo Ángel (ex jugador, sin formación profesional en deporte) con el preparador físico, Carlos Eduardo Velazco, fueron la corriente de viento que de una u otra manera empezó a desestabilizar las velas del camerino, el clima de unión entre cuerpo técnico, jugadores y directivos, sino que tomó tal fuerza que cambió el curso y la hoja de ruta que estaba fijada en el proyecto del Club.

La alta dirección perdió la dirección y el control de la situación. En lugar de propender por la unidad de criterios, empeños y voluntades, como en toda empresa, también se dividió producto del eco de las “influencias” en la comisión técnica de este ex jugador, colaborador/ consultor. La división de cargas de poder, credibilidad, confianza y respaldo comenzó a surtir efecto desde aspectos tan sensibles como el de las contrataciones (durante la ausencia de Rueda). En el momento –por fuentes internas y externas- se llegaron a mencionar dos hechos significativos que confirmaban la división en la alta dirección:

1. Que para las gestiones de las contrataciones Juan Pablo Ángel buscó apoyo y respaldo en otro ex jugador y colaborador del Atlético Nacional (Gastón Pezutti) con ascendencia en un sector de las huestes directivas del Atlético Nacional y de quien se señala fue el inspirador de la salida del anterior técnico del Nacional el también exitoso Juan Carlos Osorio.
2. Que Rueda se incomodó por esta situación y colocó su renuncia sobre la mesa. Decisión que revocó ante la petición del máximo accionista, el Dr. Ardilla Lulle, quien le ofreció todo su apoyo y respaldo, así como un grupo clave de jugadores, su cuerpo técnico, un sector de la prensa deportiva y la afición que siempre valoró su trabajo.

A este panorama se une la salida del presidente del equipo (Juan Carlos de la Cuesta) por conflicto de intereses, la llegada y el aparente rol de mediador de un nuevo presidente que disimulada y diplomáticamente —es más un político burócrata que un dirigente deportivo— toma “partido” en este panorama matizado por intereses que van desde las contrataciones de jugadores, el manejo del equipo y la toma de decisiones. Lo más lamentable es que pretendiendo tapar toda esta realidad, el Sr. Andrés Botero pretende desviar el motivo y las verdaderas razones de la salida de Rueda, minimizando la situación abogándose la “voz cantante” para decir que es la decisión del entrenador, que obedece a su condición de salud y que hace rato él se quería ir. Pero evade las verdaderas y reales razones de lo que “pasa en Dinamarca”.

Un club que tiene los soportes administrativos y de gestión de un gran grupo empresarial, se ha dejado permear hasta en las más altas esferas de las aberrantes prácticas que van contra el juego limpio, el trabajo en equipo, el estilo de dirección participativo y democrático. Dos exjugadores proyectan sus “goles” y deslealtades al campo empresarial. Se convierten en los fantasmas del camerino, las sombras en la directiva, los inspiradores de “falsos positivos” en la cancha y fuera de ella. Y un(os) directivo(s) que no solo se contradice(n) y cae(n) en imprecisiones en lo deportivo, sino que atenta(n) con la administración por valores y la ética empresarial.

Señores directivos del club y de la firma patrocinadora, el deporte es visto como una fuente inspiradora de valores y principios en la sociedad, su organización y marca se están empañando por el estilo de gestión, las formas, maneras y procederes de gente que si bien proviene del medio del deporte, no es precisamente con los mejores antecedentes como personas, deportistas y funcionarios que respalden una imagen y un prestigio como el que ustedes han construido y le quieren transmitir a la sociedad través de su organización, sus productos y mensajes. Los trabajadores cometen fallas, los presidentes y directivos “gerenteces”.

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