Las cartas del Sabio Caldas a disposición pública y el Congreso Ciencia y Nación

Las cartas del Sabio Caldas a disposición pública y el Congreso Ciencia y Nación

En ocasión del ducentésimo quincuagésimo aniversario de su nacimiento se quiere divulgar su producción científica, además de su correspondencia

Por: Andrés Óliver Ucrós y Licht
octubre 08, 2018
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Las cartas del Sabio Caldas a disposición pública y el Congreso Ciencia y Nación

Francisco Joseph de Caldas fue bautizado en Popayán el 17 de noviembre de 1768 y fusilado en Santafé de Bogotá el 29 de octubre de 1816. Pronto se cumplirá el ducentésimo quincuagésimo (250) aniversario de su nacimiento, por lo cual un grupo de académicos y familiares del prócer, además de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales con la colaboración de Colciencias, se ha dispuesto a divulgar su producción científica y su correspondencia (abajo disponible) en un congreso internacional.

El I Congreso Internacional Ciencia y Nación en homenaje al Sabio Caldas lo organizan el exdirector y fundador del Museo Caldas de Bogotá, D. Diego Caldas, el historiador Jorge Eliécer Quintero, Ph.D., Deibar René Hurtado, Ph.D., vicerrector de cultura de la Universidad del Cauca, y el rector, Dr. D. José Luis Diago Franco. Dicho evento tendrá lugar en Popayán los días 24, 25 y 26 de octubre de los corrientes, con la participación de numerosos expertos internacionales en la vida y obra del Sabio Caldas. Mayor información acá.

De izq. a der.: Andrés Óliver Ucrós y Licht, conferenciante; Beatriz Quintero Espinosa, directora del Archivo Central del Cauca; Jorge Eliécer Quintero, Ph.D., productor del evento; D. Diego Caldas, fundador del Museo Caldas de Bogotá junto a su esposa, la investigadora rusa Nataliya Savitskaya; y Stefany Lemus, representante del Concejo Municipal de Popayán para el evento.

De izq. a der.: Andrés Óliver Ucrós y Licht, conferenciante; Beatriz Quintero Espinosa, directora del Archivo Central del Cauca; Jorge Eliécer Quintero, Ph.D., productor del evento; D. Diego Caldas, fundador del Museo Caldas de Bogotá junto a su esposa, la investigadora rusa Nataliya Savitskaya; y Stefany Lemus, representante del Concejo Municipal de Popayán para el evento.

Caldas fue el precursor de la divulgación científica y periodística en Colombia con el “Semanario del Nuevo Reyno de Granada” (1808-1810) y el “Diario Político de Santafé” (1810-1811), respectivamente. Dirigió la Academia o Cuerpo de Ingenieros del Ejército (1814) con la fabricación de armas y de pólvora, por lo que se le considera el padre de la ingeniería militar en Colombia. Su aporte también versó en los campos de la astronomía y la botánica, por lo que se le reputó como Sabio.

Copiamos aquí una de sus cartas editadas por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (pueden ser descargadas en este enlace):

Carta al Virrey Antonio Amar y Borbón, Santafé, julio 1º de 1809.

“En 1800 hice un viaje al volcán de los Coconucos, montaña elevada y cubierta de nieves eternas. Aquí comencé mis colecciones botánicas y mis primeras observaciones sobre la Geografía de las plantas. Este viaje, dictado por mi afición a estos objetos, me valió un descubrimiento. Yo hallé, y después he comprobado muchas veces, un método para medir las montañas por medio del calor del agua hirviendo; descubrimiento que comuniqué al célebre Mutis, y que aprobó en todas sus partes. Ahora trabajo por darle la última mano o el último grado de perfección de que son capaces mis luces y mis fuerzas. Con este objeto he comenzado medidas geométricas en los alrededores de esta capital, y espero concluirlo dentro de pocos meses. Entonces tendré el honor de consagrarlo a la memoria del ilustre nombre de Vuestra Excelencia (…) Este descubrimiento y algunas otras producciones me valieron la amistad y la protección del ilustre Mutis. Este sabio me agregó a la Expedición de que era director en marzo de 1802, y me comisionó para recoger la vegetación de la Provincia de Quito, y para describir, diseñar y esqueletar todas las especies de quinas que producen esas regiones feraces; para determinar astronómicamente la posición geográfica de esos pueblos; para confirmar con nuevas observaciones el descubrimiento de que he hablado; para levantar la carta geográfica y corregir las equivocaciones de Pedro Maldonado y de La Condamine; para describir los usos, las costumbres, el comercio y las producciones de esa bella porción del Virreinato de Vuestra Excelencia. Para el desempeño de tan grande y complicada comisión me dio un telescopio acromático, un cronómetro, algunos tubos de barómetro, tres termómetros, algunos libros, y para los gastos de transportes y mi honesta manutención, me libró en diferentes épocas, sobre las reales cajas de Quito y Popayán, la cantidad de mil y setecientos pesos. Con estos auxilios, y con los que el patriotismo de don Jph. Ignacio Pombo franqueó, recorrí los distritos de Ibarra, Otavalo, cercanos de Quito; las selvas ardientes y deletéreas de Malbucho y de Santiago; los desiertos de Inta, Tagualó, Riobamba, Alausí, la Gobernación de Cuenca, el Corregimiento de Loja hasta los confines del Virreinato de Vuestra Excelencia, con los del Perú; las Provincias de Pasto, Patía, Popayán, inmediaciones de Cali y Buga, La Plata, Timaná y Neiva. Cerca de cuatro años gasté en esta penosa expedición sin percibir ningún sueldo, y con solo los gastos necesarios para mi transporte y manutención. Yo dirigí el camino de Malbucho, sin interés ninguno; yo le medí a cadena, levanté la carta topográfica y fijé el puerto astronómicamente en beneficio de los navegantes y de la humanidad. La elección de plantas, la preciosa de todas las quinas con descripciones completas, con diseño de mi propia mano; más de 1.000 observaciones barométricas, muchas del calor del agua en ebullición a diferentes niveles; un número considerable de Heptipas, es decir, impresiones de las plantas vivas sobre el papel a modo de imprenta; medidas geométricas; observaciones numerosas en astronomía, en geografía; declinaciones magnéticas; muchas teorías; muchos materiales sobre artes, agricultura, comercio, genio y costumbres de esos pueblos, etc., prueban bien que trabajé con ardor, y que en cuanto estuvo de mi parte, correspondí a la confianza y a las esperanzas del ilustre Mutis”.

 

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