Humo de diésel da cáncer y autoridades siguen de brazos cruzados

Humo de diésel da cáncer y autoridades siguen de brazos cruzados

Desde 2012 la OMS lo elevó a la categoría de sustancia cancerígena; sin embargo, es lo que respiran buena parte de los colombianos día a día

Por: Octavio Pineda
marzo 13, 2018
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Humo de diésel da cáncer y autoridades siguen de brazos cruzados
Foto: Youtube ciclistasbogota

Es increíble cuán negligentes e irresponsables pueden ser las autoridades, haciéndose de la vista gorda ante información clave, en detrimento de la salud de la población.

Desde junio de 2012 la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, las siglas en inglés), que es parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), elevó el humo de diésel a la categoría de sustancia cancerígena.

“La IARC, que forma parte de la OMS, clasificó los gases de exhosto de motor diésel como carcinógeno para los humanos (Grupo 1), con base en suficiente evidencia de que la exposición se asocia con un mayor riesgo de cáncer de pulmón”, se lee en el comunicado que dio a conocer la noticia en su momento. En la evaluación el humo de diésel también se asoció a un mayor riesgo de cáncer de vejiga.

Sin embargo, en las grandes ciudades colombianas, como Bogotá, Medellín o Cali, por mencionar algunas, este humo es el que respira buena parte de los ciudadanos día a día.

Según un reciente informe de Naturgas, más de 10 mil personas mueren al año en Colombia debido a la contaminación del aire, lo que incluye material particulado fino (PM2.5). El Instituto Nacional de Cancerología carece de cifras recientes sobre cáncer de pulmón, pero estima que en el país mueren al año 2.357 hombres y 1.497 mujeres por esta enfermedad.

No está de más recordar que Medellín está constantemente en alerta roja por la contaminación del aire, y en Bogotá en años recientes se han conjugado varios factores nefastos para que el humo diésel inunde las principales calles y avenidas.

Lo que en principio fue una apuesta por mejorar el transporte masivo con el Sistema Integrado de Transporte Público (SITP), chatarrizando buses y busetas viejas, resultó ser una solución ineficiente. Varias empresas del SITP están quebradas y no hay que ser un genio para darse cuenta del por qué: a pesar de que los buses del SITP tienen GPS que podría facilitar su monitoreo y control, es común ver pasar pegados dos, tres o hasta cuatro buses de la misma ruta (semivacíos y contribuyendo al trancón y la contaminación), para luego tener uno que esperar hasta 40 minutos a que pase de nuevo otro bus, repleto, de la misma ruta. Los tradicionales planilleros de los buses viejos hacían un mejor trabajo de “dosificación” de buses.

Por otro lado, ante el alza constante de la tarifa del SITP y Transmilenio, y una población que demanda transporte barato, muchos buses y busetas viejos que ya habían salido de circulación otra vez salieron a las calles, de modo que ahora se tiene lo peor de dos mundos: una sobrepoblación de buses ineficientes del SITP y también de buses y busetas viejos, buena parte de ellos convertidos en auténticas chimeneas andantes. Y además muchos buses de Transmilenio, ya viejos, no se quedan atrás, pues contaminan mucho y deberían afinarse o salir de circulación.

La entrada en circulación de buses ecológicos ha sido una buena medida, pero también adolecen de la ineficiencia en la mala dosificación de buses por ruta.

Algunas soluciones recomendables

A riesgo de exponerse a futuras demandas de enfermos pulmonares por negligencia en el control de la contaminación, las autoridades están en mora de aplicar soluciones urgentes a este problema, que se puede abordar de diferentes maneras.

Hay megalópolis donde se aplican controles más estrictos a las emisiones vehiculares. Cada cierto tiempo, los propietarios de vehículos deben llevarlos a “verificar”, es decir, medir las emisiones contaminantes, que deben estar por debajo de un nivel aceptable para que entonces se coloque al vehículo una calcomanía que le permite circular; si no pasa el examen, no circula hasta que reduzca sus emisiones.

Esto a la vez desincentiva el uso de vehículos viejos, que son los más contaminantes. Según algunos expertos, ciudad de México, por ejemplo, sufre más contaminación por ozono (descomposición del CO2 en la atmósfera por efecto de la luz solar) que por material microparticulado, como ocurre en las ciudades colombianas debido al abundante diésel.

Por otro lado, en otras ciudades del mundo mucho del transporte masivo circula a gas, como ya lo hace buena parte de los taxis bogotanos, o con electricidad. Esto también reduce las peligrosas emisiones de diésel.

De modo que las autoridades, incluida la Policía de Transporte (que hasta ahora se han hecho de la vista gorda), deben ser más estrictas en prohibir la circulación de vehículos diésel contaminantes en exceso. Y los propietarios de vehículos, a su vez, deben darles mantenimiento adecuado y afinar el motor para que no contaminen tanto, o se van para los patios.

Ya es hora de que los propietarios irresponsables de vehículos contaminantes y las autoridades negligentes que los dejan circular empiecen a pensar un poco más en el resto de la ciudadanía y a preocuparse verdaderamente por nuestra salud.

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