El Centro Democrático comenzó a mover sus fichas con la mirada puesta en 2030 y el expresidente Álvaro Uribe ya dejó entrever cuál será su estrategia para las elecciones legislativas de 2026.
En un momento en que las encuestas no favorecen a sus principales figuras, el uribismo combina renovación generacional, apertura territorial y la construcción de un liderazgo presidencial fuerte como ejes de su apuesta.
¿Cómo será la lista del Centro Democrático para el Senado?
El nombre de Andrés Forero, actual representante a la Cámara, liderará la lista cerrada al Senado. La elección de Forero responde a su experiencia en debates urbanos, disciplina legislativa y capacidad de conectar con sectores independientes.
Detrás de él, la lista incluye un bloque diverso que representa las distintas corrientes del uribismo: Rafael Nieto Loaiza, con trayectoria en seguridad y justicia; Hernán Cadavid, voz activa en el control político; y figuras emergentes como Claudia Margarita Zuleta y Julia Correa Nuttin, proyectadas por el partido hacia nuevas audiencias.
A esto se suma el senador Carlos Meisel, una figura que ha mostrado una evolución política sostenida y un liderazgo cada vez más visible en los asuntos del Caribe, y perfiles en ascenso como María Clara Posada, cuya capacidad argumentativa la convierte en una carta fuerte del partido.
En paralelo, para la Cámara, en representación de Bogotá se proyecta el concejal Daniel Briceño, considerado un candidato con gran impulso y posible mayor votación individual del Centro Democrático.
Aunque algunos ven esta lista como una apuesta definida, Uribe decidió no concentrar todo el poder en una sola figura. Su estrategia busca fortalecer liderazgos complementarios dentro del partido y evaluar qué perfiles podrían generar la ruta ganadora: la preparación académica de Forero, la experiencia de Nieto, el arraigo regional de Zuleta, la disciplina de Correa, la capacidad argumentativa de Posada, el talento digital de Briceño o la simpatía de Meisel.
Uribe busca empujar a los otros 24 candidatos
El movimiento más simbólico lo hace el propio expresidente al ubicarse en el puesto 25 de la lista, lejos del protagonismo inicial, pero aún como motor electoral. Esta posición, según analistas, buscaría arrastrar votos en un sistema de lista cerrada, donde se vota por el partido y no por nombres, lo que puede aumentar el número de curules obtenidas y asegurar que los residuos electorales no se pierdan.
En pocas palabras, para que el expresidente llegue al Senado, el Centro Democrático deberá obtener la cantidad de votos necesarios para garantizar la presencia de sus otros 24 candidatos en la Cámara Alta del Congreso.
Así, con 108 miembros en el Senado, la elección de 25 candidatos del partido significaría casi una cuarta parte de los escaños, consolidando la influencia del uribismo en el Congreso durante los próximos 4 años.
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