
Continuando con el artículo sobre Feliza Burstyn y su chatarra, el “Arte Povera” es un movimiento artístico que surgió en Italia hacia la segunda mitad del siglo XX. Combina elementos del performance y lo conceptual, y utiliza materiales carentes de valor comercial, para hacer una crítica a la sociedad consumista e industrializada de la posguerra y donde encontramos titanes como lo son los trabajos de Anselm Kiefer. Las obras en técnica mixta llevan una fuerza impresionante mientras el artista alemán utiliza la Cábala como un referente que contiene alegorías místicas sobre la interpretación judía de Dios en el viejo Testamento.
Anselm Kiefer es un pintor que también realiza instalaciones y construye mundos en decadencia. Nació el 8 de marzo de 1945 al final de la segunda guerra y tiene como tema en su obra la memoria de la Alemania Nazi. Fue estudiante de Jhosep Bauys, y por eso Kiefer creó su mundo neoexpresionismo con punto de vista propio donde lo social y lo conceptual tienen espacios propios. A través de la utilización de fuertes símbolos donde radica su mundo conceptual. Para ello sus trabajos a gran escala tienen una referencia histórica y social.

En la pintura, por ejemplo, el paisaje es un territorio sin referencias. Se trata de una naturaleza que se encuentra en un mundo invernal y las ramas que se encuentran han sido quemadas por el fuego. Dos atmósferas que muestra a una vida que ha quedado arrasada por la carencia de sentimientos.

La mitología es su verdad y su memoria. Es su manera de rescatar la reflexión sobre los materiales en una experiencia visual. Utiliza el plomo para hacer sus enormes libros que muestran una verdad sellada por la violencia. O cajones para lustrar zapatos que crea una muralla de silencio pobre y que nos recuerdan las montañas de zapatos que quedaron en los campamentos de Auschwitz-Birkenau. Los vestidos blancos embalsamados dentro de unas cajas tratadas con una delicadeza única son asfixiantes y nos hablan de las quebradas historias femeninas,

Ha recorrido el mundo buscando referencias, pero en 1993 Anselm Kiefer se trasladó a vivir al sur de Francia. Donde tiene tres grandes espacios que le permiten trabajar sus enormes instalaciones. En el Museo Hirshhorn en Washington lo encontré por primera vez en 1994. Con un avión de plomo que llevaba flores de girasol en las alas. Mi interés comenzó por el trauma que llevaba ese avioncito. Las flores de girasol pintadas y apagadas llevan el trauma y la agonía de la naturaleza embarrada y muerta con ceniza. Todos los símbolos de materiales crean el cosmos de una historia donde por debajo existe la música de Richard Wagner o la poesía de Paul Celan.
De la misma autora: Fábulas del mundo