La verdadera integración latinoamericana no puede estar en manos del esperpento comunista

La verdadera integración latinoamericana no puede estar en manos del esperpento comunista

"Hacerlo con gobiernos como el cubano, el venezolano y el nicaragüense es una verdadera insensatez". Escribe Ariel Peña

Por: Ariel Peña González
octubre 02, 2020
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La verdadera integración latinoamericana no puede estar en manos del esperpento comunista
Foto: Pixabay

Tarde o temprano habrá que controlar el COVID-19 —que le ha traído infinidad de desgracias a la humanidad— y se llegará a la pospandemia, por lo que las naciones latinoamericanas que han sido tan afectadas por ese mal tienen que replantearse económica, política y socialmente, pues es lógico que vendrán cambios significativos que tendrán profunda incidencia en esta parte del mundo. Este escenario prima un nacionalismo reflexivo frente a una globalización desaforada, cuya gran beneficiara ha sido la China, con una dictadura totalitaria que poco le interesan los sufrimientos de los seres humanos, puesto que sigue los lineamientos del marxismo-leninismo —en donde lo importante es poseer el poder político a cualquier precio, sin tener en cuenta los millones de víctimas que haya que sacrificar para alcanzar ese propósito—.

En consecuencia queda demostrado nuevamente que el comunismo con sus diferentes motes es el verdugo de la humanidad. Aun así, sin ningún empacho, en Colombia los mamertos que usan diferentes divisas se aprestan para asaltar el poder político, en donde la pandemia les ha servido para exagerar su discurso miserabilista y buscar engañar a las masas, haciéndose los locos acerca del culpable del origen y la propagación por la tierra de la plaga china; de ahí que frente a la crisis la democracia tiene que defenderse ante los liberticidas del comunismo.

El gobierno democrático que posiblemente se elegirá en Colombia en el 2022, si el pueblo no se deja embaucar de los artificios “progresistas”, necesariamente debe mirar al entorno latinoamericano, que ha sido una región que no ha encontrado su identidad, por eso es que aventureros se han aprovechado de esa circunstancia para conducir a algunas naciones al envilecimiento, teniendo el ejemplo más doloroso con Venezuela en los últimos tiempos —nación que se convirtió en el tubo de ensayo del comunismo totalitario con la etiqueta del socialismo del siglo XXI—.

Ahora bien, una integración latinoamericana con gobiernos como el cubano, el venezolano y el nicaragüense es una verdadera insensatez; apoyar o hacer alianzas con los regímenes antes mencionados no ayuda en nada, en cambio aumenta las desgracias y sufrimientos para nuestros pueblos, puesto que el marxismo-leninismo en todas sus presentaciones es una desgracias para las naciones, ya que sus fundamentos son la dictadura, la miseria y la violencia como condiciones necesarias para existir.

Lo hemos dicho en otras oportunidades, Hugo Chávez estimulado por el sátrapa de Fidel Castro, quería montar la Unión Soviética de Latinoamérica, no propiamente para el progreso de las naciones de esta parte del mundo, sino para reeditar esa gigantesca dictadura totalitaria fracasada, porque los alucinados que siguen a la estafa comunista del marxismo-leninismo, han creído que el engendro del comunismo totalitario es “ todopoderoso”, ya que siguen insistiendo en las patrañas del materialismo histórico y la inevitabilidad, resaltando que la doctrina absolutista de Marx es indudablemente supersticiosa, inhumana y antihistórica.

Volviendo a advertir que los regímenes del socialismo del siglo XXI o neomarxistas a los cuales hemos hecho mención, como dice el adagio “no tienen ni arte ni parte” en una integración latinoamericana pragmática, porque sabemos hasta la saciedad que por ser el comunismo estatista, burocrático y embrutecedor su única preocupación es montar camarillas o nomenclaturas, para parasitar a perpetuidad con la cosa pública, aplastando la libertad y la democracia.

Es bastante gracioso ver a los seguidores de la llamada izquierda, especialmente la marxista, desgañitarse en contra del imperialismo, como excusa para ocultar el fracaso de los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero cuando el gobierno de EE.UU. podría cerrar las importaciones que llegan de los países del sur, no tienen respuesta, creyendo todavía que a base de discursos demagógicos van a enfrentar el problema.

A la nomenclatura del partido comunista cubano no se le puede olvidar que ha recibido durante 60 años alrededor de 300.000 millones de dólares que le regalaron la URSS primero y luego Venezuela. Además, el caso venezolano es patético porque durante el régimen chavista se ha cometido un descomunal latrocinio con los recursos de la venta de petróleo, cuantía que ningún país de la región ha recibido. Y la miseria de las masas es monumental en la patria de Bolívar, de ahí los millones de refugiados que vemos en Colombia y en otras naciones vecinas, sin embargo, el dictador Nicolás Maduro se exculpa con el cuento de la “guerra económica”, así que con esa presentación a los regímenes del socialismo del siglo XXl hay que marginarlos de una auténtica integración.

Hugo Chávez en su burocratismo marxista creía que la unión de Latinoamérica se hacía mediante aparatos, por eso creó el Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), Petrocaribe y el Banco del Sur el cual nació muerto, también ayudó a formar otro aparato conocido como Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas) que se desintegró, con todos esos embelecos lo que buscaba el difunto presidente, era empoderar las ideas nefandas del socialismo del siglo XXI, ignorando la genuina unificación.

Simón Bolívar en la carta de Jamaica, en Kingston del 6 de septiembre de 1815, planteaba la construcción de una sola nación en el mundo nuevo, por su origen, lengua, costumbres y religión, que debería tener un solo gobierno con una confederación de estados, sin embargo, veía la imposibilidad de ese proyecto, por los climas remotos, situaciones diversas e intereses opuestos que dividen a la América.

Una verdadera integración de Latinoamérica de ninguna manera puede estar en las manos del esperpento comunista totalitario, por ello es menester repudiar a los regímenes castrochavistas. Además, para sobrellevar el proteccionismo norteamericano que afecta de manera importante a la región se podría implementar un Mercado Común Latinoamericano, porque una realidad nos trae otra realidad, a la que se debe enfrentar con inteligencia y valor; resaltando que una auténtica integración solo es posible con países de gobiernos democráticos.

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