La verdadera historia detrás del Bronx de Caracol

La verdadera historia detrás del Bronx de Caracol

La pesadilla de Andres Gutierrez, un albañil obsesionado por sacar a su hija del Bronx, terminó en un libreto de Gustavo Bolívar sin pagar un peso

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marzo 27, 2019
La verdadera historia detrás del Bronx de Caracol

Andrés Gutiérrez jamás imaginó que la pesadilla vivida por él y su familia inspiraría una exitosa serie de televisión. La serie El Bronx, que cada noche marca entre 10 y 11 puntos de rating, cuenta la historia de Juliana, una joven de 18 años que es seducida, secuestrada y llevada al Bronx. Para rescatarla, su padre Carlos (interpretado por Ramiro Meneses) se hace pasar por indigente y se interna en el Bronx, arriesgando hasta su propia vida. Pocos televidentes conocen que la historia narrada en la novela, aunque tiene grandes variaciones, es bastante parecida a lo que vivió Andrés Gutiérrez con sus dos hijas de 15 y 17 años en 2012.

Para la familia Gutiérrez hay tanta similaridad entre lo que se cuenta en la novela con su historia que ya interpusieron acciones legales. Una de ellas fue una tutela que exigía la suspensión de la serie que se emite desde el pasado 29 de enero por Caracol. Sin embargo, la familia perdió la tutela por aspectos formales y la serie sigue al aire.

Todo comenzó con extraños comportamientos de su hija mayor. La joven llegaba tarde a casa y comenzó a usar ropa cara. Su madre empezó a sospechar que no andaba en buenos pasos. Se imaginó que la joven estaba prostituyéndose. La verdad es que una amiga le presentó a reclutadores del Bronx quienes le ofrecieron trabajo como “taquillera”, es decir, vendiendo drogas por turnos de 24 horas en la famosa calle con forma de L.

El primer mes todo fue perfecto para la joven. Ganaba $300.000 pesos por turnos de 24 horas y podía salir del Bronx para dormir en su casa. No pasó mucho tiempo antes de que empezara a probar la misma droga que vendía. La marihuana fue el primer paso para luego seguir con bazuco y perico. En alguna ocasión ella, que podía vender hasta 15 millones de pesos un sábado, tuvo un descuadre con la plata que manejaba. Los jefes del Bronx se la cobraron caro. De inmediato llegaron castigos encerrada en cuartos oscuros y baldados de agua helada. Vio como perros hambrientos descuartizaban un hombre y como otro era asesinado a martillazos en la cabeza. Sin embargo, lo peor estaba por venir. La joven fue violada por hombres de Homero, el capo para quien vendía droga.

Después del primer mes le advirtieron que no podía salir del Bronx. Hacerlo significaba firmar su sentencia de muerte y la de toda su familia. Solamente se comunicaba con ellos cada vez que conseguía un celular.

Para Andrés Gutiérrez y su mujer la pesadilla apenas empezaba. La hermana menor, al ver que la mayor podía vestir ropa fina y abandonó el colegio para trabajar en el Bronx, siguió sus pasos. Junto a algunos amigos empezó a visitar los conciertos de famosos cantantes de rap que se presentaban en el sector. En ellos se repartía droga gratis. El objetivo era enganchar a los adolescentes para que se volvieran futuros consumidores. La hermana menor mordió el anzuelo y también se convirtió en taquillera dentro de la temida calle.

Sin embargo, a diferencia de la hermana mayor, esta no duró mucho ahí. Durante una pelea con otra taquillera recibió tres puñaladas; dos en el brazo y una en el cuello. Esta última, que por poco le cuesta la vida, paradójicamente se la salvó. La joven, que para entonces tenía 15 años, fue sacada gravemente herida del Bronx a un puesto de policía. De ahí la llevaron a un hospital y los médicos le explicaron que si la herida hubiera penetrado medio centímetro más, hubiera sido fatal. Luego fue internada en una casa de monjas, donde se regeneró.

La familia Gutiérrez todavía no tenía tranquilidad. Su hija mayor llevaba cuatro meses en el Bronx. Fue ahí cuando Andrés, después de mucho pensar y conversar con su esposa, decidió internarse en el Bronx haciéndose pasar por indigente. El encuentro con su hija no tardó mucho en llegar pero lo que vio superó sus temores. La imagen de la joven sentada en la calle fumando un enorme bareto es algo que todavía no olvida. Hacerla entrar en razón era misión imposible. Para ese entonces la hija estaba del lado de los delincuentes.

Andrés, que se volvió infórmate de la policía, conoció todos los escabrosos secretos del Bronx. Vio como cuerpos descuartizados eran sumergidos por partes en tarros robosantes de ácido para que se disolvieran sin dejar rastro. Conoció también quiénes eran los principales cabecillas y las estructuras de poder en el sector. Fue testigo de los enfrentamientos entre jefes por el poder. Pero su única intención era salvar la vida de su hija. A finales de 2012, cuando ya estaba próxima a cumplir 18, la policía recibió información de que ya había planes para matar a la joven. La única forma para sacarla era capturarla.

Cada uno de los movimientos de la hija de Andrés ya estaba estudiado por la policía. Sabían cada uno de sus recorridos, donde conseguía la droga y dónde la entregaba. Fue así como en un operativa fachada la detuvieron con 40 kilos de droga encima, la sacaron del Bronx y por ser menor de edad la pudieron enviar a una correccional, en lugar de una cárcel. Pero la pesadilla de Andrés no acabó ahí.

Los capos del Bronx, al saber que era un infiltrado de la Policía, quisieron tomar represalias. Su familia duró dos días sin saber nada de él. Había sido secuestrado y llevado a una casa en el barrio San Bernardo. La idea era matarlo. Primero le cortaron los tendones en las manos. Sin embargo, su astucia lo salvó. Convenció a dos jóvenes que estaban retenidos con él para distraer a su captor. Teniendo las manos heridas pudo arremeter contra él a cabezazos, quitarle el arma y huir para salvar su vida.

La familia entró al programa de protección de testigos de la Fiscalía. Durante un tiempo los separaron. A la hija mayor la mandaron a Baranoa, Atlántico. Su mujer y las otras dos hijas fueron enviadas a Barranquilla y él a Medellín. Tiempo después, pudieron reencontrarse en otra ciudad diferente a Bogotá. Aunque la pesadilla quedó atrás, la familia ha pasado necesidades porque Andrés, que era su principal sustento, trabajaba como albañil y por tener los tendones de las manos cortados, está discapacitado.

En 2016, tras el allanamiento del Bronx, Andrés contó su historia a los medios. RCN lo entrevistó en Cuatro Caminos y El Tiempo contó la historia de forma anónima. Un año después, en 2017, Caracol iniciaba las grabaciones del Bronx, serie escrita por el hoy senador Gustavo Bolívar.

Aunque nunca hubo encuentros entre la familia Gutiérrez y el libretista, ellos creen que la serie que cada noche transmite Caracol está basada en la pesadilla que vivieron. Con el apoyo de la Fundación Manos Limpias, adicional a la tutela que perdieron, presentaron una demanda que exige al canal una cifra igual al valor total de la producción y a las ganancias que ésta le dejó al canal. Caracol advierte al principio de cada capítulo que los hechos narrados son producto exclusivo de la imaginación del libretista y que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. En todo caso, el argumento no convences a la familia quien prefiere que sea un juez que diga quién tiene la razón.

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