La tarea de aprender a convivir con el coronavirus

La tarea de aprender a convivir con el coronavirus

"La consigna debe ser: con mascarillas, gafas y guantes, todos a trabajar para reconstruir el país. Sí, a reconstruir"

Por: Enino Barbosa
abril 20, 2020
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La tarea de aprender a convivir con el coronavirus
Foto: Leonel Cordero / Las2Orillas

¿Es que la humanidad perdió el valor?

Los adelantos tecnológicos, médicos y económicos que han elevado la calidad de vida de los seres humanos, nos han acostumbrado también al confort, a evitar el mínimo dolor, e incluso a no perder el sueño por nada: Veamos una parábola

“Un ladrón nos anuncia que va a asaltar nuestra casa, viene por nuestros bienes y también por nuestra vida y entonces nos escondemos bajo la cama, él entra, nos quita todo y luego nos mata” Cuando lo primero que se pierde es el valor, luego se pierde todo.

En tiempos no muy lejanos, los soldados, iban a la Guerra en defensa de su patria, de la civilización y de las democracias y no hicieron cálculos de sus probabilidades de morir; eran soldados, no calculadores y nunca les falto valor.

Sin ir tan lejos, hoy en Colombia miles de soldados y policías patrullan contra delincuentes y guerrilleros y no les ha faltado valor; Y en estos tiempos del coronavirus, gentes del pueblo, millones de personas valientes, salen diariamente a hacerse cargo de los servicios públicos de agua, luz, telefonía, a mantener vivas la redes de Internet, conducir el trasporte público, la vigilancia, las mensajería, las droguerías, los supermercados, panaderías, el funcionamiento de las cadena alimenticias, las personas que barren las calles, los cajeros de supermercados, los empleados bancarios, etc, y  sobre todo, los Médicos y enfermeras a quienes tocó la primera línea y luchan con valor incluso sabiendo que algunos caerán.

Pero los politiqueros, los sabios de la OMS, a quienes nunca les ha faltado el confort, pero si el valor, los periodistas asustones y los grupos de presión, convencen a los gobiernos de que “lo mejor para el pueblo es darle la casa por cárcel”.

El ciudadano impaciente dice con sencillez “yo me pongo mi mascarilla y salgo a trabajar, necesito mi sustento” pero los gobernantes no lo dejan, porque se creen más sabios que el pueblo. Y a todas estas, ¿si los países ricos no se pueden dar el lujo de cerrar, que será de los países pobres? Por Dios, hay que permitir a las gentes retomar sus actividades diarias y ejercer su derecho a la libertad.

No se trata de desconocer la peligrosidad del coronavirus, aunque tomando medidas preventivas inteligentes, infectará solo a una minoría de las poblaciones, y de esa minoría de contagiados un promedio del 60% serán asintomáticos, el 30% restantes sufrirán los síntomas de una gripe fuerte y un 10% necesitaran hospitalización, de donde probablemente saldrán de 7 a 9 curados y de 1 a 3 fallecidos; son promedios de sobra conocidos.

Tampoco se trata de desconocer el efecto retardador que tienen las cuarentenas sobre la pandemia, quizá ésta encontrará a los Hospitales mejor preparados, pero a la sociedad más arruinada y asustada. ¿Cuantas actividades productivas de las clases pobres, desaparecieron por esa tabla Rasa Brutal que es la cuarentena?

Y Viene la gran pregunta: ¿Después de la cuarentena qué? ¿Es que acaso la cuarentena va a exterminar el coronavirus? Todos sabemos que no, eso es un paliativo y no se puede mantener a un País cerrado indefinidamente. Tenemos que aprender a vivir con el coronavirus hasta que lleguen las vacunas seguras.

¿Y como será ese convivir? Los Ciudadanos han demostrado ser disciplinados, inteligentes, aprenden rápido, obedecieron al encierro, han aprendido a guardar las distancias, y aprendieron antes que la OMS a que las mascarillas, las gafas y los guantes elevan enormemente sus posibilidades de salir ilesos del combate.

Las Autoridades Sanitarias, que tanto aconsejan alargar las cuarentenas, deben más bien exigir la fabricación de millones de mascarillas que cumplan estándares de calidad y que se pongan a disposición de todos los ciudadanos. Y hay que enseñarles a usarlas correctamente, el pueblo aprende, pero ¿qué puede hacer si no le enseñan? Igual advertirles de cuales son los comportamientos sociales que peligran contagio.

Ya oímos decir a los mas timoratos: “Pero es que no sabemos con certeza la cifra de infectados asintomáticos que puede ser 3 ó 4 veces la cifra oficial”; si es así, los promedios anteriormente expuestos bajarían a cuartas partes; y al final: si ellos usan mascarillas de calidad estarán disminuyendo mucho la posibilidad de contagiar a los demás, será una protección de salida y entrada.

La consigna debe ser: “con mascarillas, gafas y guantes, todos a trabajar para reconstruir el país”. Sí, a reconstruir.

Esa es la manera de convivir con el coronavirus; ejemplos nos sobran, de países que lo están haciendo con éxito como Corea del Sur, Taiwán, Sudafrica, Indonesia, Japón, y varias naciones de Europa como Dinamarca y los Países Nórdicos, otros hacen cuarentenas selectivas y no “la Tabla rasa”.

Hay que llevar paulatinamente al mundo a la normalidad y salir de esta paranoia del encierro. Por favor Presidente Duque.

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