La razón por la que usted siente cansancio todo el tiempo

La razón por la que usted siente cansancio todo el tiempo

Hoy en día se ha hecho normal vivir agotados. En la sociedad del rendimiento y de las no-cosas, hacer una pausa para pensar es un lujo

Por: Ismael Suárez Córdoba
junio 01, 2022
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La razón por la que usted siente cansancio todo el tiempo
Foto: Pixabay

Para vivir mejor necesitamos ir más despacio, desarrollando la capacidad de esperar sin tener que perder la calma. Sabiendo elegir el momento correcto, a fin de poder dedicar el tiempo necesario a cada cosa, distanciándose de todas las premisas que manipulan lo nuestro.

Se aprende así de la naturaleza, donde cada proceso tiene su tiempo, su ritmo, y sentido para la totalidad de las cosas: 'Moveos como el agua. Con la quietud de un espejo, responded como el eco. Vivid ausentes, como si no existierais, en silencioso sosiego como la pureza del vacío'. (El Zhuangzi - Obra clásica del taoísmo).

En la aceleración del tiempo presente el que el problema no es la gran cantidad de información que genera, sino la gran cantidad de tiempo que absorbe. Que ha sumido al planeta en un estado de drásticas transformaciones, caracterizadas por el enorme desarrollo tecnológico, la profunda crisis ecológica y los acelerados cambios sociales. Cambios que van desde los simplemente biofísicos y fisiológicos, hasta los de maduración y evolución psicosocial, intelectual y emocional, condicionando todas las actividades, relaciones y movimientos, a la productividad y a la eficacia.

Se plantea de esa manera la necesidad de humanizar el sistema, a fin de lograr que la lentitud y la pluralidad sean también propuestas alternativas, para que la vida social sea digna de ser vivida.

Sistema de vida que nos ha atrapado en la cultura de la prisa, de la falta de paciencia, y en un constante estado de hiperestimulación, restándonos capacidad de gozo para disfrutar de nuestra existencia.

En la cual «el exceso de trabajo y el rendimiento se agudizan y se convierten en auto explotación. Siendo esta mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad, en el cual el explotador es al mismo tiempo el explotado». (Byung-Chul Han - Universidad de Berlín).

Y aunque nuestro modo de pensamiento rápido pueda resultar adaptativo en muchas circunstancias, la falta de reflexión o de sosiego nos aboca a la irracionalidad y a las malas decisiones.

En un estado de extremada violencia contra sí mismo, víctima de un sistema que nos lleva a seguir exigiéndonos cada vez más, y a la conclusión que nunca nada es suficiente. Dado que la razón exige la demora, mientras que la prisa nos carga de prejuicios. Con sesgos, como los de polarización grupal, que provoca efectos deformantes sobre el juicio humano y que muchas veces conduce a un miedo excesivo hacia acontecimientos improbables.

Vida sin pausa que, el avance tecnológico, conduce inexorablemente a considerar como inservible todo aquello que «no haga las cosas» en el tiempo requerido. Lo anterior fomenta «una cultura vacía de autopromoción, de instantaneidad, de adicción al consumo, a la demanda de adquirir o de siempre tener. Diacronía temporal que hace que el tiempo transcurra sibilante sin dirección y se descomponga en una mera sucesión de presentes temporales, atomizados, manteniéndonos aislados de la presencia física de otros, y de cualquier sentido de la responsabilidad que esta pueda conllevar».

«Sistema 24/7 que anula la experiencia, bajo el único motivo de acumular ganancias y desarrollar intereses egoístas. sostenido en la interfaz ubicua de las redes sociales digitales Minando también las deferencias, que son cruciales para tener la paciencia de escuchar a los otros, o cualquier otra práctica social en la que intervengan el compartir, la reciprocidad o la cooperación mutua» (Jonathan Crary, ensayista y profesor de la Universidad de Columbia. Libro 24/7. El capitalismo al asalto del sueño).

En este régimen da igual si se propone mucho o poco, pues la impresión de no poder concluir nunca algo satisfactoriamente conduce a un remolino que nos hunde incesantemente. Ya que cuanto más nos apresuramos, menos tiempo queda, convirtiéndose el tiempo supuestamente desperdiciado, en un instrumento de dominación al no haber nunca satisfacción completa.

Este recurso técnico se convierte en un engaño, si la primera cosa que las personas tocan para interactuar es su móvil, al ser incapaces de establecer relaciones que sean libres de cualquier finalidad. En un mundo material hecho de cosas que podemos tocar y oler, que se está disolviendo en un sinfín de información de no-cosas. Que, aun así, seguimos deseando o adquiriendo sin control, puesto que nos siguen influenciando. Mundo digital que cada vez se hibrida de manera más notoria, con el que aún consideramos mundo real, hasta el punto de confundirse entre sí, haciendo la existencia cada vez más intangible y fugaz. Puesto que cuando la información abunda, el bien escaso pasa a ser la atención.

«Derivando el superávit informativo en una escasez de aquello que la información consume. Y lo que la información consume es bastante obvio: consume la atención de sus receptores. Riqueza informativa que provoca carestía atencional y obliga a repartir eficientemente esa atención finita entre la infinidad de recursos informativos capaces de consumirla». «Carestía atencional que sumada al 'multitasking' (o multitarea), como método de trabajo predominante, está causando además el efecto de la dispersión y otros riesgos asociados como los problemas de memoria, el estrés crónico y la reducción de la eficiencia». (Hebert Alexander Simón - Economista Politólogo 1916 a 2001).

Así, los trabajos que exigen el manejo de múltiples tareas en cortos períodos de tiempo, que en la sociedad en la que hoy vivimos agotados y deprimidos por las inapelables exigencias de la existencia, consigue hasta que aceptemos la desaparición de la imaginación, del deseo, de la fantasía y de la estimulación sensorial. Viviendo del estímulo de la sorpresa, sumergidos en el torbellino de actualidad, con proliferación excesiva de objetos desechables que se revelan como informadores eficientes, controlándonos y dirigiéndonos constantemente. Dado el narcisismo y el exhibicionismo, que campea a sus anchas en las redes sociales, como una obsesión por uno mismo.

Que de igual manera está ocurriendo con todo lo que se refiere a la ciencia y la investigación, que añora tener tiempo para indagar, para mejorar un poco cada día. Tiempo también para fallar, reconocer los errores, corregirlos y repararlos. Y tiempo para poder tener un sentimiento de desacuerdo u oposición, a una idea prevaleciente, como fundamento indispensable para el cambio, la innovación y la transformación individual y social.

Que es lo que caracteriza una racionalidad crítica y abierta a la contingencia, al disenso y, en definitiva, a lograr mayores posibilidades de progresar, como alternativa a la aceleración que impone el tiempo presente. Tiempo que estimula la gratificación inmediata de los deseos, invitando por lo tanto a la impaciencia. Olvidando que el alcanzar una vida plena, siempre requiere el aprender a demorar la gratificación.

 

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