La química rusa que sacó Dololed del mercado

La química rusa que sacó Dololed del mercado

El amor trajo a Elena Stashenko a Bucaramanga hace 37 años donde ha dedicado su vida a investigar en la UIS el uso medicinal de especies vegetales

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febrero 03, 2020
La química rusa que sacó Dololed del mercado

La única vez que Elena Stashenko pensó en marcharse de Colombia fue el 14 de abril del 2009. Ese día uno de sus estudiantes de Quimica de la Universidad Industrial de Santander encontró en su salón de clases una bala calibre 38. Era una amenaza clara de un colectivo de estudiantes reinsertados de las Autodefensas Unidas de Colombia que la había incluido en una lista de 44 personas declaradas objetivo militar dentro de la Universidad. Lejos de esconderse Stashenko dio la cara, a regañadientes aceptó una escolta personal y siguió trabajando en su laboratorio, el mismo que ayudó a formar desde que llegó al país hace 37 años.

La primera vez que Elena Stashenko escuchó hablar de Colombia fue en 1981. Jorge Núñez, un  biólogo santandereano había sido uno de los tantos estudiantes latinoamericanos becados en la Universidad Patricio Lumumba. La Moscú gris de Leonid Brezhnev estaba lejos de ser la escenografía perfecta para las historias de amor. Y aun así se enamoró de este santandereano hasta el punto que lo dejó todo para casarse con él y llegar a Bucaramanga en julio de 1983. Aunque hablaba inglés y francés con fluidez no sabía una palabra de español que el acento estridente y el hablado rápido de los santandereanos se lo dificultaba aún más.

Y lo dejó todo atrás, sus estudios de Química instrumental –la misma profesión que escogió su mamá- en la Universidad Druzhbi Narodov le sirvieron para entrar a trabajar, desde hace 37 años, en los laboratorios de la Universidad Industrial de Santander. Eran tiempos aún más difíciles que hoy para la ciencia en Colombia. Ni siquiera existía la infraestructura necesaria para practicar la Química instrumental. Ella empezó a acomodarse al paisaje. Desde 1987 es la directora del Centro Nacional de Excelencia de Investigaciones para la Agroindustrialización de Especies Vegetales Aromáticas y Medicinales Tropicales (Cenivam). Sus cientos de investigaciones le valieron en 2016 ser escogida por la revista norteamericana Analytical Scientist, como una de las cincuenta científicas más influyentes del mundo.

Sin embargo ni esa distinción no la hizo tan popular como el Dololed. Todo arrancó el 22 de febrero del 2018 cuando uno de sus alumnos llevó una tableta de Dololed para ser examinada en el laboratorio por qué alguien cercano a él había tenido una reacción alérgica ante el medicamento . Cinco días después los resultados de los exámenes fueron sorprendentes y contradecían los que había entregado el INVIMA en el 2012: el medicamento no era de origen 100% natural a base exclusivamente de caléndula como rezaba la promesa publicitaria. La investigadora detectó trazas de un conocido anti inflamatorio, diclofenaco. Lejos de quedar satisfechos y tranquilos con el hallazgo el equipo de trabajo continuó con el trabajo a lo largo de todo el año, buscando analizar nuevas muestras del medicamento. En diciembre de 2018 elaboró un informe que tuvo en reposo cerca de un año hasta que, 100% segura, decidió contarle a Pablo Correa del Espectador sus hallazgos.

Los miles de consumidores de la pastilla, sin duda un eficaz analgésico y antiinflamatoria, quedaron mas sorpendidos que el propio quimico propietario dueño del laboratorio de medicamentos naturales Pronabel,  que decidió suspender la producción de Dololed.

Segura de su hallazgo, el escándalo mediático no amilanó a Stashenko, a quien la Universidad de Santander y la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales salieron a respaldar públicamente su solvencia académica.

El pasado 31 de enero la investigadora presentó en la Universidad una ponencia titulada Dicofenaco + Caléndula en la que durante tres horas compartió detalle por detalle la ruta de la investigación y respondió las inquietudes surgidas por redes sociales. Ante todo quería defender el prestigio del laboratorio que dirige desde 37 años  y que se financia con proyectos de investigación y aportes de la empresa privada de Santander.

Sin haber medido el efecto de su investigación esta se convirtió en un precedente pero también la justificación a sus miles de hora en un laboratorio del que sale solo para disfrutar de los pocos momentos que comparte con su esposo y de los cada vez más raros espacios silencios que los llena con la relectura de novelas que han llenado su vida entre los que se destaca, sin duda, Gabriel García Márquez.

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