La pluralidad de la idiotez

La pluralidad de la idiotez

"El problema es pensar que el homosexual es una amenaza para la sociedad."

Por: Juan Pablo Valderrama Pino
septiembre 08, 2014
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La pluralidad de la idiotez
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La humanidad es una gran masa de idiotas, pero más allá de ser amorfa, está dividida por muchas clases de idiotas, aunque todos tengan algo en común, se diferencian por el impacto que la idiotez en ellos logra en el mundo que compartimos.

Esta vez quiero hablar de una clase de idiota, se trata de aquel que piensa hoy día que un homosexual no puede legislar o ejercer cualquier otro cargo público. Tantos abogados colombianos, conservadores, engordados de corrupción, defienden con el derecho unos conceptos de buena vida social, y parece que se les olvidara que el derecho que usan está nutrido por una fuente política que no tenía fronteras sexuales, es decir, Roma, un imperio que en mi opinión superó las inmoralidades de Sodoma y Gomorra.

Mencionemos algunos nombres famosos: Heródoto, Jenofonte, Sócrates, Safo, Platón, Aristóteles, Alejandro Magno, Calígula, Nerón, Adriano, sabemos hoy que varios papas de la Santísima Iglesia Católica practicaron la homosexualidad que siempre buscaron castigar; Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Oscar Wilde, Arthur Rimbaud, Paul Verlaine, Michael Foucault, Truman Capote, Ian Mckellen, y la lista puede continuar.

Acabo de nombrar algunos nombres que han tocado la historia de maneras y desde repartos distintos.

Resulta que mujeres como Gina Parody, Claudia López, Angélica Lozano y Cecilia Álvarez son vistas ahora como amenazas contra la sana dinámica de una sociedad colombiana profundamente arcaica, goda, con poca educación, falta de tolerancia, y sobre todo, extremadamente religiosa (pero en un sentido bien extraño).

Si en algún momento de la historia la religión buscó ser el principal referente de lo moralmente bueno, ahora me atrevo a verla como un recurso peligroso para el desarrollo de una sociedad sana e intelectual.

De tal manera Colombia está llena de idiotas, pero de esos que discriminan a los homosexuales. Tengo la boca rajada de decir que el problema no es estar de acuerdo con la unión homosexual, personalmente me inclino por un no en cuanto al tema de la adopción por parte de homosexuales, pero eso algo que debe debatirse en otro espacio, pues una cosa es la unión homosexual y otra cosa es la adopción (aclaro esto porque hay muchos idiotas que los confunden).

El problema aquí es pensar que un homosexual es una amenaza para la sociedad, que no debe ejercer cargos públicos. Según un artículo de El Tiempo, a Claudia López y Angélica Lozano, las tienen en la mira por ser pareja, mas no por ser homosexuales, es como si cualquier otro político, hombre heterosexual, y su esposa fueran los dos, al mismo tiempo congresistas. Pero muchos se han tomado el asunto como si se tratara de que por homosexual deben salir. Y lo peor es que apoyan la decisión sin mucho fundamento, llevando la discusión a planos religiosos, afirmando que una lesbiana no debería tener acceso al poder porque como mujer es una aberración contra su naturaleza en cuanto eje central de la familia.

Entonces, si por un momento quisiera creer en los argumentos que muchas personas conservadoras que se autodenominan «gente de bien», deberíamos suspender las funciones de muchos abogados que se encargan de prostituir a las mujeres que se encuentran inmersas en el mundo laboral de la abogacía desde cualquier enfoque. Tendríamos que condenar a la gran cantidad de puteros inmorales que enseñan a sus hijos que más hombre es aquel que se acuesta con la que quiera, mientras que la mujer debe ser religiosamente fiel, porque la esposa es la señora de la casa y tiene que aguantarse las canitas al aire del marido. Tendríamos también que impedir políticamente a los funcionarios que están relacionados con el paramilitarismo (lo cual quiere decir: asesinato, robo, uso desproporcionado de la fuerza, desplazamiento forzoso de personas inocentes), narcotráfico, y en general, corrupción.

Nuestros «honorables» políticos, en su gran mayoría, roban dinero, se acuestan con prostitutas mientras intentan sostener conceptos de fidelidad matrimonial, consumen cocaína, fuman marihuana (y condenan públicamente el consumo de éstas), beben, hay unos que son homosexuales ocultos. Aquí en Cartagena los que manejan la jugada política o que tienen mayor acceso al poder político y social, prefieren tener empleados de servicio negros, como para intentar reproducir algún tipo de esclavismo moderno. Muchos padres de familia, hombres de bien, reciben a narcotraficantes en sus casas, empresas… y eso está bien para ellos.

Hablo de personas que cuando alguien les estorba, piensan en matarlo y, a veces lo hacen.

El punto es que mientras este tipo de políticos y padres de familia nos parecen aceptables y normales, juzgamos y condenamos al que es homosexual. Sólo por ser homosexual, pero ser putero, paraco, narco, ladrón, asesino… ¡Eso sí hay que aplaudirlo!

Colombia está llena de esta clase de estúpidos que piensan que un homosexual es una amenaza, cuando los verdaderos tumores de nuestra sociedad son la escoria que nos gobierna, los modelos tradicionales de hombre y mujer, del deber ser social.

Independientemente de las verdaderas razones por las cuales quieran sacar del congreso a las funcionarias que mencioné, lo que más me ha molestado es que muchos piensen que ellas son un peligro para el colombiano, por lesbianas.

Entonces ellas, como mujeres, “destruyen el eje central de la familia al desnaturalizar el papel de madre”, dicen algunas madres tradicionalistas. Pero la cantidad de narcoprogramas, el exceso de reggaetón, la publicidad que se le hace a la rumba, eso no es malo. El hecho que el padre controle la vida de su hijo decidiendo lo que es bueno o malo para él, eso no es malo. Que los padres permitan a sus hijos beber alcohol siendo menores de edad, eso no es malo porque así los niños aprenden a ser hombres.

Lo malo es ser homosexual

Colombia es un país de idiotas que defienden el libre pensamiento cuando ni siquiera saben lo que es pensar. Tal vez muchos están lejos de esta actividad del entendimiento porque se limitan a repetir lo que unos retrógrados dicen. Una vez escuché a alguien decir que nuestro país no está listo para aceptar las relaciones homosexuales como algo normal, pero aquí vivimos como en una novela de García Márquez, todos son unos tapiñeros, aquí en esta tierra todos tenemos excremento en nuestro interior, el problema es que muchos se esfuerzan por esconderlos, para creerse el cuento de que están limpios.

A la gente de bien le parece vulgar la homosexualidad, mientras que la corrupción política sí es elegante. Más vale ser un doctor por haber estudiado derecho, como cualquiera, en vez de atreverse a pensar con cordura… ¡Pero qué abominación! ¡Si es que esta clase de idiotas gobiernan la cordura, controlan la normalidad, ellos son los que deciden qué es lo bueno y lo malo, y nosotros, los otros idiotas que condenamos la prostitución opresiva (sobre la prostitución podré opinar más adelante para aclarar ciertos puntos sobre este tema), la enfermiza corrupción política, el robo, el homicidio, el maltrato animal, nosotros no somos normales y no somos gente de bien, somos enemigos del pueblo!

Nosotros los idiotas que hemos podido ver a los demás sin discriminarlos por su sexualidad, religión o etnia, nosotros somos los malos. Pues, si nos las vamos a tirar de cristianos, entonces dejemos que sea Dios quien juzgue, en vez de querer jugar a ser Dios.

Aquí en este mundo nos concierne una cosa: legislar con las leyes humanas, buscando el mejor camino a una sociedad más tolerante, equilibrada y defensora de la naturaleza, ya que nuestra racionalización industrial sólo ha servido para embarrárnosla bien feo. Que si la Biblia dice o no dice, eso ya es un problema del Eterno, no nuestro. Que si los homosexuales irán o no al infierno, que si son o no abominación ante Dios, es problema de aquel que está más allá de la humanidad.

La humanidad lleva más de dos mil años tratando de crear una utopía religiosa en el mundo, aún parece que muchos no entienden que somos imperfectos. Colombia no quiere entender que política es una cosa, religión es otra y, que la libertad de pensamiento no es repetir la diarrea mental de otro.

Hay quienes se creen mejor que otros porque se limpian los dientes (a ver si la cogen).

 

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