La paradójica reacción en las redes sociales de los del Sí

La paradójica reacción en las redes sociales de los del Sí

"¿Acaso no sabíamos de antemano que el país estaba hiperpolarizado y que estábamos llamados a construir la paz con los del No?"

Por: Jey Son
octubre 03, 2016
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La paradójica reacción en las redes sociales de los del Sí

Me he tomado varias horas para pensar de frente a los acontecimientos del día respecto al plebiscito. Escuché las noticias, escuché el discurso de Santos, revisé las estadísticas por departamentos, le hice cacería al mensaje del papa (no lo encontré) y husmeé en mi timeline de Facebook.

Tal vez esto último fue lo que más me llamó la atención. Muchos de mis contactos -por no decir que la gran mayoría- que hasta esta mañana publicaban un montón de estados cargados de esperanza y alientos para construir un mejor país, después de las 17:00 empezaron a actualizar sus posts con deprimentes mensajes en los que resalta su decepción por el país en el que les tocó nacer y por la forma en la que éste se comportó frente a este mecanismo de participación ciudadana en cuestión.

A ver, a ver, a ver, ¡vamo' a calmarno'!

¿Qué pasó, amiguitos? ¿Acaso no éramos la generación de la esperanza, la de las utopías? ¿Acaso no sabíamos de antemano que el país estaba hiper-polarizado y que justamente estábamos llamados a construir la paz también con los del No?

Con esto no cambio mi discurso. Me duele y me llena de tristeza el resultado. Asumo esta derrota al modo de quien siente que se le resquebrajaron las ilusiones y que se le fundieron los sueños. Me encuentro confundido y siento hondamente la desilusión de tantas víctimas que confiaban en nosotros, pero resulta y pasa que cuando decidí dar mi #Sí lo hice de forma libre, sin medias tintas; desde el inicio me la jugué con toda y no permití que entraran condicionamientos en mi decisión. Cuando hoy marque X sobre el #Sí en la papeleta del plebiscito asumí el más grande compromiso con Colombia, independientemente de los resultados. Acepté que quiero construir la paz en todo momento y en todo lugar, especialmente ahora que ganó el #No, justamente porque lo necesitamos.

Más allá de eso, siento que necesito hacer un par de claridades:

1. Es evidente que Colombia NO es una nación democrática. Con unos 34 millones de personas aptas para votar, hoy nos acercamos a las urnas tan solo 13 millones, de los cuales, el 50,2% tomó la decisión de postergar el fin de la guerra con las Farc para más tardecito. De esos 13 millones la gran mayoría -lo asevero abiertamente y que se venga una avalancha de arena sobre mí- no votó impulsada por la reflexión profunda y animada por el debate argumentado, sino que se dejó llenar la conciencia de discursos demagógicos cargados de odio y resentimiento, lo que indica que sus votos fueron viscerales y emotivos con muy bajo sentido de alteridad, empatía y proyección de futuro.
En este momento Aristóteles se debe estar burlando a carcajadas de nosotros, por algo no era muy amigo de las democracias. Yo disiento de su punto de vista; las democracias son lo mejor que nos hemos podido inventar en política, solo que un voto aventurado al azar y a las emociones sin ser pasado por el rasero del análisis crítico es muy peligroso y no necesariamente democrático, puesto que no piensa en el mayor bien común, sino que se deja llenar la cabeza de miedos y de otras cucarachas y lo convierten en un voto de la demagogia.

2. Un muy querido amigo me escribió que desde por la mañana ya sabía los resultados: Más allá de si eran a favor del #Sí o del #No, la gran ganadora de la jornada sería la corrupción. Le hallo la razón a mi amigo. Nuestra cultura colombiana es proclive a la corrupción y no me refiero directamente a la política. Esa es apenas una consecuencia de nuestro modo de hacer: "el vivo vive del bobo", "no dar papaya", "a papaya puesta..." y otros más que, entre chiste y chanza, demuestran de qué estamos hechos.

3. El populismo no conoce de derechas ni de izquierdas en este continente y su sombra siempre nos persigue. El populismo se disfraza, poco a poco y con cautela, de democracia y empieza por apoderarse de las clases bajas y medias con discursos que no permiten disenso sino que se erigen como la autoridad de la argumentación; luego se apodera de los medios y termina por corroer las instituciones de la democracia poniéndolas a su servicio en cabeza de su tirano de turno. Hoy de forma más latente que ayer, corroboramos que el populismo está vivito y coleando y que amenaza con tomarse el poder, poniéndose el traje de patriotismo. Menos mal que estamos nosotros para desemascararlo.

Como consecuencia de lo anterior puedo concluir -con paradójica y agridulce alegría- que Colombia demanda a gritos ahogados una profunda inversión económica y social en #MásYMejorEducación. Para construir la democracia que queremos que haya en la nación -tengamos presente que NO hay democracia en el país- necesitamos reducir urgentemente la ignorancia -sí, parce, somos muy brutos, ¡pa' qué!-, educar la inteligencia emocional y darle su lugar justo, además, necesitamos aprender a comunicarnos para no resolver los conflictos cual salvajes montañeros y, muy importante, necesitamos saber leer. No solamente los clásicos textos continuos y discontinuos, sino especialmente los contextos, las personas, los signos de los tiempos. Necesitamos invertirle en pensamiento crítico y trabajarle con perrenque a la construcción de ciudadanías activas y pluralistas. Sí, ambas en plural.

Así que no nos achicopalemos. ¡Esta es nuestra hora! ¡Es la hora de demostrar que los del #Sí tenemos madera, que estamos hecho de material sismorresistente y que la paz es incontenible!

Ahora, ¡que suene a todo volumen la más bella música, que exploten todos los colores en la atmósfera y que no paremos de bailar!, ¡vamos por #Colombia, vamos a ganarnos la #democracia, vamos por la paz!

Yo empiezo mañana con mis pelaos de 11°, clase de 7:00 a.m.

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