En una Colombia que respira despecho, tradición y poesía cantada, Luis Alfonso se ha ganado un lugar en los escenarios más importantes del país y en las playlist más populares de la música popular. Su voz, profunda y honesta, conecta con un público que lo ha visto crecer desde abajo, desde los bares y las fondas, hasta convertirse en un fenómeno de ventas, reproducciones y presentaciones en vivo. Hoy, el ‘Señorazo’ cobra $120 millones de pesos por concierto, una cifra que marca no solo su éxito, sino también el peso simbólico de su presencia en cada escenario.
Pero llegar allí no fue casual. Luis Alfonso nació en Popayán y desde joven entendió que su voz podía ser su camino. Su carrera fue forjada en presentaciones pequeñas, en eventos donde no siempre se cobraba, sino que se cantaba por pasión, por visibilidad o incluso por comida. Esa historia, de esfuerzo y persistencia, está detrás del precio que hoy tiene ponerlo en tarima.
Una tarifa alta la de Luis Alfonso, pero con alma popular
Aunque el número impacta —120 millones por presentación— lo que más ha llamado la atención es la disposición del artista a ajustar su tarifa dependiendo del contexto económico de cada región. Su equipo ha explicado que Luis Alfonso está abierto a negociar si se trata de zonas rurales o poblaciones con menos recursos. No es un “sí por sí”, pero tampoco un “no por no”. Es, en palabras de su mánager, “una forma de honrar sus orígenes y de no cerrar las puertas a quienes lo han acompañado desde siempre”.
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Ese gesto, en una industria donde los egos suelen crecer más que las carreras, es una declaración de principios. Luis Alfonso no solo canta para el pueblo: es del pueblo. Y lo sabe. Y lo honra. Más que una tarifa, lo suyo es una postura: valorar su arte sin desconectarse de la realidad social de quienes lo siguen.

Así, en medio de una gira cada vez más intensa y con conciertos agotados en ciudades grandes, su nombre sigue sonando también en pueblos, veredas y rincones donde la música sigue siendo medicina, memoria y celebración. Porque, como lo cantan sus letras, “vale más quien nunca olvida de dónde viene que quien se cree más por donde está”.
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