La Mano Negra
Opinión

La Mano Negra

El asesinato de más de 60 líderes sociales, muchos de ellos de la Marcha Patriótica, tiene que prender las alarmas de quienes creemos que Democracia y Estado de Derecho son posibles en Colombia

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diciembre 11, 2016
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El término empezó a tener notoriedad a finales del siglo XIX en Andalucía, España. En un contexto social volátil de luchas de clases en el que se presentaron asesinatos, destrucción de cultivos y ocupación de tierras, las autoridades y parte de la prensa señalaron a una supuesta sociedad secreta de ideología anarquista llamada la Mano Negra como responsable de los actos criminales.  En 1911 aparece otra vez el título, ahora en los Balcanes y como grupo secreto de choque de los serbios, para buscar la salida del Imperio Austro-húngaro y la unificación de los pueblos y territorios bajo el poder eslavo.  Su papel en la planeación y preparación (la ejecución fue responsabilidad de Joven Bosnia, otra sociedad secreta) del asesinato del archiduque Francisco Fernando fue central y determinante y le dio reconocimiento a nivel mundial al grupo.

Con el tiempo, el término se ha utilizando en diferentes espacios para referirse a grupos secretos responsables de crímenes violentos, generalmente motivados políticamente, y realizados en contextos inestables o dentro de regímenes débiles.  Detrás de los señalamientos a la Mano Negra hay una mezcla de intenciones y sustentos.  De una parte, se quiere indicar que existe una organización secreta, pero real y efectiva, responsable de los crímenes.  El objetivo, en este caso, es descartar las motivaciones individuales y las condiciones puntuales de los hechos criminales para insertarlos en un propósito y plan sistemático y generalizado.  De otra parte, se busca generar miedo y enviar un mensaje a quienes comparten características con las víctimas.  Finalmente, tal como lo demostró el asesinato del heredero al trono en Sarajevo, se entiende que detrás de la Mano Negra hay un gran objetivo y la violencia es un detonante para profundizar los conflictos existentes y generar cambios o, por el contrario, para mantener el status quo y evitarlos.

Nuestro país ha sido escenario macabro para la actuación de muchas supuestas y reales Manos Negras.  Desde los discursos y entrevistas de Alfonso López Michelsen de 1960 hasta el 2001 en donde hacía la lista de los “prominentes” miembros fundadores de una Mano Negra burguesa que buscaba luchar contra el comunismo criollo; pasando por los casos de asesinatos de personas en situación de calle y consumidores de droga en Bucaramanga en los años 80, hasta los asesinatos de defensores de derechos humanos en los últimos 20 años del siglo XX y la tragedia de la Unión Patriótica, los periodistas, políticos y comentaristas han recurrido al término para advertir y señalar actuaciones criminales concertadas, financiadas y ejecutadas desde el “establecimiento” contra cualquier iniciativa reformadora.

 

La condición de líder social, las zonas donde trabajaban,
y en muchos de ellos su pertenencia a un movimiento político
demuestran un patrón en las víctimas que no se puede desechar

 

Tristemente, y en el incierto contexto y la gran polarización del Proceso de Paz, aparece nuevamente el espectro de la Mano Negra.  El asesinato en diferentes regiones del país de más de 60 líderes sociales, muchos de ellos pertenecientes al Movimiento Marcha Patriótica, tiene que prender las alarmas de todos los que creemos que una democracia y un Estado de Derecho -en el cual se tramitan las diferencias con la palabra, se respeta la integridad y la dignidad del otro- son posibles en Colombia.  No obstante la afirmación del fiscal general, en cuanto a que las primeras investigaciones no permiten concluir la existencia de una “mano negra invisible” en los asesinatos de los líderes sociales, hay hechos claros que no se pueden pasar por alto.  La condición de líder social, las zonas donde trabajaban, y en muchos de ellos su pertenencia a un movimiento político son temas que demuestran un patrón en las víctimas que no se puede desechar.  En general estas personas, hombres y mujeres, son de estratos bajos y lideran procesos locales que buscan la transformación, apertura y el cambio en temas de participación política, tenencia y ocupación de la tierra y, en ciertos casos, acerca de asuntos  sindicales o laborales.  ¿A quién o a quiénes les interesa evitar discusiones o cambios en tales temas?  ¿Quién o quiénes se lucran del conflicto armado ya sea política o económicamente?

Las Farc, el ELN, el Estado y los Paramilitares han sido responsables directos de crímenes atroces que han desfigurado y desmembrado nuestra sociedad y nuestro sistema político.  La barbarie se ha vestido de todos los colores.   La justicia -la ordinaria y la transicional en el caso de los paramilitares, y esperamos rápidamente para las FARC y el ELN,- ha identificado determinadores, cómplices, autores y coautores de graves delitos provenientes de prácticamente todo el espectro ideológico, social y político.  La Mano Negra está conformada por aquellos que se ven a sí mismos por encima de la ley y que no reconocen ninguna falta ni sienten culpa por las acciones que en su chueca lógica son necesarias para proteger un orden o un sistema amenazado.  La diferencia con los otros grupos no es el número de muertos o a la sevicia utilizada, sino la oscuridad que ponen entre ellos y sus hechos.  No son un ejército, ni un grupo, ni una secta.  No quieren reconocer lo que hacen ni lo que buscan porque son “gente de bien” que no deben explicaciones a nadie y para quienes nada tiene que cambiar.  Hay por fin una posibilidad de silenciar las armas reconocidas y de encontrar la verdad sobre el daño que han causado, pero parece que las armas que “no existen” persistirán en el futuro y se obstinarán en que no pase nada.

Fe de Erratas: En mi última columna “Así Somos” dije equivocadamente que el accidente de American Airlines cerca a Cali fue en 1989 pero realmente fue el 20 de Diciembre de 1995. Gracias A.V. por la corrección.

 

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