La lección no es la igualdad, es la equidad

La lección no es la igualdad, es la equidad

Tras el besatón y el alzamiento de la voz de las minorías, la comunidad LGBTIQ sabe la lucha que le sigue correspondiendo en este país

Por: Leonardo Varela
abril 21, 2019
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La lección no es la igualdad, es la equidad

La igualdad y la equidad son conceptos claves en las luchas diarias, personales y conceptuales de las minorías en las sociedades occidentales atravesadas por la fragante violación a los derechos humanos de los grupos sociales vulnerables. Sin lugar a dudas las minorías sexuales han experimentado formas graves de discriminación, acoso, y violencia basadas en la ignorancia con respecto de su actuar, identidad y prácticas sexuales. La concesión de derechos por parte de los estados es un reconocimiento a la humanidad al interior de todos los que hemos optado por vivir nuestra igualdad y luchas por nuestra equidad de maneras diferentes. Lograr asegurar los derechos para nosotros como seres humanos que pensamos mas allá de los binarismos sociales i.e. hombre/mujer, homosexual/ heterosexual, negro/blanco, pasivo/activo se constituye en una catarsis causada por décadas de lucha, resistencia, paciencia y amor.

El génesis de la comunidad LGTBI se fundamenta en el deseo por reivindicar los derechos de las minorías sexuales y por generar un espacio en donde las normas violentas del mundo heterosexual no creen mas daños irreparables.  Sin embargo, las prácticas de la comunidad LGTBI en ocasiones distan mucho del principio básico de cualquier comunidad de mutuo apoyo: el respeto por las diferencias.

Hay mucho esmero por parte de la comunidad LGTBI en cuanto a su lucha por la igualdad entendida como el reconocimiento de sus derechos y obligaciones ante el estado y la comunidad internacional. Sin embargo, las prácticas cotidianas de la inmensa mayoría de homosexuales y lesbianas hacia homosexuales, lesbianas, transgénero e intersexuales negros, indígenas, inmigrantes  dista mucho del trato proporcional, imparcial y respetuoso que buscan reivindicar. En establecimientos educativos, espacios de recreación y de entretenimiento nocturno vemos el rechazo del que son víctima nuestros afrodescendientes, indígenas colombianos, inmigrantes internos y venezolanos, entre otros por parte de individuos privilegiados en nuestra sociedad, muchos de los cuales son defensores de la causa LGTBI.  Es aquí donde debemos plantear ¿qué queremos reivindicar en nuestras sociedades? Si las minorías sexuales rechazan abiertamente otras minorías étnicas, sociales y religiosas, el asunto que debemos atender no es la defensa de lo que se percibe como LGTBI, sino el derecho de ser diferentes y enseñar a respetar las diferencias sin importar qué grupo social o de género, o capacidad física y cognitiva se tiene. Es precisamente aquí donde la lucha por la equidad supera la de la igualdad. Equidad entendida como la distribución de derechos, libertades  a todos los que la necesitan, ni más, ni menos. Trato semejante a todos teniendo en cuenta sus diferencias y respetando sus individualidades e identidades. Si el rasero con el que valoro a los demás es implacable, violento y excluyente, ¿por qué el rasero con el que me valoran otros debe ser justo, igualitario e incluyente? ¿Cómo estamos construyendo sociedades incluyentes y diversas? Si en la reivindicación por lo que considero me pertenece como LGTBI excluyo lo que no considero propio o constitutivo ¿Qué derechos y libertades exijo?  Ser homosexual, heterosexual, lesbiana, asexual, transexual, intersexual, bisexual es un estilo de vida, es una identidad en construcción; no es un partido político al que pertenezco hoy y mañana no.

Hay escozor por las manifestaciones de afecto de personas de cualquier filiación e identidad sexual: besarse, acariciarse, abrazarse, tomarse de las manos ahora necesita ser justificado socialmente; lo que es peor en cuanto más manifiesto sea este afecto mas asociado es a causas LGTBI, ¿hasta dónde va nuestra mezquindad afectiva? Si un beso entre dos hombres, una caricia entre dos mujeres, un abrazo entre dos mujeres transgénero o una palmada en el trasero entre dos adultos mayores es percibida como agresiva, inmoral y reprochable es por que no sabemos diferenciar entre afectividad y sexualidad. Aquí el cuestionamiento no es lo LGTBI, es la ausencia de un aprendizaje desde y en la afectividad. Los que vivimos y sentimos diferente (que somos todos por definición)  no nos definimos desde lo sexual, nos definimos desde lo afectivo, social, económico, familiar, etc. Aquel que valora un acto de afectividad desde lo meramente sexual, debe interesarse por cultivar una visión plural de la humanidad. Lo sexual puede ser reduccionista, lo afectivo no lo es. Aquí la etiqueta de LGTBI no tiene nada que ver, aquí la etiqueta de carencia de autoconocimiento y amor propio si tiene mucho que decir. Aquí la orientación sexual informa poco, la orientación de la ideología de los que denigran de otros por el hecho de expresar lo que son sin morronguerías dice mucho.

Lo que se percibe como LGTBI no lo es necesariamente. Lo que se percibe como indebido, inmoral o pervertido es por lo general la manifestación de la ignorancia ante lo que es diferente y debe ser diferente.  La lección no es la igualdad, la lección es la equidad. La lección es lo que me constituye a mí no debe estar necesariamente presente en el otro. A veces una mirada inteligente hacia el ser humano que tenemos enfrente como un ser diferente por definición nutre mas que la mirada narcisa que solemos darnos todos los días.

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