La ira contra la JEP y la Comisión de la Verdad
Opinión

La ira contra la JEP y la Comisión de la Verdad

Lo que Sandra, o Criselda, expone es la verdad de las Farc. Ojalá Uribe su corte también se presentaran y respondieran ante las víctimas, como lo haremos nosotros

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julio 31, 2020
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Los grandes medios se hallan ensañados con el partido Farc. Los venenosos dardos de sus periodistas estrella apuntan así disimuladamente contra la Comisión de la Verdad y la JEP, a las que conminan a condenar con prontitud y severidad a los principales dirigentes de la extinta guerrilla, so pena de ser declaradas oficialmente como instancias ilegítimas y parcializadas.

Cualquier declaración de un dirigente del partido de la rosa se torna en blanco de los depredadores del micrófono o la pluma, que se atribuyen el derecho a pisotear e infamar a quienes no recitan lo que ellos proclaman. Por estos días la han emprendido contra la senadora Criselda Lobo o Sandra Ramírez, ardidos por su reciente nombramiento en el Senado.

Criselda, o Sandra, de quien esa prensa ha tomado su apellido Lobo para envilecerla, ha expresado con franqueza su pensamiento, respondiendo inquietudes de sus entrevistadores. Dijo que no se arrepentía de haber sido guerrillera, y que si volviera a hallarse en las mismas circunstancias, no vacilaría en tomar igual decisión. Qué afrenta para las fieras hambrientas.

Para ellas los exguerrilleros deberíamos arrepentirnos lacrimosamente de nuestra lucha, y suplicar perdón al país por nuestra justa rebeldía. No, señores, la resistencia de las Farc es un hecho histórico reconocido mundialmente, producto de la violencia brutal del Estado contra el campesinado colombiano y la salvaje exclusión política reinante en nuestro país.

Fueron incontables los hombres y mujeres humildes que se sumaron al pequeño ejército de Manuel Marulanda, para buscar cambios profundos en esta patria ensangrentada y saqueada desde el poder. Un alto porcentaje de ellos pagó con su vida el atrevimiento, otros sufrieron años de tortura en las prisiones o fueron desaparecidos por agentes estatales. Muchos fueron mutilados por heridas de guerra. La dignidad jamás podrá ser motivo de vergüenza.

Otra cosa que tras más de medio siglo de cruenta confrontación, el país haya conquistado un Acuerdo de Paz, que se ocupó de los problemas fundamentales que la originaron o agravaron. La desigual propiedad de la tierra y el atraso del sector rural, la ausencia real de democracia y la persecución criminal a la oposición política, la producción de drogas y el narcotráfico.

Dejamos las armas y nos reincorporamos a la legalidad, sin renegar nunca del pasado. Antes bien, según el Acuerdo de Paz, de lo que se trata es de reconstruirlo de manera objetiva, teniendo en cuenta todas sus aristas. Por eso la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, por eso la JEP, por eso la Comisión de Búsqueda de personas desaparecidas con ocasión del conflicto.

Nos rigen una Constitución y unas leyes, están vigentes las reformas constitucionales y legales que incorporaron los Acuerdos de Paz a la institucionalidad. La gran prensa no es la llamada a definir la verdad de lo acontecido, ni a dictar fallos condenatorios o absolutorios de ninguna índole. Tampoco el presidente de la República, ni los rabiosos parlamentarios del Centro Democrático.

Que quieren hacer del país una dictadura y le caen encima a Criselda, o Sandra, por afirmar que en las FARC jamás hubo reclutamiento forzado, y menos aún de menores. La ultraderecha exige que confesemos que sí, porque así lo decretó ella, porque durante décadas generó una matriz mediática destinada a eliminar nuestra vocación política, para remplazarla por motivaciones depravadas.

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En los Acuerdos se crearon unos mecanismos de elevada imparcialidad, la Comisión de la Verdad y la JEP, que se encargarán de contar qué fue lo que realmente sucedió

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Para convertirnos en narcoterroristas y violadores de niñas. Cosa que exigen reconozcamos y proclamemos a los cuatro vientos, mientras se consideran a sí mismos ángeles de la guarda. Así no es. En los Acuerdos se crearon unos mecanismos de elevada imparcialidad, la Comisión de la Verdad y la JEP, que se encargarán de contar qué fue lo que realmente sucedió.

Para eso deberían comparecer ante ellos todos los partícipes en la confrontación, tal y como con plena disposición se presentan las antiguas Farc. Pero esa derecha rabiosa que nos condena sin juicio alguno, pujó hasta excluir al alto mando militar, a los funcionarios del gobierno y a los terceros civiles involucrados en sus crímenes, de la obligación de comparecer ante la JEP.

Con la intención de que esta solo actúe contra las Farc, a las que les dictan de antemano qué deben decir. Desde luego que las antiguas Farc acudiremos cumplidamente, a exponer todo lo actuado, en el contexto que sucedió, para desmentir el cúmulo de infamias fabricadas contra nosotros y reconocer los errores cometidos

Lo que Sandra, o Criselda, expone en entrevistas abiertas, es la verdad de las Farc. Es su derecho, nuestro derecho. Ojalá Uribe y su corte se presentaran también y respondieran ante las víctimas, como lo haremos nosotros. Pero le tienen pánico a eso, no quieren ni imaginarlo. De ahí su ira contra la JEP y la Comisión de la Verdad. Por eso quieren destrozar los Acuerdos.

Para que vuelva la guerra. Con ella se harán más ricos y asegurarán su impunidad.

 

 

 

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