La indeleble huella de la desaparición forzada

La indeleble huella de la desaparición forzada

¿Dónde estás?, ¿qué te hicieron?, ¿por qué ese eterno silencio? y ¿volverás? son algunas de las preguntas que resuenan en la mente de quienes quedan

Por: Adriana Garzón García
marzo 21, 2019
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La indeleble huella de la desaparición forzada
Foto: PxHere

En Colombia, la desaparición ha sido usada como arma de guerra, que causa estragos por las implicaciones para las familias. Acá el Estado ha hecho uso de esta nefasta estrategia para borrar del mapa a opositores o denunciantes de las irregularidades de los que manipulan, que no dirigen ni lideran a este Estado. Varios gobiernos sin asomo de humanidad desplegaron funcionarios del Estado, Ejército y Policía con preparación especial para desaparecer personas, líderes de sindicatos, integrantes de partidos de izquierda, profesores pensantes, estudiantes con liderazgo, campesinos rebelados, indígenas protestantes, mujeres libertarias, artistas inconformes y toda clase de luchadores que les gritaban en la cara las verdades que les incomodaban a aquellos presidentes de la clase de siempre, que siempre ha gobernado y sigue gobernando, y que se impone como sea haciendo uso de lo que sea para quedarse con el poder.

La desaparición forzada, aquella que es elemento de presión, siembra un eterno dolor en los familiares del desaparecido que se ven privados de la presencia de su ser querido, del que dejan de saber si está muerto o vivo y en qué condiciones. Es que aquellos que ya no están, incluidos los que eran líderes y que habían tratado de luchar por un país mejor y justo, dejan tras de sí unas huellas imborrables. Pero ellos no son los únicos, también existen otros desaparecidos caídos en desgracia por una equivocación necesaria para el Estado: son confundidos convenientemente para sembrar terror, miedo, desesperanza y frenar las luchas de las comunidades por sus derechos contenidos en la Constitución. Y claro, hay otros desaparecidos que se van para siempre por voluntad propia huyendo quizá de una vida miserable dejando en el aire una incógnita sobre su desaparición.

Junto con Argentina y Chile, Colombia tiene las cifras más altas de desaparecidos, aunque vale dejar claro que en esos países australes los desaparecidos se presentaron durante las dictaduras militares. Sin embargo, en Colombia esa sigue siendo una realidad de la que los medios de comunicación no hacen eco, pero que está presente y se ha recrudecido luego de la firma de la paz con las Farc. Además, a las desapariciones se suma el asesinato sistemático de líderes sociales que luchan por los derechos humanos, por la tierra, por la vida, por el entorno ambiental, por una Colombia justa.

Los desaparecidos de los falsos positivos son cientos, existen unas cifras de los cuerpos que pudieron ser contados y que en su momento fueron noticia, pero hay otros que nunca aparecieron, porque una vez se descubren el presidente que los promovió da orden de que esos cuerpos nunca salgan a la luz pública para que las cifras no se crezcan.

Hay un poema que refleja la realidad dolorosa de una desaparición…

Un día cualquiera su sonrisa ya no fue más.

Como nube pasajera se esfumó, con beso en mi frente prometió volver. La puerta se abrió y nunca más se cerró… porque lo espero aún.

He caminado calles, esquinas preguntando si alguien lo vio, pero su rastro se borró, de tajo se perdió… en noches iluminadas por la plateada luna, me lleno de esperanza al ver su cuarto tal como lo dejó el día que salió. Me dijo la señora de la Procuraduría que quizá el Estado se lo tragó y su voz apagó…

Mis llantos no cesan, mis noches y mis días nacen con la esperanza y mueren con el silencio y la inquietud de no saber qué le pasó… mi alma no está en paz, ya no somos una familia completa porque él falta, no porque falta, es porque no sé qué le pasó, no entiendo por qué el Estado se lo tragó…

Elevo una oración al universo y en ella pregunto por qué la maldad humana me quitó un trazo de alma, pero ¿para qué le sirve? Y la respuesta llega de inmediato, le sirve para complacer su ironía, su arrogancia, su soberbia, su placer por el poder… por eso el Estado se traga a los que les enrostran su maldad…

¿Dónde estás?, ¿qué te hicieron?, ¿por qué ese eterno silencio?

¿Qué fue de ti?, ¿lloras aún o solo eres un recuerdo?, ¿qué te pasó?, ¿volverás?, ¿te espero?

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