La huella de Kiko Gómez en su pueblo en La Guajira donde sigue siendo un dios

La huella de Kiko Gómez en su pueblo en La Guajira donde sigue siendo un dios

Condenado a 55 años el político que acaba de ser premiado con su traslado a la cómoda cárcel del Bosque en Barranquilla quiere regresar a su casa en Barrancas

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marzo 12, 2023
La huella de Kiko Gómez en su pueblo en La Guajira donde sigue siendo un dios

Entre Fonseca y Barrancas Guajira, hay un puñado de kilómetros que se consumen fácil. La carretera es amplia, próspera. El conductor del taxi me señala una montaña

-Esa no es una montaña, esos son los escombros que deja la compañía que explota el Cerrejón.

La mina de carbón ha sido la cruz y el puñal para Barrancas, un pueblo que tiene las calles pavimentadas y amplias, que luce algunos barrios de casas espectaculares y algunas casas suntuosas, mansiones con patios que miden hectáreas. Antes de entrar al pueblo veo kilómetros y kilómetros de cultivo de palma africana.

-Esto era de Kiko Gómez

Me dice el taxista, yo hago un comentario desobligante, recuerdo los 133 asesinatos por los que la justicia colombiana le dio más de medio siglo de cárcel, sus vínculos con los paramilitares, su reinado de terror que impuso al lado de Marquitos Figueroa, su primo, socio y temible pistolero. Un hombre que fue capturado el sábado 12 de octubre del 2013, cuando llevaba casi tres años siendo gobernador de la Guajira. La policía lo hizo mientras rumbeaba en las ferias del carbón, la festividad máxima que Barrancas le hacía a su patrona, la virgen del Pilar.

-Eso es lo que piensan en Bogotá –me responde en un tono frío el taxista- porque acá le debemos mucho a Kiko, fue el mejor gobernador que tuvo La Guajira, el único que se preocupó por los que no tenían nada.

El taxista no es el único habitante que le perdona a Kiko Gómez sus desafueros. Alguien que combatió a los paramilitares, Joaquín Gómez, ex comandante de las FARC, se le quiebra la voz cuando habla de él. Dice que todas las calles del pueblo fueron pavimentadas por Gómez y que La Guajira sería un mejor lugar si políticos como él mandaran.

-En La Guajira hay una forma muy particular de mandar y él la entendía muy bien- Me dijo Joaquín Gómez mientras se tomaba un tinto humeante. Gómez incluso está emparentado con Kiko: se casó con una de las hermanas menores.

Me quedo al frente de la finca y empiezo a recordar. Este lugar fue la entrada de los paramilitares a La Guajira. Mancuso y sus trompas irrumpen en el Cesar en el año de 1996. Lo hicieron con la ayuda de políticos tan influyentes como Jorge Gnecco Cerchar, quien pertenecía a uno de los clanes más poderosos de ese departamento y además era primo de Kiko. Durante su primera alcaldía, que duró entre 1995 y 1997, Pablo, jefe del frente Resistencia Wayuu de las Autodefensas Unidas de Colombia, acampaba con sus 40 hombres en esta casa de Barrancas, de kioskos amplios y frondosos, donde el mármol y las incrustaciones de oro en las puertas eran parte del paisaje. Un paramilitar llamado Rosendo León Galeano, alias Marcos, afirmó a Justicia y Paz, según lo dice el portal Verdad Abierta, que siendo alcalde Barrancas Gómez, a través de un mayor que se desempeñaba como comandante del Batallón Rondón, aseguró haber tenido reuniones en el propio destacamento militar y en la casa que se abre ostentosa en la entrada de su pueblo. Kiko era quien financiaba al grupo de paramilitares.

En 1997 Kiko arrancaba su reinado del terror. En mayo de ese año visitó, junto al senador Santander Lopesierra, mejor conocido como el hombre Marlboro, la cárcel de Barrancas. Tenían una misión, liberar a Rodrigo Tovas Puppo, Jorge 40, y a Salvatore Mancuso, en ese entonces nombres poco conocidos en el resto del país. Los habían detenido después de disparar y matar a dos manifestantes que les interrumpieron su paso mientras andaban por la amplia carretera que une a Barrancas con Fonseca. Los liberaron enseguida. Quedaba claro su compromiso con los paramilitares y su irrupción en La Guajira para desterrar de allí cualquier indicio de guerrillas. Era tan temible Kiko Gómez que Jorge 40 decidió no tocarle a pesar de las continuas provocaciones que le hacía su lugarteniente, Marquitos Figueroa. Cuando Jorge 40 fue extraditado a los Estados Unidos, en el 2008, Marquitos, con la bendición de Kiko, terminó de borrar cualquier semilla de los Tovar Puppo. Mató a su hermano y se quedó con varias propiedades del comandante paramilitar.

Sin embargo su asesinato más horrendo fue el que quedó retratado en un libro. En 1997 Kiko Gómez, respaldado por el partido Liberal, era el alcalde de Barrancas. Era amigo de Luis López, próspero comerciante, dueño del hotel más prestigioso del pueblo. En sus salones casi todas las quinceañeras pudientes del pueblo vieron como les ponían sus zapatillas. Luis estaba pensando en ser alcalde del pueblo, aunque, eso sí, todos sabían que Kiko Gómez lo iba a matar. Y cumplió la amenaza. Lo mató en su hotel, delante de sus hijos. El alcalde de Barrancas fue al velorio y abrazó a la viuda y a Diana y sus hermanos. Tenía tanto poder que había que tragarse la rabia. Diana López Zuleta creció en Barranquilla, se hizo periodista en Bogotá y en el 2016, con apenas 29 años, empezó a escribir un libro que está resultando tan importante como El olvido que seremos. Directo como un puño al hígado, sin adjetivos para mostrar el dolor sino llena de datos para enseñarnos el horror, Diana retrata no solo a su papá, otro mártir más en este reguero de cadáveres, sino a un pueblo al que le da alegría ser gobernado por un hombre que resuelve sus problemas a bala.

En las calles de Barrancas Kiko sigue siendo un Dios. Creen que ha hecho más por el pueblo que las regalías que ha dejado el Cerrejón. El testimonio de Diana López Zuleta fue fundamental para su condena de 55 años de cárcel. Parte de ella la pagó en La Picota en donde no se privó de nada. En enero del 2022, para celebrar el nuevo año, Gómez tenía una botella de whisky Buchanans 18 años, cuyo valor puede llegar a los 360 mil pesos, y siete cervezas importadas. Incluso recibió una videollamada de Poncho Zuleta quien le dedicó a la distancia la canción Mi hermano y yo. Este momento quedó inmortalizado en este video:

Ahora Kiko Gómez acaba de ser notificado de que tendrá que ser trasladado a la cárcel del Bosque en Barranquilla, pasará de una cárcel de máxima seguridad a una de media, tendrá a todos sus aliados políticos cerca y un clima parecido al que hace en Barrancas resguardada al lado del Cerrejón.

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