Bajo la sombra de Escobar la hacienda Nápoles sigue siendo la sensación

Bajo la sombra de Escobar la hacienda Nápoles sigue siendo la sensación

A pesar de que la propiedad ya no le pertenece a su familia, esta continúa siendo un símbolo y recuerdo de lo que ocurrió en el país

Por: Diana Carolina Abril Giraldo
septiembre 19, 2018
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Bajo la sombra de Escobar la hacienda Nápoles sigue siendo la sensación

Hace unos días estuve visitando varios municipios de Antioquia, el destino final era Medellín. En la ida hacia allá por primera vez paré en el Parque Temático Hacienda Nápoles, ubicado a 249 km de Bogotá, en Puerto Triunfo.

Indudablemente la hacienda ya no pertenece a la familia Escobar. Sin embargo, al poner el primer pie en la entrada no pude obviar la sensación de estar en un territorio que, simbólicamente, pertenecerá a Escobar eternamente. Seguramente esto es lo mismo que perciben la mayoría de personas cuando llegan a la hacienda. Incluso, al preguntarle a conocidos, amigos y familiares me han afirmado pensar de manera inmediata en Pablo Escobar, o como era conocido: “El Patrón”.

Pasarán 50 años y la sensación seguirá siendo igual, independiente de las atrocidades que Escobar cometió. Además, obviamente al estar allá llegan a la mente muchos recuerdos de la historia criminal de Escobar en aquella época, y resulta difícil no pensar en todo lo acontecido al interior de este lugar. No se puede creer que por ser ahora del Estado se purificó.

Al contarle a una de mis amigas sobre el viaje, ella me comentó que en los años 80 trabajaba como administradora de un local comercial llamado Caribú —que tenía gran reconocimiento por importar ropa desde Italia—. Este era frecuentado por Escobar, quien iba con algunas de sus tantas amigas muy hermosas —a las cuales les compraba cosas—, y en donde podía gastar más de un millón de pesos en sus visitas, lo que para los años 80 era una cifra exorbitante.

Mi amiga, a la que llamaré Cecilia, me comentó que Pablo Escobar, quien para ese momento era representante suplente a la Cámara de Representantes, en una de las visitas al almacén la invitó junto con sus compañeras de trabajo —que en total eran 16 mujeres— a pasar un fin de semana en la Hacienda Nápoles, lógicamente cubriendo todos los gastos de viaje. Esta fue una invitación a la que ninguna de ellas se pudo resistir.

Cecilia afirmó que su viaje estuvo perfecto. El anfitrión Pablo Escobar las atendió como a sus mejores huéspedes. Mi amiga hizo énfasis en las cualidades de Escobar para con la gente, lo caballeroso, caritativo y respetuoso que era, su humildad, etc. Solo pudo observar sus cualidades. Esa fue la imagen que le quedó de Escobar, hasta que posteriormente por medio de noticias se enteró de las atrocidades que estaba haciendo y que con anterioridad había hecho. Gran decepción.

En uno de mis anteriores artículos publicados por Las2orillas (Las excentricidades de Pablo Escobar en los años 80) traje a colación la cantidad de dinero que Pablo y su familia gastaba de manera exagerada en caprichos absurdos. Si vieron la serie y han leído alguno de sus libros se habrán enterado. Uno de esos libros referentes a la vida de Pablo Escobar me lo prestó mi amiga Cecilia, aún lo tengo y posiblemente no se lo devolveré.

En ese libro (prestado) denominado Pablo Escobar mi Padre, escrito por Juan Pablo Escobar, en la página 133, está un texto que muchos ya conocen: "Cuando muera, lo único que quiero es que me sepulten aquí y siembren una ceiba encima. Ah, y no quiero que vengan a visitarme nunca, porque el cuerpo es una herramienta que nos dan para estar en la tierra". Esta frase, dicha a su esposa y su hijo Juan, tiene gran rememoración, aunque su deseo finalmente no se cumplió.

Por otro lado, algunos datos que me dejan asombrada y que están escritos en el mismo libro aducen que la familia Escobar pasó alrededor de seis o siete fines de año en la Hacienda Nápoles, donde Escobar importó de China contenedores repletos de pólvora, gastando cincuenta mil dólares en cada uno. En el libro su hijo menciona que la mitad se la regalaba a sus hombres y el resto era para su familia, y en los primeros días de enero sobraba tanta pólvora que quedaban muchas cajas sin abrir.

Otro de mis asombros, leídos en el mismo libro, página 142, se refiere a los animales preferidos por Pablo Escobar, loras de todos los colores. En un viaje que hizo a Brasil, Escobar descubrió una lora azul con ojos amarillos, única en su especie y protegida por las leyes de ese país. Sin embargo, y a pesar de ello, la sacó de contrabando por medio de uno de sus pilotos. La lora viajó en su avión privado, con un costo de cien mil dólares, en esa época. Imagínense el valor presente.

Finalmente, Pablo Escobar hizo historia, para bien o para mal, para muchos, para algunos o para pocos. Y sin hacerle apología como dicen algunos, lo interesante es conocer los hechos históricos, buenos y malos, que dejaron huella en muchos y fueron parte de la historia de Colombia.

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