La gran diferencia entre la educación política y la politizada

La gran diferencia entre la educación política y la politizada

En Córdoba, algunos docentes fueron grabados poniendo de relieve sus inclinaciones ideológicas ante sus alumnos. Ha habido reacciones a favor y en contra

Por: REMBERTO QUINTERO ANAYA
abril 07, 2022
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La gran diferencia entre la educación política y la politizada
Foto: Flickr

A finales de los setenta, cuando inicié mis estudios de derecho en una universidad de la capital, conocida en ese entonces por sus posturas ideológicas, empecé a vislumbrar la importancia de saber discernir entre lo que te impartían los maestros de turno en sus cátedras y lo que era en realidad.

Entre estos, hubo uno, el doctor Didier Martínez, quien aprovechándose de nuestra primiparada irrumpió en el salón de clases con su pinta informal de chaqueta, zapato de goma y kepis incluido y ante 120 pichones de abogados, prestos a ser instruidos, se presentó como el catedrático de Constitucional General, y sin ningún preámbulo nos exigió que adquiriéramos aquel folleto que habla del fantasma que recorre a Europa y lo estudiáramos para la próxima clase.

Mas nunca lo vimos, pero "El Manifiesto Comunista" de Carlos Marx quedó grabado en nuestros recuerdos como la cuota inicial de lo que sería nuestro peregrinar en dicho claustro universitario, donde era de importancia capital el estudio de textos como el de historias de las ideas politicas de Pokrovski, El Capital de Wenceslao Roces y otros de igual contenido ideológico.

En la semana siguiente se presenta el verdadero profesor de la mencionada materia, el doctor Jacobo Pérez Escobar, un costeño con indumentaria cachaquizada, de chaleco, zapatos sebastian, paraguas y sombrero "borsalino", hablándonos de los precursores ingleses del estado de derecho y de los ilustrados franceses de la igualdad, libertad y confraternidad.

Hago este introito para referirme a que las universidades o las escuelas que nunca han sido, fueron ni serán un "espacio neutro", dependiendo como decía don Ramón de Campoamor: "Y es que en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es de acuerdo al color del cristal con que se mira", dando a entender que, inevitablemente, impera el subjetivismo, la arbitrariedad y el relativismo en todas las facetas de nuestro mundo (por ello, traidor a la verdad y justicia, según el poeta).

Sin embargo, la afirmación de Campoamor no cae solamente en el relativismo y en el subjetivismo, sino en un desencanto del mundo, en donde la referencia al "mundo traidor" significa que el mundo en sí, la realidad, no es confiable, es sujeto de desconfianza debido a que cambia, se transforma, un día nos muestra un rostro y otro día otro.

Ahora bien, en mi región, en Córdoba, ha sido tema en estos días preelectorales las participaciones mediatizadas de ciertos paisanos en su calidad de docentes en sus aulas de clases que fueron grabados poniendo de relieve sus inclinaciones ideológicas ante sus alumnos, lo que ha suscitado toda clase de reacciones en contra o a favor, lo que conlleva a preguntarnos en torno a este debate: ¿Qué significa adoctrinar en el espacio de un aula? ¿Cuál es el deber del profesor...? ¿educar o adoctrinar?

En cierto sentido, la escuela debe educar para la vida, lo que incluye aspectos cívico-político y social del comportamiento humano. En la antiguedad clásica a este tipo de educación se le concedía mucha importancia. Se consideraba propio del hombre libre ser buen ciudadano y educarse para ello. (Pitágoras: El hombre es un animal político).

Pero este tipo de educación está propensa a ser instrumentalizada en beneficio y conveniencia de quien la imparte, incurriéndose en la politización de la educación, la cual suele convertirse en adoctrinamiento: acción de inculcar con insistencia, a una o más personas, ciertas ideas para que las hagan propias, olvidándose quién lo ejecuta.

La educación busca es enseñar a pensar, no qué pensar, y discernir a través del desarrollo de su propio juicio lo que es bueno y menos bueno. Un maestro educa, un fanático adoctrina.

Mediante el adoctrinamiento se priva al alumno de la libertad de pensamiento y del uso de la razón crítica, y sustituye la argumentación y el diálogo por la fe ciega en quien adoctrina.

Pues bien, históricamente, el adoctrinamiento ha sido promovido tanto por las élites sociales dominantes como medio de control social bastante influyente como por grupos religiosos e ideológicos, frecuentemente contrarios al orden establecido, por lo que en todas partes se cuecen habas.

No obstante lo anterior, no se puede (no se debe) generalizar. Hay muchos profesores que han puesto su trabajo al servicio de la educación cívica. Otros, por el contrario, se han dejado arrastrar por la corriente y van para donde va la gente.

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