La fotografía, una excusa para mostrar las culturas del mundo

La fotografía, una excusa para mostrar las culturas del mundo

Entrevista a Samara Díaz, artista que por estos días expone 'Rostros de Asia' en la Casa del Libro Total de Bucaramanga

Por: Manuel Tiberio Bermudez Vasquez
agosto 27, 2018
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La fotografía, una excusa para mostrar las culturas del mundo
Foto: Manuel Tiberio Bermudez

Ella se detiene, se prepara, apunta y dispara. Así, muchas veces, por muchos lugares, en distintos países. Certera, precisa, captura momentos para que no sean olvidados.

Bella, talentosa y viajera va por el mundo apuntando y disparando, y luego en cualquier otro lugar del planeta exhibe el resultado de sus disparos y el público que los ve comenta, aplaude y disfruta lo hecho.

Nació en Bogotá pero se considera del mundo. Desde pequeña ha sido una de nómada a la que siempre le queda pequeño el lugar que habita. A viajar le enseñaron sus padres, eran empresarios que debían ejercer sus actividades en varias ciudades del país. Por eso fue viviendo sus años de desarrollo en Santander, Cundinamarca, Boyacá y Cesar. Sus raíces están dentro ella y no en un lugar o territorio.

Se llama Samara Díaz, una muchacha con una risa que alegra lo que alcanza, y cuyo trabajo tuve la oportunidad de ver en la Casa del Libro Total en Bucaramanga, que tenía colgada una exposición de 30 fotografías que llamó Rostros de Asia y que compila historias, creencias, saberes, contextos sociales, y como ñapa, los paisajes de varias regiones de Asia.

“Son fotografías que tomé en países como India, Vietnam, Nepal y esta exhibición es inaugural, pues las fotos las tomé entre diciembre del año anterior y enero de este 2018”.

Uno siempre tiene la inquietud por conocer cómo alguien enfila su vida hacia un oficio determinado y estas son las razones de Samara.

Su amor por la fotografía comenzó cuando compró su primera cámara. Estudiaba Comunicación Social y tenía apenas 15 años. Decidió entonces hacer una pausa en su carrera e irse a viajar. “Inicialmente me fui a Australia en donde estudié fotografía profesional y me gradué en el Instituto TAFE de Queensland", dice como si a esa edad hubiese ido a hacer un mandado a la tienda del barrio.

“Allí en una exposición que realicé, y que se llama Niños en los campos, ocupé el segundo lugar a nivel nacional por fotografía documental. Trabajaba allí como latina y me tocaba rebuscarme y ganar dinero con el único propósito de poder viajar”.

Y es que el viajar hace parte de su dinámica vivencial y lo justifica diciendo: “Hay un escritor estadounidense que me encanta, Mark Twain, quien dice: “viajar es malísimo para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”.

Combinar la carrera periodística con la fotografía y la pasión por los viajes son las actividades que la han acercado a la fotografía documental con la que hoy emociona a quienes visitan sus exposiciones.

Viajó por Asia durante 6 meses. “Estuve un mes por país, dice Samara, porque si lo que se quiere es acercarse un poco a la cultura de los lugares que visitas debes quedarte un tiempo”.

Foto: Samara Díaz

Foto: Samara Díaz

Hacer fotografía no es solo un hermoso pasatiempo por eso le pregunto a Samara, ¿qué busca transmitir con sus fotos?

“Creo que la fotografía es una excusa para narrar muchas actividades pero sobre todo para mostrar una cultura. En esta exhibición hago una mirada antropológica del continente asiático, es una mirada hacia sus vivencias, el día a día, sus creencias. Es tratar de congelar esos momentos y llevarlos a otros lugares en donde no hay oportunidad de verlos porque estamos muy lejos geográficamente, o por falta de oportunidades. Yo solo trato de ser un puente para mostrar a los demás algo que yo pude ver personalmente, es una manera de compartir saberes y culturas”.

Una chica como Samara está preparada para seguir andando el mundo. ¿Viajas sola o acompañada?

“La mayoría de los recorridos los hice sola y lo hice como mochilera debido al presupuesto. Esta es la mejor manera de viajar, pues si vas con amigos te quedas con ellos y te olvidas de preguntarle a los locales sus historias, sus vivencias, sus quehaceres culturales. Otras veces con algunos amigos, especialmente, una bióloga francesa a la que le encanta seguirme la cuerda y acompañarme a los viajes”.

¿Has tenido contratiempos en tus desplazamientos?

“Hay algo que me fascina y es romper ese estereotipo, un poco patriarcal, que dice que las mujeres somos imprudentes al viajar solas. Claro que tienes que tener prudencia”.

“La India es un país complejo para viajar por él y sobre todo sola. Me han sucedido cosas un poco incomodas pero al final pude hacerlo. No se necesita de un hombre para viajar por el mundo: se puede viajar sola de una manera muy responsable”.

¿Qué le dices a quienes desean atreverse a fotografiar el mundo?, ¿qué recomendación les haces?

“Lo primero es romper ese mito de que viajar es imposible, que viajar por el mundo es para personas muy adineradas. Claro, sí estamos en una sociedad en la que los ingresos apenas alcanzan para sobrevivir, no es lo mismo que en otros países. Pero es atreverse, es buscar los medios y decidirse a hacerlo. Salir de la zona de confort y resolver. Si ese es su sueño y si esa es la meta hay que buscar cumplirlo. Ese fue mi sueño cuando tenía 15 años y hoy a los 22 ya he caminado un poco por el mundo como lo había soñado. Eso me llena de energía pues me di cuenta de que sí se puede hacer y no tienes que ser una persona millonaria”.

¿Qué hace una buena fotografía: el concepto o el equipo que se tenga?

“La buena fotografía la hace el concepto pero también el conocimiento de las técnicas y el ojo. Digamos que es una mezcla de técnica y conocimientos de fotografía como composición, luz etc., pero también es contenido. Es el fotógrafo quien finalmente logra la buena foto, no la gran cámara. Mi cámara, de hecho, es una de las más antiguas, está llena de mañas. A veces me toca dale golpecitos —dice riendo— para que atienda y haga lo que quiero. Cuando estudié fotografía mis profesores se sorprendían y me decían: “¿Cómo es que tomas esas fotos tan buenas con una lente tan mala? Mi cámara es una Nikon D5100”.

¿Qué te pone triste?

“Es muy difícil que yo me ponga triste. En cambio me alegran muchas cosas como lo que he hecho y  lo que me falta por hacer”.

¿Con Dios o sin él?

Dios para mi es el universo y la naturaleza. Mi mamá es muy creyente. Yo no soy católica, pienso que acercarme a los monasterios tibetanos despertó en mí el amor por esa filosofía que ellos tienen de amar el universo, amarte a ti mismo; primero darte amor para luego dárselo a los demás. Estar en esos lugares, percibir esos olores tan diferentes, observar los paisajes, la gente hermosa, eso para mí es Dios”.

¿Para qué sirve la fotografía en este mundo tan lleno de artilugios que permiten captar la cotidianidad, el entorno, a los otros?

“La fotografía sirve para muchísimas cosas, tanto superficiales como de contenido. Yo trato de usar la fotografía como una excusa que narra cultura, que narra territorio. Es una excusa para compartir con otros esos saberes, participarle a los demás algo que tu ojo captó y que armaste en tu cabeza, y quieres compartirlo con el mundo”.

¿Es necesario ser bonita para hacer buenas fotografías? Lo digo en galantería a su belleza, a su desenfado.

Se ríe con desparpajo mientras me responde: “No, no creo. Alma bonita sí, pero físicamente esto es un estuche, como dice la canción de Aterciopelados”.

Le pido una reflexión sobre la fotografía.

“Hace poco llegue a Colombia yo sabía que aquí en Bucaramanga había artistas de todos las formas de expresión, pero también vi algunas actitudes egoístas y eso no me gusta. El arte es tan bonito que es para compartir. Cuando ves una fotografía de otro fotógrafo deberías alegrarte porque ese otro ser humano está contribuyendo con su arte. Somos los llamados a difundir el arte y hay que erradicar en nosotros esos egos entre artistas”.

Un lugar del mundo al que quisieras ir a tomar fotos porque no has ido y otro al que quisieras volver porque te impactó bastante.

“Hay muchos lugares que me han impactado profundamente, pero creo que sin lugar a dudas volvería a el Himalaya. Este lugar tiene más que nieve: tiene personas, los sherpas que con solo mirar sus rostros descubres un montón de historias. Me gustaría que fuera en verano porque fui en un invierno y tuve un accidente escalando hacia el Everest. Muy ingenua, no quise pagar guía y estaba a menos 38 grados centígrados, no tenía equipo suficiente, y tuve un problema difícil. Así que me gustaría volver en verano”.

“Hay dos lugares a los que me gustaría ir y no he ido aun: uno es Nueva Zelanda, estuve muy cerca y el otro Islandia para fotografiar las auroras boreales”.

¿Estas agradecida con lo que haces y con el mundo?

“Muchísimo. Esto es lo que yo me voy a llevar. Mi madre es una mujer de muchos principios, pero de la vieja escuela, diría yo. Siempre me ha dicho: ¿Hija, pero por qué viajas tanto, ¿por qué no usas el dinero para armar un negocio? Eso es entendible, pero yo salí con otra mirada del mundo y eso es lo que finalmente me voy a llevar algún día: esos lugares, esos olores, esa gente, esos colores. Ese será mi equipaje alguna vez”.

Le deseo muchos caminos nuevos para su errancia y le agradezco por su tiempo para dejarme conocer un poco sobre su pensamiento y su oficio.

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