La fortuna de ser colombiano

La fortuna de ser colombiano

'Por hoy intentemos ver las cosas desde otro punto de vista, aunque nos estemos ahogando en un mar de injusticias'

Por: Sebastián Cuervo
agosto 21, 2015
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La fortuna de ser colombiano
Foto: tomada de noticiasmontreal.com

Hoy estafaron a mi hermana en un arriendo en el que suplantaron al arrendador. Se perdió un millón de pesos, y el sueño de salir a vivir con su compañero y empezar a vivir con Pancio y Tirion, sus dos gatos. Pero hoy no siento que sea un día para quejarse, en realidad estoy cansado de oír cómo los colombianos se quejan de su vida, de cómo la ciudad es un laberinto y el alcalde es ineficiente. Hoy quiero hablar de las cosas buenas, no de las estadísticas que somos el país más feliz del mundo, o que en el Chocó es donde más llueve, o que es el país con más festivos, o que subimos o bajamos x puestos en el ranking de la FIFA.

No. Ya no más a esos rankings de los cuales me siento ajeno. La felicidad no es una constante en mi vida, nunca he entendido de donde sacan eso en un país tan injusto e inequitativo como el nuestro. No conozco el Chocó, trabajo incluso los festivos y el fútbol lo veo por inercia, no por pasión.

Hoy quiero hablar de las historias simples que nos demuestran que en el país hay gente buena, que es capaz de cambiar su vida y la de los que les rodea. Hoy les voy a contar de mis amigos, que aunque están desempleados y son “profesionales” no les pagan más de un millón por esclavizarse metiendo datos en un excel o haciendo llamadas, pero incluso eso no rompe sus espíritus de optimismo. O de mis padres, que un día decidieron que aunque podían ser ricos, la riqueza eran sus hijos y me dieron la oportunidad de asistir a obras de teatro, conciertos y eventos culturales con ellos, y la falta de plata nunca los aturdió. También existen historias menos dramáticas, como la de Marianita, la señora con los ojos ligeramente disparejos que cuida los carros cerca a la oficina en la que trabajo, a la que se nota que cada día la vida le da más duro, pero que siempre nos recibe con una sonrisa. Entre tanto, me miro al espejo y me desconozco, me doy cuenta que me abrumo por cosas insignificantes como no poder comer un crepe, y me doy cuenta de lo vacío que soy, de lo vacíos que somos, y de lo mucho que nos quejamos.

Las historias son miles. Don Jaime, el que nos ayuda con los mandados de vez en cuando y siempre saluda con mano firme y sonriente, o Tina y Raquel que saben hacer miles de vueltas de esas que a los emprendedores nos da jartera pero tenemos que hacer. Los que deciden escapar de la guerra, independiente del bando, y apostarle a reconstruir una vida en un país donde uno de los principales discursos políticos es el de seguir con la pelea. Los que sueñan con construir y no se quejan de lo que “otros”, pero ellos nunca, destruyen.

La invitación es la de recopilar historias magníficas, independiente de si van o no con nosotros, y valorarlas, visibilizarlas y recrearlas. Por hoy intentemos ver las cosas desde otro punto de vista aunque nos estemos ahogando en un mar de injusticias, tal vez eso es lo que es en realidad diferente e impresionante de Colombia, la fortuna de ser colombiano.

Nadie dijo que la vida era justa, pero eso no la hace menos bella.
@H2OKT

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