La feria del despilfarro

La feria del despilfarro

"Cali no puede seguir siendo la cenicienta del país, así que es indispensable cambiar de actitud a la hora de votar"

Por: Jamal Said
enero 13, 2021
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La feria del despilfarro
Foto: Twitter Jorge Ivan Ospina

La Feria de Cali, una de las festividades más representativas del país, ha tenido con el paso de los años su propia evolución. Su transformación nos dice que de pequeña fiesta callejera pasó, en algún momento de su rica historia, a ser un evento masivo de toros y caballos, sin dejar de lado que desde hace poco se viene con la idea de casi privatizarla. La pandemia obligó, en esta ocasión, a promover su espíritu musical a través de la virtualidad, para no privar a la gente de una tradición que es propia de todas las generaciones caleñas. Pero esto no justifica, ante la situación que se vive, que el alcalde haya obrado bien al desembolsar 150.000 dólares por un concierto que no daba para tanto. Hace poco, con el apoyo del concejo de municipal, endeudó a la ciudad, poniendo en aprietos su pobre economía y la tranquilidad de sus conciudadanos.

Si Jorge Iván Ospina hace todas estas marranadas, que de por sí nos dicen cómo están los caleños en materia de dirigentes políticos, es porque cuenta con el apoyo de un pueblo incauto: el que lo llevó por segunda vez a la alcaldía. Este electorado no comprende que el alcalde tiene en jaque a más de un contribuyente, ya que con sus 21 megaobras, que no han sido terminadas en su totalidad, más de un caleño está a punto de perder la casa por los impuestos que no puede pagar. No se trata de cuestionarlo por cuestionarlo, porque no es el único que se ha aprovechado de la ciudadanía. No nos olvidemos que su antecesor, Maurice Armitage, firmó un contrato por unos taches viales que no tienen ningún uso o simplemente han desaparecido por su inutilidad. Realmente, amigo lector, Cali va de mal en peor.

Así sea de derecha o de izquierda el que gobierne a la capital del Valle, lo único que se evidencia es el deseo de desangrar las arcas públicas. Atrás quedaron las alcaldías decentes, los gobiernos regionales llenos de liderazgo y respeto por la gente. Ahora se han impuesto las mafias electorales, que tienen a la región hipnotizada con los trabajos que prometen. Hay que recordar que Ospina contó con su apoyo, y han hecho ochas y panochas con los impuestos que pagan los pobres contribuyentes. Va a ser muy difícil tumbar su corrupto negocio, pero al menos hay que hacer el esfuerzo para denunciarlo.

Se debe decir que esta ha sido la feria del despilfarro, la oportunidad que ha tenido un burgomaestre para dejarse unos cuantos millones y asegurarse la plata para después de un nefasto mandato. Cosas como estas se deben evitar concientizando a los votantes para que no se llenen de populismos y piensen muy bien por lo que mejor le conviene a la ciudad. Aunque es casi normal que el caleño vote pensando con la barriga, Cali no puede seguir siendo la cenicienta del país, así que es indispensable cambiar de actitud a la hora de votar: otro gobierno como el de Ospina y lo más seguro es que la gente viva solamente para pagar impuestos.

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