La enfermedad renal crónica está matando a los colombianos

La enfermedad renal crónica está matando a los colombianos

Según Lopera Medina (2016), en el 2015 se reportaron aproximadamente 962.271 personas con ERC en nuestro país

Por: Rosalbina Castillo Núñez
noviembre 18, 2019
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La enfermedad renal crónica está matando a los colombianos

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que la Enfermedad Renal Crónica (ERC) o Insuficiencia Renal Crónica (IRC) afecta a cerca del 10% de la población mundial y en el 2015 la tasa de mortalidad alcanzó el 35,6 por cada 100 000 habitantes. Por su parte, la Sociedad Latinoamericana de Nefrología e Hipertensión (SLANH) encuentra que la ERC en Colombia ha mostrado una evolución constante y creciente, de acuerdo con los registros hechos por las entidades de salud.

La ERC es prevenible en la mayoría de los casos, particularmente cuando se hace un tratamiento y control acertado de las enfermedades precursoras como la diabetes e hipertensión arterial (HTA), pero no tiene cura. Por lo general evoluciona hacia el deterioro generalizado de quien la padece, es silenciosa y la manifestación de los síntomas suele ser tardía. El tratamiento en los estadios avanzados es complejo y de alto costo. La persona es sometida a sesiones de diálisis en las cuales durante un periodo de cuatro horas es conectada a una máquina que filtra y depura la sangre. También existe la diálisis peritoneal mediante la colocación de un catéter al peritoneo (abdomen), en la cual la persona es entrenada por profesionales especializados en el campo para que se realice el procedimiento en la vivienda. Las secciones de terapia de reemplazo renal finalizan cuando se encuentra un donante y se le realiza el trasplante de este órgano con éxito.

La IRC se caracteriza por una disminución lenta de la función renal, en la cual el riñón deja de producir la orina, segregar hormonas y contribuir al equilibrio acido-base durante tres meses consecutivos con un desequilibrio en el estado de salud. Al alterarse el proceso de filtración del agua y depuración de los productos de desechos del metabolismo celular se produce una acumulación de líquidos y toxinas en el organismo que pueden causar la muerte al no disponerse de sistemas de terapias de reemplazo renal. Es así que estas terapias son costosas y en Colombia se tiene un acceso inequitativo a las mismas, mediado por el régimen al cual se pertenece.

El Estado ha caracterizado la ERC como una Enfermedad de Alto Costo (EAC) y a través de la Ley 100 financia las acciones dirigidas a diagnóstico temprano y reducción de la nefropatía diabética e hipertensiva; ha delegado la ejecución de las mismas a las EPS (terceros) mediante la asignación de recursos que corresponden a las acciones de salud pública. Las preguntas claves son: ¿están la EPS asumiendo esta responsabilidad?, ¿las EPS se están escudando en la EAC para justificar su déficit financiero?, ¿el Estado está supervisando las actividades que realizan las entidades prestadoras del servicio de salud?

Es así cómo las deficiencias en las políticas públicas para el control de la IRC pueden estar relacionadas con el direccionamiento de la promoción y prevención de las enfermedades precursoras como la diabetes e hipertensión arterial (HTA), a pesar de que se cuenta con unas guías actualizadas para la prevención y manejo (KDIGO). La promoción de la salud y la prevención de la enfermedad por parte de las EPS deben involucrar la educación y alerta continua a la población sobre los factores de riesgo que favorecen la aparición de las precursoras de la falla renal crónica. Por lo tanto, los antecedentes familiares, la falta de una alimentación balanceada, automedicación, sedentarismo, exposición a fumigantes, y por último la falta de adherencia u oportunidad al tratamiento si ya existe la ERC en cualquiera de sus estadios, se deben identificar e intervenir para prevenir esta enfermedad y sus complicaciones.

Por todo lo anteriormente expuesto, no es un secreto que las entidades gubernamentales están la obligación de supervisar y auditar continuamente a las entidades de salud en las actividades programadas y realizadas y de esta manera contribuir en la erradicación de este flagelo que afecta el sistema de salud. De lo contrario, el precio por esta incompetencia institucional será la vida de muchos colombianos.

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