¿Cómo hizo Robert De Niro para sacar a Scorsese del infierno de cocaína en el que estaba metido?

La dupla de Robert de Niro y Martin Scorsese vuelve a probar suerte con su película Los asesinos de la luna

Tienen una amistad de hace más de 50 años en la que se ha combinado el talento con la condición humana: El actor salvó al director del infierno de la cocaína

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octubre 21, 2023
La dupla de Robert de Niro y Martin Scorsese vuelve a probar suerte con su película Los asesinos de la luna

Apple es la única compañía del mundo en soltar doscientos millones de dólares a un genio sin esperar un gran éxito y todo apunta a que Killers of the flowers moon sea un estruendoso fracaso de taquilla, pero tiene la actuación, entre otras estrellas de Hollywood, de Robert De Niro y la dirección de Martin Scorsese.  

Martin Scorsese y Steven Spielberg son los últimos dos grandes directores de los libertarios años setenta, en plena actividad. En esa década, Hollywood vivió tiempos de cambio y el público, al menos por seis años, quiso ver películas sobre dramas humanos intensos.

Posteriormente, vino George Lucas con La Guerra de las Galaxias y convenció a los ejecutivos que el cine, más que un arte, era un negocio que podría dejar miles de millones de dólares de ganancia. El Hollywood contemporáneo es una fábrica que no para de realizar historias sobre los superhéroes de Marvel o DC Comics y por eso, ver una nueva película de Scorsese es un milagro.  

Robert de Niro y Scorsese, una amistad de cincuenta años

Killers of the flowers moon es una epopeya de tres horas y media que no hace concesiones. Es una película de actores. Cuenta Leonardo Di Caprio que, aunque ya lleva encima seis cintas con el Director, no es nada fácil compartir set con él ni con su actor fetiche, Robert De Niro. Durante las pocas veces que se animó a improvisar, veía con el rabillo del ojo cómo Martin y su amigo ponían los ojos en blanco y se burlaban de las ínfulas del gran Leo.

El matrimonio De Niro-Scorsese es de los más estables de una industria de caníbales. Se conocieron en 1973, en el rodaje de Calles malas, la película en donde, a punta de Rolling Stones y cocaína, Scorsese exploraba su Little Italy neoyorquina, las calles donde creció, los matones que admiró de niño y la cofradía de la pandilla que tanto lo ha inspirado. Fue él quien le recomendó a Francis Ford Coppola que viera a De Niro para el casting de El Padrino II. Fue un acierto. Su papel de Vito Corleone joven le valió su primer Oscar.

De Niro en su primera película con Scorsese.

Luego vino Taxi Driver, una película con el poder de anticipar el atentado a un presidente (A Reagan en 1981) y que transformó a Robert en un ícono pop. Antecede incluso a la cultura punk que inundó el planeta con sus peinados estrafalarios tipo mohicano. Envalentonado, Scorsese cometió el primer gran error de su carrera. En 1977, emprendió la tarea de hacer un gran éxito de taquilla. Se sentía cómodo haciendo un musical duro, como un puñetazo en el estómago, que bautizó como New York-New York.

En esa época, estaba rodeado de amigos duros: Robbie Robertson, líder de The Band, lo acompañaba en sus rumbas interminables que siempre acababan en la pequeña sala de cine que tenía en su casa en Malibú, viendo viejas películas británicas.

La cocaína es un mal consejero para un Director de cine. Congela el gusto y el ánimo. Aunque New York New York, vista cinco décadas después, es una película magnífica, un clásico de oro, en su momento, fue un fracaso estruendoso de taquilla. Su editor murió de un infarto intentando darle coherencia a los kilómetros de metraje que filmó un embobado Scorsese.

Así cayó en la depresión absoluta. Se casó con Isabella Rosellini, hija de Ingrid Bergman y Roberto, el célebre padre del neorrealismo italiano, y la arrastró en su rodada. De Niro seguía siendo un muchacho neoyorquino, histérico y celoso. Cuentan que, mientras estrenaban Taxi Driver en Cannes, una de sus novias del momento se acercó a hablar animadamente con el eminente realizador francés Francois Truffaut. Entonces, sin importar la reputación del creador de Los cuatrocientos golpes, De Niro simplemente estalló. Al otro día, tuvo que ir a comprarle un caro perfume francés a su pareja para que lo perdonara. Siempre era así: impulsivo, intenso y consagrado a su trabajo.

Quería seguir trabajando con Martin. Habían tenido infancias parecidas en la Pequeña Italia. Scorsese sabía sacarle lo mejor a un actor como De Niro que llevó su arte a cotas insospechadas de calidad. Nadie ha trabajado tanto como él, pues para interpretar a su Travis Bickle anduvo en un taxi las sucias madrugadas neoyorquinas y para interpretar al músico de New York -New York aprendió a tocar el saxofón.

De Niro engordó 20 kilos para interpretar a La Motta en su decadencia

En el Padrino II dominó en tres meses el enrevesado dialecto siciliano que habla el papá de Michael Corleone. Así que, después de leer la autobiografía de Jake La Motta, un mediocre y corajudo campeón del mundo sin más talento que el de aguantar palizas, sabía que ese podría ser el papel de su vida. Quería convencer a Martin de hacer esa película, pero Scorsese estaba en otro mood.

El consumo indiscriminado de cocaína le había causado una enfermedad en sus defensas. Un día, simplemente estalló. Empezó a sangrar por la nariz, por el culo, por la boca. Lo internaron en una clínica y ahí creyeron que iba a morir. En la clínica, De Niro volvió a llevarle el libro de La Motta, pero a Scorsese no le gustaba el boxeo y, además, creía que después de Rocky no había mucho más que contar en una pantalla sobre este deporte.

Poco a poco se fue enganchando con la miseria del personaje hasta que decidió filmarla. La hizo en un hermoso blanco y negro, metió la cámara al cuadrilátero de boxeo y aunque apenas hay 12 minutos de combate en toda la película, las escenas marcan al espectador. La decisión de meter la cámara al ring y que la sangre la manche, la salpique, fue un acierto. Otra vez teníamos la poética violencia de Scorsese.

Toro Salvaje es la película de un actor. De Niro se entrenó como él solo sabe hacerlo, con brutalidad. Dicen que llegó a estar entre los diez mejores pesos Walter del mundo y después, para interpretar la decadencia del campeón, se fue a Italia tres meses, a someterse a una intensa dieta basada en canelones y lasañas que lo hizo engordar veinte kilos. Y sí, mientras actores contemporáneos usan disfraces para verse gordos, De Niro consiguió el milagro de usar su propia piel como disfraz.

Toro Salvaje le representó a De Niro su segundo Premio Oscar, pero fue otro fracaso de taquilla para Martin Scorsese a pesar de ser su mejor película. A partir de allí, haría otras producciones cinematográficas con De Niro, todas maravillosas: El rey de la comediaGoodfellasCabo de miedoCasino, el Irlandés y ahora Killers of the flowers moon. Scorsese no sólo lo escoge porque es el mejor actor de la historia, sino porque no podrá olvidar, que llegó a salvarle del infierno de la cocaína.

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