La coalición de perdedores de derecha que buscan frenar a Abelardo van a facilitarle el camino a Cepeda

Uribe advierte sobre el riesgo de continuidad del petrismo, pero la derecha, dividida por egos y errores, termina favoreciendo a los candidatos de Petro

Por: Fernando de Jesus Alvarez Corredor
diciembre 11, 2025
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La coalición de perdedores de derecha que buscan frenar a Abelardo van a facilitarle el camino a Cepeda
Foto: Archivo particular

Cuando el expresidente Álvaro Uribe Vélez lanzó la fórmula unitaria como alarma de la necesidad de contar con lo que simboliza el espectro político que va desde Fajardo hasta Abelardo, que propiciaría la alianza entre el centro y la derecha para enfrentar a la izquierda que encarna el presidente Gustavo Petro, no lo hizo como un llamado retórico.

Lo dice porque sabe cuál sería la suerte de Colombia si continúa el gobierno Petro, ya sea porque se quede Petro por las vías de hecho o porque el presidente logre armar su quilombo para dejar en el poder a su heredero, Iván Cepeda. Uribe sabe que si Petro se sale con la suya, no serán 4 años más, sino que podrían ser 40 años de izquierdismo populista.

Pero con lo que no contaba Uribe era con que los uribistas no lo entienden de esa manera, no ven realmente el peligro que conlleva la intencionalidad de Gustavo Petro, ni la amenaza que representa Iván Cepeda, ni el riesgo que implica que la izquierda continúe en el poder. Porque no de otra forma se explicaría la cadena de errores de quienes se definen como de derecha, si quienes pretenden ser legítimos sucesores de Uribe entendieran lo que está en juego, otro gallo cantaría.

Los egos, las mezquindades y la incomprensión del momento histórico tienen a la derecha dando tumbos y al centro como corcho en remolino. No dimensionar el peligro de la continuidad de la izquierda en el poder hace que solo se vislumbre para Colombia la triste historia de la réplica de la oposición venezolana que por sus errores e individualismos facilitó la perpetuidad del Chavismo y luego su mayorazgo en cabeza del dictador Nicolás Maduro.

Los candidatos de la derecha creen que es suficiente con el favoritismo de los medios de comunicación o la predilección de las casas políticas para enfrentar el peligro que se cierne con la perpetuidad del petrismo. Subestiman la capacidad de maniobra de Petro y de sus aliados maquiavélicos tipo Armando Benedetti o Roy Barreras para voltear a los votantes a base de oscuras componendas. Muchos de los candidatos inspirados en lo que sus asesores, ignorantes de la realpolitik colombiana, les aconsejan, cómo dedicarse al fuego amigo para subir la espuma, despotricar de sus contrincantes sin medir consecuencias o buscar legitimidad en conciliábulos de las castas políticas.

Ninguno ha acertado en que a quien hay que seducir es al pueblo y eso es algo que Uribe tiene claro, pero irónicamente quienes se dicen sus leales seguidores no. Con excepción de Abelardo de la Espriella, quien representa plenamente un fenómeno in crescendo en las encuestas y es de los pocos que sabe distinguir el enemigo principal del secundario.

El hecho más deplorable de esta tragicomedia de la derecha lo protagonizó el propio padre del joven candidato asesinado, Miguel Uribe Turbay, quien no supo honrar la memoria de su hijo y decidió hacer toda clase de trapisondas para intentar tomar su puesto en el partido a como diera lugar. No lo logró, pero sí consiguió poner un petardo al proceso interno de escogencia del candidato del Centro Democrático, que terminó por debilitar las justas aspiraciones de María Fernanda Cabal, quien de lejos ganaba en su momento esta contienda.

Casi a la brava, Uribe Londoño se embutió en la encuesta partidista para luego implosionarla. Primero manipuló a su nuera para que le delegara las banderas de su hijo y extorsionó emocionalmente al expresidente Uribe y luego intentó alterar los resultados de la firma encuestadora. Por último, quiso dar un zarpazo al partido al aprovechar los resultados de una encuesta que lo favorecía y pretendió en el más burdo individualismo aterrizar olímpicamente en el Abelardismo, lo que provocó su salida del partido por la puerta de atrás, con más pena que gloria y con una huella gris que contribuyó al descrédito tanto del Centro Democrático como del uribismo. 

El otro error craso es el de Vicky Davila, quien inició como gran favorita de la derecha gracias a su imagen positiva por su trayectoria periodística y su excelente rating como presentadora de televisión, que se fueron desdibujando poco a poco en la medida que el electorado reclamaba más capacidad de liderazgo y mejor talante de estadista. Sus opiniones más emocionales que racionales mostraban una candidata ingenua, repetitiva y cantaletosa, algo locuaz pero muy pandita. Esta tendencia a la baja de Vicky se volvió exponencial en el momento en que optó por bombardear a la propia derecha cuando la emprendió contra el candidato Abelardo de La Espriella al ver que este rápidamente se despegaba del pelotón uribista. En ese momento perdió los estribos y como error táctico convirtió a su aliado natural en enemigo principal, con lo cual demostraba que no comprende lo que Uribe entiende cuando llama a la unidad contra el petrismo y comprueba que no daba la talla como estratega política.

En ese juego donde otros candidatos de derecha, que tampoco entienden lo que sabe Uribe, que creen que con méritos académicos o con experiencias administrativas es suficiente para competir con Petro y que se han dedicado más a demeritar al puntero que a sumar en propósitos, emergió la supuesta fórmula salvadora de Juan Carlos Pinzón, instigada por José Obdulio Gaviria y Manuel Santiago Mejía con la idea de que tiene más capacidad de convocatoria en el establecimiento.

Esto de alguna manera riñe con la esencia del uribismo porque es precisamente este sector de influencia social el que desde la derecha no quiere a Uribe. Idea que no ha gustado mucho porque parece inspirada en tratar de congraciarse con el expresidente Juan Manuel Santos, por lo que muchos sienten que se trataría del Caballo de Troya en el uribismo. Asunto que al parecer el expresidente Uribe comprende a disgusto, pero todo indica que incluso estaría dispuesto a asumirlo si el resultado es la derrota del petrismo.

En medio de esta especie de aventurerismo de derecha se ha caído en la especulación negativa de creer que en tales condiciones pueden calcular quién sí y quién no derrotaría en segunda vuelta a Iván Cepeda, el candidato de Petro, ignorando que el electorado es más emocional que analítico en las presidenciales. Todo para tratar de desmontar a Abelardo de la Espriella, quien termina por ser lo más parecido a Álvaro Uribe porque se trata de un provinciano que irrumpe en los escenarios “predestinados” para los apellidos tradicionales. Ese sapo de un “costeño fantoche” como lo llama una periodista que se cree de las elites sociales, no se lo van a tragar. Y con esquizofrenia democrática ahora aceptan ir a consulta, pero sin Abelardo. Entremos todos en igualdad de condiciones, pero excluyendo al que nos puede ganar. Algo así como que queremos jugar con los perdedores porque con el ganador perdemos.

El hecho cierto es que como no le bajen a los egos Vicky Dávila, Mauricio Cárdenas, Enrique Peñalosa, Daniel Oviedo y otros que no marcan ni la hora, por ahora lo único que hacen es abonarle el camino a Cepeda por tratar de frenar a De la Espriella, lo que dista mucho del pedido de Uribe cuando lanza la expresión “De Fajardo hasta Abelardo”.  Y todo indica que la apuesta de Santos es que gane cualquiera que no sea el que diga Uribe, así favorezca al que diga Petro. De esta manera, la aristocracia bogotana terminaría otra vez llevándole agua al molino de la izquierda con tal de que otro provinciano no llegue a la Casa de Nariño. Quizás por esta razón Sergio Fajardo decidió hacer mutis por el foro y actuar como el perro viejo que late echado. Sin hacer mucha bulla, ni aspavientos confía en que los vientos se voltearán a su favor. Él mismo ya lo predijo, al decir que no votaría por Abelardo, pero sí haría alianzas con Cepeda.

Por el lado de María Fernanda Cabal, la gran sacrificada en toda la cosa política de la derecha, esta semana ganará la consulta del Centro Democrático y a lo que aspira es a retomar el camino saboteado por Miguel Uribe Londoño. Lo cual solo sucederá si el expresidente Álvaro Uribe se pone las botas y depone la vanidad y la acompaña en todos sus recorridos por el país para que produzca sinergia con el partido y sintonía con el uribismo nacional para que María Fernanda pueda pegarle al tablero. Además, se podrá destacar con vehemencia femenina para enfrentar a la camaleónica candidata del centroizquierda Claudia López, que se sumó también al coro anti Abelardo con silogismos simples y argumentos deductivos a falta de fervor popular.  

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