¿La clase media le juega al centro?

¿La clase media le juega al centro?

"Se mueve y se aferra a la ilusión del único punto que en apariencia no se mueve"

Por: Jorge Muñoz Fernández
febrero 15, 2018
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¿La clase media le juega al centro?
Foto: EFE

Otorguémosle, este fin de semana, en que celebramos el Día de San Valentín, el valor de escribir sobre la clase media y hacerlo trascribiendo un poema atribuido a Benedetti, pero que es autoría del poeta argentino Daniel Cézare.

/Clase media/medio rica/medio culta/…entre lo que cree ser y lo que es/media una distancia medio grande/

/Desde el medio/ mira mal a los negritos/a los ricos/a los sabios/a los locos, a los pobres/Si escucha a un Hitler/medio le gusta/y si habla un Che/medio también/

/En el medio de la nada/medio duda/como todo le atrae (a medias)/analiza hasta la mitad/todos los hechos/y (medio confundida)/sale a la calle con media cacerola/entonces medio llega a importar/a los que mandan/(medio en las sombras)/a veces, solo a veces, se da cuenta/(medio tarde)/de que la usaron de peón/en un ajedrez que no comprende/y que nunca la convierte en Reina/

/Así, medio rabiosa/se lamenta/(a medias)/de ser el medio del que comen otros/a quienes no alcanza/a entender/ni medio/

Vamos al grano, la mayoría de los electores colombianos están hospedados en la clase media y, en tal sentido, la lucha electoral se dará en un escenario de corbatas, peinados y vestidos informales; claro está, que existe una brecha grande de sus miembros que tienen  posiciones críticas y no son víctimas de la fascinación que produce de la  massmedia.

En la sátira del poema está reflejada la cosmovisión política de nuestra clase media, en cuyos espacios siderales se desplaza un asteroide neoliberal o de izquierda, cuya explosión puede dejarnos como la Venezuela “castrochavista” o Argentina en la época del corralito, donde no se podían sacar todos los ahorros del cajero.

Su tendencia sobre la tranquilidad económica es obsesiva, rechaza el caos y vive calcando las pautas culturales de la burguesía para sentir sosiego.

Y, no es que la clase media sea adversaria de la democracia, vive de elección en elección, siente por ella un amor irrefrenable.

Veamos estos ejemplos de su comportamiento en el mercado: elige un iPhone porque le da estatus, elige una buena refinanciación financiera de sus deudas, combina la medicina clásica con la charlatanería del bicarbonato, elige el colesterol bueno y odia la comida chatarra (no hay que olvidar que es experta en odios), elige sentarse en el sofá y ver los resultados de la guerra con la misma pasión que ve un partido de fútbol, elige un nuevo esposo o una nueva esposa para demostrar su independencia,  y,  cuando se trata de elegir el orden democrático, elige el centro, por temor a ser víctima del asteroide.

La clase media, que juega ping pong en una mesa desvencijada y añora jugar golf.

La clase media que en secreto es escéptica de casi todo, pero que no adopta posturas para sembrar otra experiencia en el terreno de la vida social por temor a equivocarse. Timorata.

Clase que vive desafiliada políticamente, con sentimiento anti partido pero que es sujeto céntrico, que admira la constelación de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, que sueña con el primer mundo para sus hijos, que sabe que el segundo dejó de existir y el tercero y cuarto, según la jurisprudencia geopolítica de Trump, son un problema escatológico.

La clase media que no alcanza a observar que las elecciones son una fiesta, una maniobra, donde hay mentiras y verdades disfrazadas, sostenidas por la adrenalina de la competencia, que funciona como un estupefaciente que no ha sido eliminado de nuestra cultura.

Al hambre, el desplazamiento, la muerte violenta de los líderes populares, la falta de salud y educación gratuitas les llama con orgullo democracia.

El miedo la paraliza. Teme quedar socialmente parapléjica.

Se mueve y se aferra a la ilusión del único punto que en apariencia no se mueve: el centro. Incapaz de utilizar la racionalidad dialéctica. Su imaginación, atrasada, es un recurso de alta peligrosidad, arma de destrucción masiva, ni de derecha ni de izquierda, simplemente neoliberal.

Pánico, miedo, susto y horror le causa caer en la desgracia, teme que la balanza se incline para el lado opuesto. Prefiere el travestismo ideológico de la Tercera Vía.

En la lógica de la clase media, los justos son los opresores y los injustos los oprimidos. Comulga con el pragmatismo financiero del Consenso de Washington, que es su vaticano financiero.

Clase media que nos hace recordar una anécdota de Alzate Avendaño, intelectual conservador por cierto, que dejó una frase lapidaria para que la pensemos en momentos que estamos en trance de cambiar el congreso y elegir a un presidente que se parezca al pueblo.

Seis horas sin ponerse de acuerdo para elegir el presidente del hemiciclo parlamentario, pidió la palabra y dijo: “Según el reglamento alfabético internacional me corresponde a mí presidir el Congreso: Alzate Avendaño, por orden analfábético, a cualquiera de ustedes”. Hasta pronto.

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