La brutal persecución de Daniel Ortega a la Iglesia católica y el silencio del papa

La brutal persecución de Daniel Ortega a la Iglesia católica y el silencio del papa

El último ataque del presidente de Nicaragua a los sacerdotes críticos de su dictadura fue la captura del obispo Rolando Álvarez.

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agosto 20, 2022
La brutal persecución de Daniel Ortega a la Iglesia católica y el silencio del papa

Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, arrodillado, con las manos en alto y rodeado de fuerza pública fuera de su diócesis en el norte de Nicaragua, es la imagen convertida en emblema de la persecución del presidente Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo contra la Iglesia católica.

Monseñor Rolando Álvarez duró 15 días sitiado en su diósesis hasta su captura en la madrugada del viernes

El obispo estuvo encerrado en la curia diocesana con ocho personas, entre sacerdotes, seminaristas y un laico bajo arresto domiciliario, sitiado por fuerzas especiales policiales. Por supuestamente organizar grupos violentos y tratar de desestabilizar el Estado de Nicaragua y las autoridades constitucionales. Así duró 15 días. Pero a las 3:40 de la madrugada del viernes en un operativo exprés se lo llevaron en dos camionetas con los otros sacerdotes que lo acompañaban. En medio de la zozobra un comunicado dio finalmente cuenta de su retención en Managua.

No son los únicos. En la tarde del domingo 14 de agosto también fue llevado en una patrulla policial con rumbo desconocido Óscar Benavidez, párroco de la parroquia Espíritu Santo en Malukuku en la Región Autónoma del Caribe, también al norte del país, el primero en darle su apoyo a Álvarez. Ya son cuatro sacerdotes detenidos este año y nueve bajo custodia policial.

En marzo Ortega le quitó el beneplácito al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag, sin mediar explicación, en julio expulsó 18 religiosas de la Caridad- orden de sor Teresa de Calcuta- hacia Costa Rica, el 1 de agosto cerró seis emisoras de radio católicas y la programación de la televisión por suscripción de tres canales de la Iglesia.

La persecución a la Iglesia católica no es nueva en Nicaragua, y va al vaivén de los cambios políticos. Cuando los sandinistas llegaron al poder en 1979 tumbando a Anastasio Somoza, la cercanía fue total. Monseñor Miguel Obando y Bravo, arzobispo de Managua, fue clave para evitar el derramamiento de sangre y liberar los prisioneros. Pero la luna de miel con la Iglesia duró poco, hasta que fueron nombrados tres ministros de la Teología de la Liberación, entre ellos Ernesto Cardenal a quien el papa Juan Pablo II reprendió en público durante su visita a Managua. Los años confrontacionales de los 80 vieron expulsiones, acusaciones y hasta el montaje de un escándalo sexual al sacerdote director de una emisora católica, llegando a presentarlo desnudo públicamente.

Ortega y Rosario con el cardenal Obando y Bravo, en la época de congraciarse con la Iglesia

Para regresar al poder después de tres intentos fallidos en 16 años, Ortega hizo de todo. Pidió perdón, se casó con Rosario Murillo tras 25 años de convivencia en matrimonio oficiado por monseñor Obando y Bravo para congraciarse con la Iglesia. En 2006 estaba de vuelta a la Casa de los Pueblos, y el 2018 reventó la olla a presión con la reforma de la seguridad social, en una protesta violentísima que dejó 300 muertos y millares de heridos. La Iglesia mantuvo una posición crítica ante los derechos humanos. “Demonios con sotana” llamó Rosario Murillo a los sacerdotes. Tras la reelección del 2021 con todos los candidatos encarcelados, los Ortega Murillo ha vuelto a la carga contra la Iglesia de una manera atroz.

La razón de fondo, coinciden los analistas políticos, es una verdad de a puño: la Iglesia Católica es el último reducto de sociedad civil que queda en Nicaragua. Presos o exiliados están los periodistas, políticos, empresarios, campesinos, estudiantes, y hasta los propios compañeros de lucha revolucionaria de Ortega.  Más de mil ONG han salido del país. Las emisoras canceladas son Radio Católica de Sébaco, Radio Hermanos, Radio Nuestra Señora de Lourdes, de La Dalia; Radio Nuestra Señora de Fátima, de Rancho Grande; Radio Alliens, de San Dionisio, y Radio Monte Carmelo, de Río Blanco.

Y en la lista, los sacerdotes.

En marzo de 2019, el Papa Francisco recibió a monseñor Silvio Báez, auxiliar de la diócesis de Managua en audiencia privada en el Vaticano. Dos semanas después el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, informó que el pontífice le pidió a Báez mudarse a Roma. La Embajada de Estados Unidos en Nicaragua le habría informado sobre la existencia de supuestos planes para asesinarlo. Actualmente el obispo vive en Estados Unidos. Exiliado también está el párroco Edwin Román.

Francisco sacó de Managua a monseñor Silvio Báez, crítico de Ortega, por amenazas de muerte

 

La persecución contra la Iglesia ha hecho alzar voces. Pero hay una que no se ha oído: la del papa Francisco. Representante del Vaticano en la OEA habló de “preocupación” ante los hechos de Nicaragua, diez días después. 26 expresidentes de América Latina y España publicaron una carta abierta pidiendo a la Santa Sede que realice una defensa más enérgica. Razones para el silencio del papa se cruzan entre expertos conocedores del Vaticano y consejas. Se aduce que la enorme posición de poder de los Ortega Murillo podría hacer escalar el conflicto ante cualquier reclamo papal, también se dice que la diplomacia vaticana estaría realizando una labor que no puede ser pública, y que los jerarcas nicaragüenses tienen aún espacio para manejar la situación.

La OEA, en su sesión del viernes 12 de agosto condenó a Nicaragua por el “hostigamiento” a la Iglesia católica que representa 58,5 % de los 6,5 millones de habitantes de Nicaragua, la mordaza de la prensa, la persecución de las ONG, y se presentó el caso de monseñor Álvarez acusado por la vicepresidenta Murillo de cometer "crímenes de lesa espiritualidad".

La sesión extraordinaria del Consejo Permanente, adoptó la resolución sobre la situación en Nicaragua por 27 votos a favor de los 34 miembros activos, uno en contra (San Vicente y las Granadinas) y cuatro abstenciones (Bolivia, El Salvador, Honduras y México). Dos delegaciones ausentes: la esperada de Nicaragua, y la de Colombia, del nuevo gobierno de Gustavo Petro.

La inusual postura de Colombia, defensora siempre de la democracia y los derechos humanos en esa organización, se ha explicado por el vacío burocrático entre la salida del exembajador Alejandro Ordóñez y la posesión del nuevo representante, el exmagistrado de la Corte Constitucional, Luis Ernesto Vargas. No obstante, internacionalistas y hasta el colombiano de a pie, no dan como válida la razón.

Petro da señales de recomponer las relaciones con Nicaragua nombrando embajador a León Fredy Muñoz

El presidente Petro no se ha pronunciado aún sobre Nicaragua, pero sí ha dado señales de recomponer las relaciones con el nombramiento del nuevo embajador en Managua, León Fredy Muñoz, exrepresentante a la Cámara por Antioquia. En medio de críticas in crescendo el caso ha pasado al Congreso donde varios senadores, incluidos de la bancada del gobierno, han exigido que el canciller explique la posición del Ejecutivo en próximo debate.

Mientras tanto, Iglesia perseguida de Nicaragua sigue entre el silencio del papa y el ausentismo del presidente de Colombia. Entre lo inexplicable.

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