Keiko Fujimori, la carta peruana para enfrentar al izquierdista Pedro Castillo

Keiko Fujimori, la carta peruana para enfrentar al izquierdista Pedro Castillo

Formada en Estados Unidos, casada con un gringo, mamá de Kari y Kiori, aprendió las triquiñuelas de la política como primera dama con su padre Alberto Fujimori

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junio 06, 2021
Keiko Fujimori, la carta peruana para enfrentar al izquierdista Pedro Castillo

Keiko Sofía Fujimori Higushi juega hoy la partida más importante de su vida política. Por tercera vez. Ha hecho su camino a la sombra del fujimorismo, el movimiento del expresidente Alberto Fujimori, su padre, con quien se inició en la política. Mano derecha suya, la nombró primera dama a los 19 años, cuando se divorció de Susana Higushi en un escándalo de traiciones familiares. Él la forjó en el populismo. Le enseñó a ponerse un poncho y un chullo y llegar a los rincones más olvidados del país para inaugurar escuelas, repartir comida y cocinitas de gas que aún están en la mente de andinos y amazónicos.

La jovencita limeña de familia de inmigrantes japoneses compaginó sus obligaciones de primera dama con los estudios de Administración de Empresas en Boston. Enfrentó entonces el primero de sus escándalos cuando el asesor presidencial Vladimiro Montesinos declaró en uno de sus juicios que el dinero de estos y el MBA de Columbia había salido del presupuesto del Servicio e Inteligencia del Ejército. Desde el 2001, ella y sus hermanos Keiko, Hiro, Sachi y Kenji están enredados en un juicio por esta causa.

En Columbia Keiko conoció a Mark Vito Villaneda, un estadounidense con quien se casó en el 2004 y tiene sus dos hijas, Kiara Sofía y Kaori Marcela.

La caída del gobierno de Alberto Fujimori que se vanagloriaba de haber rescatado económicamente a Perú y someter a Sendero Luminoso, se produjo entre acusaciones de corrupción y graves violaciones de Derechos Humanos. El fundador de la dinastía huyó, entonces, al país de sus ancestros, se refugió en Japón y cuando regresó por Chile, llamó a su hija mayor para confiarle en Santiago el liderazgo del fujimorismo.

El encargo de su padre no se frustró debido a su captura, extradición y condena a 25 años de prisión en Lima - en una casita con jardín de 400 metros cuadrados- por las matanzas de Barrios Altos, La Cantuta y los secuestros del periodista Gustavo Gorriti y el empresario Samuel Dyer Ampudia.

 

En el 2006, el bautizo electoral:  fue la congresista más votada y abrió el camino a las presidenciales del 2011 

 

Keiko enarboló las banderas del fujimorismo y en las elecciones de 2006 fue la congresista más votada con 600.000 votos. Envalentonada con el resultado se lanzó a la presidencia en el 2011. El fujimorismo le alcanzó para ganar en la primera vuelta. En la segunda fue derrotada por Ollanta Humala. En el 2016 cambió de estrategia y se apartó de su padre. Era la líder de Fuerza Popular, su partido, la principal fuerza de oposición. La derrota en la segunda vuelta, por un pelo, frente a Pedro Pablo Kuczynski (PPK), fue algo difícil de digerir. Pero le quedaba una enorme fuerza en el Congreso con 73 parlamentarios sobre 130.  En el Parlamento se vivió una guerra sin cuartel contra PPK, de la primera vacancia se salvó por el apoyo de Kenji Fujimori a cambio del indulto a su padre. De la segunda, no. Las graves denuncias de Keiko de compra de votos para evitar la vacancia lo tumbaron. A los tres meses renunció, y el poder pasó a manos del vicepresidente afecto a ella, Martín Vizcarra.

Un triunfo que no pudo saborear porque el hueco abierto de sus acusaciones por lavado de activos, una de ellas vinculada con la empresa Odebrecht, se interpuso en el camino. Un habeas corpus la sacó de la prisión preventiva de 36 meses en el 2018 y una decisión de la Sala de Apelaciones de la cárcel tres meses después de haber entrado en enero de 2020.

 

Tres meses de prisión preventiva tuvo Keiko este año, por segunda vez, dentro de un proceso que no ha terminado

 

Actualmente está en comparecencia restringida que le impidió incluso salir del país a Ecuador para participar en un encuentro político invitada por Mario Vargas Llosa. De ganar, el juicio oral quedará en suspenso, no así para los más de treinta acusados, entre quienes están su esposo, su abogada y líderes de Fuerza Popular.

Para estas elecciones Keiko, a sus 46 años, volvió a las raíces de su padre, rescató la “demodura” -democracia con mano dura- en temas de seguridad. En una campaña en la que su principal rival fue su antivoto de 55 %, y la carga de su cuestionado pasado, una parte del electorado se planteó la disyuntiva “comunismo”-democracia. Los apoyos llegaron de distintas facciones de la derecha, desde el Gein -Grupo Especial de Inteligencia- que capturó a Abimael Guzmán el 12 de septiembre de 1992, hasta el presentador Jaime Bayley y los excandidatos 2021, con severas restricciones. Como Rafael López Aliaga Hernando de Soto, César Acuña (2016), Rafael Santos y Lourdes Flores expresidenta del Partido Popular Cristiano.

Y el de Vargas Llosa. A poco de conocerse su paso a segunda vuelta, el nobel escribió en su columna de El País, Keiko “representa el mal menor”. Después le reiteró su apoyo en tres oportunidades, hasta el “Juramento por Perú” desde Arequipa en el que Keiko, a cinco días de elecciones, se comprometió a abandonar el poder a los cinco años y manifestó “sin excusas pido perdón a los que se hayan sentido afectados o defraudados”. En una campaña de 57 días había logrado pulverizar los 6 puntos de diferencia que en primera vuelta había contabilizado su contrincante Pedro Castillo, un desconocido maestro rural, dirigente sindical, izquierdista del Perú profundo.

 

Castillo impuso a Chota, su pueblo natal, para el primer debate de los cuatro con Keiko

 

En los debates con Castillo salió airosa, según dicen sondeos y analistas. No apeló al “terruqueo” - demonizar a quienes tienen ideas de izquierda- y sí cargó contra Vladimir Cerrón el cuestionado secretario general de Perú Libre. Se critica su larga lista de propuestas que empiezan con doblar el salió mínimo y exoneraciones tributarias por sectores.

Si es electa, Fujimori encontrará un Perú con 180.764 de fallecidos por covid, cifra muy superior a los 68.053 que contabilizaba el Ministerio de Salud, y la más alta del mundo por cada 100.000 habitantes. Encontrará la caída económica más profunda en Latinoamérica el año pasado, después de Venezuela, con un golpazo de 11 % del PIB, aunque el Fondo Monetario espera que su recuperación sea la más grande en la región este año, con 8,5% y una política fiscal fuerte que le ha valido la mejor calificación crediticia en Latinoamérica después de Chile. Su propuesta: una economía social de mercado. Encontrará un país descuadernado políticamente con tres presidentes en dos semanas en noviembre pasado, y una protesta reprimida a golpes. Su baza en la manga: la segunda bancada del Congreso con 24 parlamentarios.

Enfundada en su camiseta de la selección peruana de fútbol, y con la pasmosa tranquilidad y sonrisa que no dejó ni cuando fue detenida, espera este domingo 6 de junio que los agüeristas que señalan que ningún candidato apoyado por Vargas Llosa en segunda vuelta ha perdido, pueden anotar uno más. Y que el adagio español, como en Ecuador, tenga razón: ¡a la tercera va la vencida!

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